Iñigo Urkullu, presidente del EBB de EAJ-PNV.
Como lo prometido es deuda, abordo con más espacio los últimos episodios protagonizados por Iñigo Urkullu y su partido, una formación con la que hay que contar, se quiera o no, a la hora de cambiar el escenario político vasco. En su reiterada búsqueda de la centralidad, el PNV puede quedarse en terreno de nadie. Hace Urkullu un ofrecimiento, interesado, como interlocutor multilateral. Se enorgullece de poder hablar con tirios y troyanos, pero en esa misma autodefinición, se retrata.
Hace ya muchos años que el PNV dejó de ser la vanguardia de la lucha de liberación nacional de Euskal Herria. Hace tantos años que nadie se acuerda, salvo algunos historiadores. Pero hay que decir que hubo un tiempo, lejano y recóndito, en que sí que lo fue. Luego ocurrió que unos jóvenes nacionalistas entendieron que aquella vieja herramienta, creada por los hermanos Arana Goiri, había quedado obsoleta, y fundaron Euskadi Ta Askatasuna (ETA). El nuevo movimiento ha dado lugar a lo largo de más de cincuenta años a múltiples organizaciones, grupos, asociaciones e iniciativas de todo tipo, que han ido conformando un espacio político relevante y decisorio en el país. Un espacio que está en fase de reconstrucción o redefinición, como lo demuestra el Acuerdo de Gernika. Y ese espacio, viejo y nuevo a la vez, es temido por el Euskadi Buru Batzar. Muy temido.
Los posicionamientos que Urkullu y su partido [salvo excepciones significativas como Markel Olano] están escenificando estas semanas, tras el anuncio del cese de acciones ofensivas por parte de ETA, responden en buena medida a ese temor. La dirección del PNV sabe que la apuesta que ahora encabeza Rufi Etxeberria es sólida, que no tiene vuelta atrás. Y entiende que, en un nuevo escenario a crear, la izquierda independentista/soberanista tiene un importante papel que jugar en este país. Probablemente mayor que el que pueda jugar el PNV.
Es por ello que por un lado Urkullu se posiciona junto a PSOE y PP en el "no es suficiente" y "el único comunicado válido de la banda es la disolución y la entrega de armas", pero a renglón seguido plantea una supuesta iniciativa multilateral, denominada "Ados", que dibuja, con otros aditamentos, una especie de Plan de Ajuria Enea bis. Las gentes de Sabin Etxea no quieren aportar al proceso soberanista ni apostar fuerte por la liberación nacional, puesto que están cómodos con la transferencia de las políticas activas de empleo y otras menudencias estatutarias. No se dan por enterados de que ELA y el propio Ibarretxe, con su famoso plan, han procedido hace tiempo al entierro del Estatuto. Pero al mismo tiempo quieren visualizar que no son lo mismo que PSOE y PP, que están dispuestos a hablar con la izquierda abertzale y "liderar", como fuerza mayoritaria en la CAPV, una especie de proceso de paz de la señorita Pepis.
La posición adoptada por Urkullu, asumida de facto por Egibar y su sector, es decepcionante y refleja la levedad político de un presidente, que ni siquiera posee la habilidad dialéctica de su mentor Josu Jon Imaz. Acostumbran los hombres y mujeres del PNV a sacar a pasear la figura histórica de José Antonio Agirre, como ejemplo de lehendakari comprometido con su pueblo. Desde el respeto que profeso al personaje, que no admiración política, me pregunto si puede existir alguien en el seno del PNV que pueda pensar que Agirre, de estar ahora al frente del partido, mantendría la posición meliflua y tibia que defiende Urkullu.
- Avales - Iñigo Urkullu [urkullu.wordpress.com]
- Gernikako kimua - Pello Urzelai [berria.info]