Asistimos en estos días a una multipresencia de las periferias en el discurso político dominante. Las recientes elecciones gallegas, las próximas en la CAPV y la permanencia en el tiempo del conflicto nacional en Catalunya no son más que eslabones de una larga cadena que ha marcado hasta el día de hoy la historia de la península ibérica.
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Batalla de Aljubarrota. Foto: Wikipedia |
No podemos pasar por alto, entrando en materia, que fue el reino de Portugal quien quebró el dominio castellano en esta zona del suroeste europeo. La batalla de Aljubarrota, a finales del siglo XIV, supuso un antes y un después para los respectivos destinos del pueblo portugués y del resto de pueblos de la península. El centro, representado por la corona de Castilla, salía derrotado en aquella pugna frente a las tropas del reino de Portugal, que personificaban la periferia, pese a la evidente colaboración de Inglaterra. Un centro poderoso perdía su posición de privilegio ante una periferia teóricamente más débil. De hecho, Portugal ha sido la única nación presente en la península que ha logrado consolidar en el tiempo su independencia política frente a Castilla. El resto de naciones peninsulares sin estado propio siguen manteniendo la expectativa de emular el ejemplo luso, aunque no tenga que producirse obligatoriamente mediante un enfrentamiento militar.