Estamos de nuevo ante la eterna cuestión: ¿Qué hacer? El planeta camina con paso firme hacia el colapso ecológico, las fuerzas autoritarias dominan en las urnas, la siniestralidad laboral no cesa, la violencia machista se cronifica... y la izquierda, en su sentido amplio, desde la socialdemócrata hasta la comunista, no sabe qué hacer. En la mayoría de las ocasiones se conforma con describir el problema, pero en cuanto tiene ocasión de poner en marcha medidas correctoras, alternativas al capitalismo dominante, se arruga.
El reciente caso de Grecia, que no hace falta recordar, ha sido paradigmático. Se ha utilizado desde el poder al pueblo, para ir contra el propio pueblo. En el caso del Estado español la cosa no ha ido tan lejos, pero el autodenominado "gobierno más progresista de la historia" continúa en stand by. Ha habido algunos avances, es verdad, pero la reforma laboral del PP sigue sin ser derogada, al igual que la llamada Ley Mordaza. No sé ha frenado la subida meteórica de los precios de la vivienda en alquiler, no se ha terminado con los desahucios, el diálogo Estado-Catalunya sigue estancado, en fin, se van perdiendo oportunidades cuando en el parlamento español existe una mayoría suficiente para avanzar.