Escribir dos comentarios seguidos sobre un mismo tema es, en mi caso, una práctica excepcional. Esta vez lo hago llevado por la náusea que me produce leer las páginas de prensa dedicadas al llamado "Caso Caja Navarra". En el Parlamento se ha pedido la dimisión de
Yolanda Barcina, pero resulta que la postura adoptada por otros personajes envueltos en la trama de dietas millonarias, como
Alberto Catalán o
Roberto Jiménez, es todavía más nauseabunda.
Con toda la cara del mundo, se niegan a devolver el dinero expropiado a todos los navarros, argumentando que los emolumentos están declarados y que el problema recae en la Junta Permanente, órgano de carácter opaco creado ad hoc, y al parecer ideado por los propios Sanz y Barcina. La catadura moral de la dirigencia de UPN ya era conocida de todos, pero que el PSN tenga a su frente a una persona como Jiménez, ajeno a cualquier gesto autocrítico, aunque solo sea por estética, es inaguantable.
El escándalo de las dietas de la CAN no ha hecho sino poner el descubierto el entramado político proveniente del Amejoramiento del Fuero, una especie de "transición a la navarra", consistente en perpetuar los privilegios de la casta conservadora gobernante mediante un pacto con los nuevos actores de la "izquierda", es decir, el PSN y los sindicatos CCOO y UGT. Ahí se ha ido formando un conglomerado de poder, ora el PSN, ora UPN, que ha guiado el barco de la
Navarra foral y española hasta nuestros días.
Sin solución de continuidad, de los viejos polvos de Urralburu, Del Burgo y Otano vienen ahora los lodos de Sanz, Barcina y compañía. Bajo el conocido mantra
"Que vienen los vascos", se han repartido las prebendas, las gratificaciones, los puestos y las dietas. Han acabado con la primera entidad bancaria del territorio y al mismo tiempo con el poco crédito politico que les restaba.
A partir de ahora, cualquier operación política que cuente entre sus firmantes con alguno de los
cobradores de la CAN está llamada al fracaso. Ni Barcina, ni Catalán, ni Maya, ni Jiménez están en condiciones de pilotar nada. Su tiempo ha pasado. Si quieren que sus respectivas formaciones políticas tengan futuro, deberán dejar paso a personas sin mancha para que les sustituyan.
¿Cuál es la alternativa? Es evidente que más pronto que tarde habrá nuevas elecciones autonómicas. Los ciudadanos emitirán su voto y a partir de la nueva composición parlamentaria será preciso negociar la formación de un Gobierno navarro limpio y decente. Tanto Bildu, como Geroa Bai y Ezkerra deberán presentar sus programas alternativos al conglomerado que ha dilapidado la CAN, entre otras tropelías.
Si logran los apoyos suficientes, deberían conformar un ejecutivo de progreso que abra una nueva etapa en la política navarra. Si no los alcanzan, deberán mantenerse en la oposición, planteando opciones alternativas y denunciando los nuevos desmanes que se puedan producir.
Lo que en ningún caso parece viable, a día de hoy, es una colaboración de las fuerzas citadas con el PSN. Mientras este partido no realice a fondo su limpieza interna y pase página a sus tres décadas de colaboración con la derecha, es muy complicado concertar nada con él. Es tan responsable como UPN del actual derrumbe institucional navarro y por tanto debe realizar su propia travesía del desierto si quiere ocupar un lugar en el futuro político de Nafarroa Garaia.