Imagen del acto de Iruñea del día 27. |
La comparecencia este sábado en nuestra capital de 300 militantes independentistas para anunciar un nuevo proyecto organizativo, que asumirá el marco legal existente en el Estado español, tiene una significación histórica. Soy un declarado enemigo del abuso de este calificativo para cualquier acontecimiento político, social o deportivo, pero en este caso el 27 de noviembre entrará en la cronología de Euskal Herria con letras en negrita.
No se trata de un momento mágico, ni de una escenificación teatral, sino de un paso decisivo en el desarrollo de un proceso que deberá culminar con la configuración de un bloque soberanista que dispute la hegemonía política de este país al PNV, al PSOE y al tándem PP-UPN. Para lograr ese objetivo es necesaria la acumulación de fuerzas y la suma de voluntades de todos aquellos agentes y ciudadanos de a pie que coinciden en la defensa del derecho a la independencia. Para obtener esa suma es condición básica la utilización exclusiva de vías políticas y democráticas, por supuesto no violentas. En eso está el conjunto de la izquierda independentista, y bien lo saben sus adversarios políticos.
Tiempo habrá para valorar con mayor detenimiento el contenido íntegro del documento presentado en Iruñea. Por ahora basta con señalar que se trata de un paso de carácter unilateral e irrevocable, que deberá acallar todas aquellas voces que siguen pronunciando el latiguillo de "insuficiente" ante todos y cada uno de los movimientos que está protagonizando la izquierda independentista.
Lo que ha dicho ésta se encuentra ya negro sobre blanco y no da pábulo a la ambigüedad. Solamente el que no quiera leer lo que se ha escrito puede sacar conclusiones erróneas. Otra cosa muy diferente es que haya agentes y medios que no estén dispuestos a aceptar lo que está ocurriendo delante de sus narices. Ese será su problema.
Las reacciones obtenidas por la declaración han sido las esperadas. La doble cara del PNV mediante el reparto de papeles entre Urkullu y Egibar. La diferenciación de matiz entre Rubalcaba y Ares y el rechazo despreciativo del PP o UPN. Sin embargo se notan avances en formaciones como CDN o EB-IU, un claro apoyo en Lokarri o la petición de legalización de los signatarios de Gernika como Aralar, Alternatiba y Eusko Alkartasuna. Sigue habiendo resistencias, pero son menos que las que había hace unos meses, lo que significa que la izquierda independentista está trabajando con seriedad, sin prisas pero sin pausas.
Algún lector dirá: Todo esto que cuentas está muy bien, pero ¿qué pasa con ETA? La organización clandestina ha reiterado su voluntad de atender las demandas del Grupo de Bruselas sobre una tregua idenfinida, unilateral y verificable, pero hasta el momento no ha hecho pública sub decisión. El Acuerdo de Gernika también ha emplazado a la organización en el mismo sentido. Por otro lado, el cese de actividades ofensivas continúa, pese a algunas denuncias sobre cartas a empresarios en demanda del llamado impuesto revolucionario.No podemos esconder que hay mucha gente a la espera de su posicionamiento.
En ese sentido conviene recordar que, como ha reiterado en diversas ocasiones el portavoz independentista Rufi Etxeberria, las decisiones tomadas por la izquierda abertzale incumben a todo el conjunto de la misma. La organización clandestina lo sabe y actuará en consecuencia. Al tiempo.
Dokumentazioa:
- Hacia un nuevo proyecto político y organizativo - [scribd.com]
- Proiektu politiko eta antolakunde berri baterantz - [scribd.com]
Beste iritziak:
- Listos para la ventanilla - Editorial [deia.com]
- Año y medio para un vuelco revolucionario - Iñaki Iriondo [gara.net]