2006/11/18

Apellidos ominosos

La noticia del encarcelamiento del dictador uruguayo Juan María Bordaberry pone sobre la mesa una cuestión que, no por sabida, deja de ser llamativa. La cultura de la resistencia vasca ha ido construyendo una imagen del vasco bueno, luchador incansable contra la tiranía, fiel a sus orígenes, en definitiva del vasco políticamente correcto desde un punto de vista nacionalista. Sin embargo, a esa imagen idílica se le opone una larga lista de vascos (o de personas de origen vasco), que han protagonizado innumerables crímenes, dirigido gobiernos corruptos o, simplemente, combatido con armas, dinero e ideología la lucha por la libertad del pueblo vasco, al que ellos, aunque no lo quieran reconocer, también pertenecen.

La lista sería larguísima y por ello no es cuestión de ponerse a elaborarla ahora mismo. No obstante, se pueden desgranar algunos nombres, o mejor apellidos, que ilustran esta realidad incontestable a lo largo de los últimos siglos. Dejando a un lado a todos aquellos que ascendieron y guerrearon en los ejércitos españoles, especialmente en su armada naval, y de quienes combatieron contra la independencia de Navarra, como el ilustre Ignacio de Loiola, nos encontramos con elementos tan ominosos como el ministro franquista y fundador de Alianza Popular, Manuel Fraga Iribarne; el dictador chileno Augusto Pinochet Ugarte; Alvaro Uribe Vélez, actual presidente de Colombia; los ex presidentes mejicanos Carlos Salinas de Gortari y Luis Echeverria Alvarez; los militares, golpistas y presidentes argentinos José Félix Uriburu y Pedro Eugenio Aramburu o el político boliviano Mamerto Urriolagoitia Harriague, cuya ascendencia vasca es imposible eludir. Y no me gustaría terminar el párrafo sin citar a otro grupo, el de los vascos como Alejandro Goicoechea Omar, traidor emblemático, el de José María de Areilza, conde de Mutriku y primer alcalde de Bilbo tras la entrada de los fascistas en 1937 o el de Manuel Aznar Zubigaray, abuelo de José María Aznar, que transitó del nacionalismo vasco al republicanismo y al franquismo, en una biografía digna de estudio sicológico.

Desde hace bastantes siglos ha existido una tendencia innegable de muchos personajes vascos a ponerse al servicio del señor ajeno por interés propio. Los ejemplos respecto de las monarquías española y francesa son numerosos y en el día de de hoy sufrimos este fenómeno de asimilación que tanto daño ha hecho y está haciendo a a nuestro país en su camino por recobrar la libertad perdida. Casos recientes como los de Víctor Manuel Arbeloa o Gabriel Urralburu son paradigmáticos en cuanto a la negación de Euskal Herria como comunidad cultural y nacional que es, como manifestaba en el ya lejano 1977 el presidente foral navarro nacido en Ezkaroz. Y es que renunciar a lo que uno es, en este caso vascón, navarro o vasco, como se prefiera, es un ejercicio de sumisión y de engaño a si mismo que a lo largo de la historia sólo ha traido desgracias, dolor y sufrimiento.

Pensarán algunos que ya tenemos para contrarrestar tanto apellido ominoso al libertador Simón Bolibar, al hombre libre Ernesto Gebara o al teórico y activista comunista peruano José Carlos Mariategui La Chira. De acuerdo, así es pero no podemos conformarnos. La aceptación de la realidad histórica y la comprensión de los fenómenos que a lo largo de la historia han afectado a Euskal Herria deben ser pilares fundamentales para poder superar las dificultades que se presentan a lo largo del camino. Reconocer que Juan María Bordaberry pertenece a lo que se ha dado en llamar "diáspora vasca" no es un disparate, sino una constatación. No debemos avergonzarnos por ello, sino entender que el hecho de ser vasco o de portar ilustres apellidos euskaldunes no es eximente alguno para que quien los luzca sea un indeseable.
(Foto: www.elheraldo.hn)

2006/11/16

Ha muerto un ultrareaccionario "liberal"

Las agencias rebotan la noticia desde San Francisco: ha muerto, a los 94 años de edad, el economista estadounidense Milton Friedman, cabeza visible de la casta de economistas neoliberales más intransigentes, conocida como Escuela de Chicago. Precursor e inductor de las políticas llevadas a cabo por Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos, Friedman fue asesor del dictador chileno Augusto Pinochet Ugarte en su transformación radical de la economía de ese país americano, desmontando incluso la seguridad social pública y realizando una encarnizada política ultraliberal, compatible sin embargo con una férrea dictadura militar. Pero ese detalle no le importaba en lo más mínimo, como buen liberal.

Me viene ahora a la memoria mi época de estudiante de Económicas en Sarriko, allá por 1976, cuando Friedman era considerado por los estudiantes más concienciados, que eramos muchos, como un icono de la derecha económica más reaccionaria, entre la que se encontraba nuestro profesor de economía y decano, admirador piadoso del norteamericano. Las pintadas contra Milton Friedman eran habituales en las paredes de la facultad.

La verdad es que uno había perdido la pista del viejo dinosaurio ultrareaccionario, intuyendo que ya había fallecido y se encuentra de sopetón con la sorpresa de que este avezado profesor y autor de cabecera de individuos como Federico J. Losantos aún vivía en la próspera y liberal California. Huerfános se habrán quedado todos estos liberales en lo económico, enemigos de la intervención del Estado en todo lo que concierna a la acumulación de riqueza de los capitalistas, pero defensores a ultranza de la contundente intervención del Estado, por medio de policías y ejércitos, contra todo aquello que amenace sus privilegios de clase. Liberales de pacotilla que disfrazan su carácter reaccionario en fórmulas tan manidas como la entronización del mercado en gran dios salvador de todas las economías. Descanse en paz.

2006/11/09

Un espacio para la cordura

Ha llegado a mis manos el resumen del avance de la investigación realizada por el profesor de origen australiano, residente en Ontario (Canadá), Sterling McGray, acerca de las “Disfuncionalidades psicosociales entre los habitantes de los territorios de Bizkaia y Gipuzkoa”, que es como, traducido del inglés, se viene a titular el trabajo. Un estudio que le ha llevado cuatro años de trabajo y cuyas primeras conclusiones, aún provisionales, publicará próximamente el prestigioso mensual científico estadounidense “Psycho-social features”.

El estudio se centra en la exploración de algunas de las variables más repetidas en las disputas acaecidas en los últimos años entre ambas comunidades, si así se les puede llamar, profundizando de forma clarividente en las profundas razones en que, según McGray, se sustentan tales comportamientos. El autor repasa diversos escenarios de enfrentamiento, como el fútbol (el más evidente), pero sin olvidarse de la antigua competencia remera entre Kaiku y Orio; la fervorosa disputa entre la amatxo de Begoña y la virgen de Arantzazu, o ya en un terreno más prosaico, el devenir de las disputas entre la morcilla guipuzcoana (de verdura) y la vizcaina (de arroz) o los piperras de Ibarra y Gernika. Las disputas sobre las olas de Mundaka o Zumaia; la pugna sobre si ha sido mejor ciclista Abraham Olano o Julián Gorospe o el clásico pique entre el txakoli de Getaria y el de Bakio, son también algunas de las variables tomadas en cuenta en el amplio estudio realizado por Sterling McGray.

Debido a lo reciente del caso, el profesor australiano no entra a valorar lo acontecido en torno al llamado “caso Zubiaurre”, que tanto ha dado que hablar en los últimos meses, llegando a causar la ruptura de relaciones institucionales entre el Athletic de Bilbao y la Real Sociedad de San Sebastián. Lamentablemente, el trabajo de campo de McGray se desarrolló entre los años 2000 y 2004 y por tanto no ha podido incluir ese asunto, aunque no se descarta que lo pueda tratar en una futura ampliación del trabajo.

Las conclusiones de McGray, que no tenemos porque compartir en su totalidad, se basan en la búsqueda de emblemas identitarios que den sentido a la vida de una comunidad, remontándose en ese sentido a luchas que se dieron en la misma Edad Media, las llamadas guerras banderizas, o a la participación de soldados vizcainos y guipuzcoanos en la conquista de Nafarroa Garaia. Ahí es donde McGray explica que, en realidad, Bizkaia y Gipuzkoa no son comunidades per se, sino que, por el contrario, son simples territorios, más o menos históricos (sus fronteras han variado en los últimos siglos), que forman parte de una comunidad más amplia a la que el autor denomina Basque Country y a la que nosotros llamaríamos Euskal Herria. Es por ello que el profesor de la University of Western Ontario (*) se subleva, afirmando que muchas de las disputas habidas en los últimos años han sido fomentadas por aquellos agentes políticos, sociales y mediáticos que no desean la unión de todos los territorios vascos en un solo proyecto nacional, lo que me atrevo a traducir como Estado europeo de Navarra.

Por todo ello señala que polémicas como las habidas sobre los campus universitarios de la UPV-EHU, sobre las relaciones Athletic-Real Sociedad o sobre la localización del Conservatorio Superior de Música en Bilbo o Donostia, obedecen a intereses ajenos a un proyecto nacional vasco y contribuyen de forma decidida a debilitarlo y, en su caso, a romperlo. Recuerda en ese sentido McGray, y creo que muy oportunamente, la munición empleada por España en su intento, parcialmente logrado, de diluir las señas de identidad comunes entre Navarra, Gipuzkoa, Araba y Bizkaia, insistiendo en la especificidad propia de un territorio foral que tampoco puede ser una nación sin sus territorios hermanos deletreados en las Coplas de Monteagudo.

Sterling McGray no es político, y por tanto no entra a valorar las raíces políticas del asunto ni a repartir responsabilidades. Sin embargo, su conocimiento del mundo globalizado y de la importancia de los reflejos mediáticos de las distintas realidades sociales lo empujan a denunciar sin complejos uno de los principales focos del problema. Así incluye un párrafo que no me resisto a reproducir íntegro: “El activismo del mayor grupo de comunicación del país, el bilbaino Vocento, ha sido uno de los factores principales a la hora de enconar las rivalidades entre vizcainos y guipuzcoanos. Gracias a la existencia de dos cabeceras de prensa en las dos capitales: “El correo español”, favorable a las tesis vizcainas, y “El diario vasco” a las guipuzcoanas (pese a su pertenencia al grupo bilbaino), ha conseguido vehiculizar los ánimos de uno y otro lado con resultados sorprendentes. El hecho de que existan aficionados del Athletic Club de Bilbao que deseen que la Real Sociedad baje a Segunda División y viceversa, muestra bien a las claras que alguien ha realizado muy bien su trabajo psicosocial”. Cita textual.

En ese sentido cabe decir que organismos como Euskal Hintxak o Esait están realizando una labor didáctica que intenta romper estas tendencias disgregadoras y antinacionales, pero el trabajo a realizar es demasiado arduo para abordarlo tan sólo desde los colectivos populares. La disputa por un jugador de fútbol como Iban Zubiaurre, en la que los dos clubes han actuado rematadamente mal, no debiera acentuar la brecha que llevamos años sufriendo entre una y otra parte. Todos quienes sientan que Euskal Herria es una comunidad nacional, plural y diversa, pero única, deben reflexionar y abandonar posturas provincialistas absurdas que tan sólo pueden traer peores consecuencias. Ana Urkijo y Miguel Fuentes, a los que considero personas maduras y competentes, deben sentarse a una mesa y hablar de sus problemas, para zanjarlos de manera dialogada y no en los tribunales de justicia. Cuando tanto se habla de diálogo y de mesas para resolver un conflicto mucho más complicado que éste como es el del reconocimiento del derecho a decidir de los vascos, no podemos dejar pudrir las diferencias futbolísticas, acentuando aún más los malos modos entre vizcainos y guipuzcoanos. Espero que aún haya un espacio para la cordura y el encuentro, en el que los seguidores de ambos equipos podamos abrazarnos, olvidando pasados agravios, y juntar fuerzas en defensa del fútbol vasco y de su selección nacional.

(*) Como el lector habrá adivinado, Sterling McGray es un personaje inventado por el autor como mero recurso literario.

2006/11/06

Catalunya-ko Ezkerra

La rápida conclusión de las negociaciones para la constitución del nuevo Govern de la Generalitat infunde varias sospechas, a cada cual peor. Si en 2003 tardaron tanto y ahora tan poco, ¿no será porque el poder aglutina más que la propia ideología, que el proyecto de país? En el caso del PSC-PSOE es natural que intenten mantenerse en el Gobierno catalán, dejarlo sería un primer fracaso en el camino victorioso de Zapatero. En cuanto a ICV-EUiA, es un partido socialdemócrata repleto de ex comunistas, que disfrutan en la gestión del capitalismo. A repetir tocan, que encima hemos subido unos escaños. Lo que ya no entiendo tan claramente es la postura adoptada por ERC.

Me explico. Un partido que se dice independentista y republicano puede flexibilizar sus programa máximo y acceder a ciertas cesiones en aras a seguir creciendo en influencia entre la ciudadanía. Eso es innegable. Pero hay que significar que ERC fue apeado por dos veces del ejecutivo autónomo. La primera tras el affaire Carod en Perpignan, con un acoso mediático digno de Belcebú. La segunda al pedir, eso sí a regañadientes, el no al Estatut en el pasado referendo. Siendo eso así, ¿cómo es posible que Carod se mantenga en sus trece?

La única razón que contiene algo de lógica es el empeño por mantenerse en el poder, a pesar de tener que gestionar un Estatuto rechazado de plano, al menos en teoría, por sus militantes y votantes. Parece que a los dirigentes de ERC les ha gustado en demasía pisar las moquetas del Palacio de la Generalitat y no están por la labor de ejercer una oposición coherente que permita ir aglutinando en su entorno a todas las fuerzas independentistas catalanas, y no solamente las del Principat. Han elegido la perpetuación de la alianza con el PSOE, en detrimento de ensanchar el independentismo. Que les vaya bonito.

2006/11/02

Ciutadans ¿de Catalunya o de las Españas?

Las elecciones celebradas el día 1 de noviembre en Catalunya ofrecen innumerables lecturas, tanto sobre la propia realidad catalana, como en lo que pueden tener de repercusión en Navarra (Euskal Herria), como en su trascendencia a la hora de la gobernabilidad del Estado español. Pero antes de entrar en alguna de ellas, conviene señalar la enorme abstención que han ejercido los ciudadanos y ciudadanas catalanes. Casi la mitad de las personas con derecho a sufragio (un 43% pasado) ha desistido de depositar su voto en la urna. Si a ello añadimos los menores de edad y los inmigrantes sin derecho a voto, nos encontramos ante una panorama complicado, en el que el índice de representatividad del Parlament es, cuando menos, discutible. En esta semana se hablará de ello con mayor o menor fortuna. La semana siguiente todos los análisis girarán en torno a las alianzas para conformar el Govern y este problema sustancial se habrá olvidado.

A esa altísima abstención se une otro dato revelador. El partido que lideró el anterior Govern de la Generalitat (PSC) es el que sale peor parado del lance electoral tras ceder 5 escaños, seguido por otra formación que también formó parte del Tripartit, como es ERC (-2). El tercer perdedor es el PP (-1). El resto de candidaturas gana. La izquierda de ICV-EUiA gana tres asientos en la cámara, los mismos que el anticatalanista Ciutadans (+3), mientras que CiU recupera dos escaños. Está claro que el Tripartit de Maragall cede en total cuatro escaños de apoyo, mientras que su gran rival nacionalista sale fortalecido, al aumentar además su ventaja en votos y asientos con el PSC, el segundo partido del Principat. Por lo tanto, la solución más lógica pasa por un Govern de CiU, apoyado en la cámara por el PSC (con contrapartidas en Madrid), modelo similar al que mantuvo Convergencia i Unió con el PP de la época de Aznar, o en su defecto con el apoyo de Esquerra Republicana, que tendría contrapartidas institucionales (presidencia del Parlament, etc) pero no entraría en el gabinete. La reedición del Tripartit se antoja harto complicada, al menos con los datos del día después.

Un tercera cuestión de alcance es el sorprendente resultado del partido de la inteligentsia antinacionalista Ciutadans. Con un líder desconocido y una campaña marginal y antisistema han logrado 90.000 votos y tres escaños. Es cierto que se trata de un fenómeno estrictamente barcelonés, pero no por ello debe dejar de preocupar a los responsables políticos y culturales de Catalunya. La demagogia y chabacanería de este ¿partido? ha sido seguida por muchos miles de catalanes, lo que demuestra la existencia de un malestar latente en esa sociedad, malestar que habrá que corregir con medidas adecuadas. El éxito alcanzado, tan celebrado por la extrema derecha mediática (Cope y El Mundo), hace temer que el modelo pueda exportarse a otros territorios como el vasco. En nuestro país tenemos personajes, mucho más conocidos que Rivera, que estarían posiblemente dispuestos a subirse a ese carro. Pongamos a Rosa Díez, Gotzone Mora o Carlos Martínez Gorriarán. Arcadi Espada ya ha mostrado públicamente la posibilidad de organizar el tinglado en el "País Vasco". Puede ser una competencia para el PP y el PSOE, pero a su vez es un verdadero ariete antinacionalista que debiera preocupar a las fuerzas autodeterministas vascas. En Andalucía y en Madrid, entre otros lugares, ya poseen una mínima organización y el hecho relevante es que la suma de PP y Ciutadans en el Parlament es de 17 escaños, cuando el PP tenía hasta ahora 15, por lo que el saldo es positivo. Habrá que seguirles la pista con atención, sobre todo después de conocer las felicitaciones de Díez y Gorriarán al partido de Boadella y Espada. Y ojo con la FAES, en cuya revista escriben algunos de los cerebros de Ciutadans, por ahora de Catalunya, próximamente de las Españas.

Dejo para el final la lectura "vasca" de los resultados. Quienes hablaban de entente PSE-Batasuna para reeditar la alianza catalana aquí, quedan en mal lugar. No parece que esa opción esté madura tras el fracaso del nuevo Estatut y el bajón de PSC y Esquerra en las elecciones. Además, Josu Jon Imaz, que apoyó a Mas en la campaña, sale reforzado frente a Egibar, más cercano a Esquerra, como su padrino Arzalluz. Y recordar que en Galicia el acuerdo PSG-BNG es más parecido a los gobiernos de coalición PNV-PSE presididos por Ardanza que a otra cosa. El líder del BNG estuvo con Imaz junto a Artur Mas, no nos equivoquemos. El partido gallego está alineado con el PNV y CiU, y se aleja cada vez más de sus orígenes de izquierda nacionalista. En resumen, que los resultados catalanes habrá que digerirlos con paciencia y un buen txakoli de Enkarterri.