A Belen González Peñalba, in memoriam
Un mediático diputado republicano catalán ha puesto de moda el término anomalía. Lo utiliza para describir el procés, pero yo lo voy a emplear en otros menesteres. La anomalía es una desviación o discrepancia de una regla o de un uso, pero también un defecto de forma o de funcionamiento. Ahí estamos.
La situación creada ante el juicio a cinco presuntos violadores en Iruñea ha traído consigo una grave anomalía. La pretensión de abogados de la defensa y algunos medios de poner en cuestión la actitud de la víctima, que no solo tiene que ser decente y no promiscua, sino que encima debe de comportarse como una heroína de los tebeos de la Marvel. Parece increíble que a estas alturas del siglo XXI se puedan plantear esquemas de pensamiento tan machistas, tan degradantes, tan impresentables. En vez de poner en cuestión el comportamiento de una banda de presuntos abusones sexuales, que al parecer ya habían protagonizado hazañas semejantes en otras ocasiones, se cuestiona a la víctima, qué casualidad, una mujer joven, de 18 años.