2008/09/25

En la montaña rusa


Puede que el título le deba algo a Lev Tolstói, de quien estoy leyendo sus diarios, ya que el escritor ruso acostumbró a viajar a ese Cáucaso indomable que aún sigue en conflicto. Pero el título, utilizado por los cronistas de Bolsa, viene a cuento de los acontecimientos que están sucediendo estos últimos días, este sube y baja continuo que parece marearnos.

Uno debiera estar acostumbrado a estos sobresaltos, que para eso tiene ya los cincuenta cumplidos, pero no hay manera de aceptar como cotidiano este rosario de actuaciones. Tras una semana de ilegalizaciones varias (ANV, Gestoras, Askatasuna, EHAK) y de altas condenas de cárcel a militantes pro-amnistía, llegó un fin de semana en el que los atentados con coches-bomba se sucedieron sin solución de continuidad en Gasteiz, Ondarroa y Santoña. Además, la escalada violenta paso del incruento ataque a la Caja Vital Kutxa al perpetrado contra la comisaría de la Ertzaintza en el pueblo vizcaino (siete heridos) y posteriormente al cometido también en la costa, esta vez cántabra, con un militar muerto y varios heridos, algunos de gravedad.

Esta semana ha sido, hasta el momento, la de las detenciones. Tras las efectuadas en el centro de Francia contra Unai Fano y Maria Lizarraga, presuntos miembros de ETA, llegan las catorce detenciones en suelo vasco, al parecer contra la estructura de Batasuna en Ipar Euskal Herria. Hay que recordar que en esta parte del país, bajo administración francesa, el partido independentista goza de estatuto legal como el PS o la UMP.

Hasta aquí el somero repaso a lo acontecido. Y ahora vienen los interrogantes. Uno se pregunta ¿hasta cuándo? ¿por qué seguimos sin una solución? ¿quienes tienen la culpa?

Es evidente que las culpas deben ser repartidas entre todos los agentes presentes en el conflicto, pero no de igual forma. Unos tienen más culpa que otros, sin duda. Y en mi opinión quienes más culpa acumulan son los Estados español y francés, incapaces de reconocer la singularidad vasca, forjada a través de muchos siglos de historia. Esta es la piedra de toque del conflicto que vivimos y conviene que no la olvidemos.

Ahora bien, en el tablero de ajedrez en el que nos movemos no basta con señalar a los mayores culpables, sino que también debemos pedir responsabilidades al resto de agentes. En primer lugar a los partidos que asumen tareas de gobierno en nuestro territorio, llámense PNV, UPN, UMP y sus acompañantes de EA, EB y demás. Su falta de voluntad para dar pasos en la búsqueda de soluciones clama al cielo. En el caso del tripartito de la CAV se ha dado un permanente intento de equidistancia entre el Estado y la izquierda independentista, que al final siempre acaba plegándose a los intereses estatales y colaborando en la marginación de esa izquierda que ellos llaman radical.

Pero si queremos contribuir a la solución, a la superación del actual estado de cosas, debemos también decir que la izquierda independentista tiene, evidentemente, su cuota de responsabilidad al respecto. Que no basta con criticar la falta de voluntad de los demás, sino que, haciendo de tripas corazón, en una situación límite como la actual, debe dar pasos que sirvan verdaderamente para que más temprano que tarde vislumbremos una lucecita, aunque sea diminuta, al final del túnel. Este pueblo se lo merece.

Desconozco cuales deben ser las estrategias y las tácticas a seguir en ese camino. Pero parece claro que el empeño en fórmulas que se han mostrado insuficientes para desatascar el contencioso, no es sostenible en el tiempo. Estas semanas se está hablando de la recuperación del espíritu de Lizarra-Garazi, de un nuevo intento de aunar fuerzas en torno al independentismo por medio de plataformas, se ha citado Anoeta e incluso se han lanzado rumores interesados sobre "marcas blancas" para las próximas elecciones autonómicas en la CAV. Conviene separar el grano de la paja y descartar tentaciones posibilistas de corto alcance. La izquierda independentista se juega mucho para arriesgar todo el capital político en fórmulas de laboratorio no suficientemente contrastadas. Pero tampoco puede permanecer en el inmovilismo, esperando que pase la tormenta y escampe. Debe empujar el carro de la superación del conflicto mediante el diálogo y la negociación, debe aunar fuerzas y evitar dispersiones y desgastes. En resumen, debe dar pasos adelante, firmes y en la buena dirección, pero sin precipitaciones que puedan pasar factura en un futuro.

2008/09/21

El capitalismo exuberante se entrega al Estado


La aguda crisis que están viviendo estos días los mercados financieros, y especialmente los bancos de negocios, es una consecuencia más de la política económica defendida por los herederos del padre teórico de la escuela ultraliberal, Milton Friedman. El hipercapitalismo, basado en la ausencia total de reglas, en la ganancia a corto plazo, el tráfico de influencias y la preponderancia de la economía virtual sobre la real, acarrea estos riesgos. Todo parece indicar que asistimos al primer acto de una tragicomedia que traerá aparejadas otras consecuencias, hoy y por hoy difíciles de prever.

La compraventa compulsiva de accionesen búsqueda del beneficio instantáneo, no importa el método empleado, las fusiones y absorciones de compañías sin ningún plan industrial detrás, y el resto de operaciones especulativas que se han dado en los últimos años, han catapultado a la cumbre de las economías financieras a bancos, grupos energéticos o constructoras que fijan su gestión en la ganancia fácil y rápida, huyendo de las prácticas asentadas en la creación de riqueza y, en última instancia, en la satisfacción de las necesidades de las personas, que debiera ser el objetivo principal a conseguir.

Muchas empresas han dejado de ser herramientas que ofrecían productos o servicios a la sociedad, a la vez que otorgaban beneficios a sus propietarios, para convertirse en puros fines en sí mismas, en plataformas financieras que tan sólo se dedican al pelotazo, la inversión a cortísimo plazo, incluso en cuestión de horas y, por consiguiente, a la más descarnada especulación.

Estamos frente al capitalismo exuberante de que hablaba el ex responsable de la Reserva Federal estadounidense, Alan Greenspan, un capitalismo irracional, que ha estado cabalgando al galope sin riendas y al que el propio caballo ha arrojado al suelo sin piedad. Las bancarrotas de bancos de inversión como Lehman Brothers no son sino producto de semejante exuberancia, originada en un principio por la crisis hipotecaria en Estados Unidos, que no ha sido sino el detonante para que el castillo de naipes empiece a derrumbarse.

Habrá más víctimas honorables en este episodio de ajuste que estamos presenciando. Quienes muestren mayor fortaleza en sus cuentas de resultados comprarán a precios de ganga antiguos imperios financieros venidos a menos y las fusiones defensivas se convertirán en algo habitual. El capitalismo, como sistema económico dominante, no va a perecer en el intento, no nos engañemos, pero algunos de los tiburones más agresivos, quienes han realizado las políticas más arriesgadas, acabarán cayendo devorados por las fauces de otros depredadores, más acostumbrados a navegar a menor velocidad y con un mayor grado de seguridad.

Dicho esto, hay que considerar el modo en que vuelve al primer plano la gran contradicción de la ideología neoliberal, sustentada en la primacía del mercado y en la paulatina jibarización del Estado como agente interventor en la esfera económica. En situaciones menos alborotadas se vislumbraban ya las contradicciones. Por ejemplo la que se da entre el desprecio al Estado como agente regulador y el apoyo al mismo cuando se trata de intervenir sobre el terreno en una disputa por las materias primas, véase el caso de Irak. ¿Alguien ha escuchado a algún neoliberal quejarse por la intervención del Estado en forma de Ejército, Policía o Poder Judicial, cuando se ponen en duda la propiedad privada o el orden que defiende sus intereses?

Sin embargo, ahora mismo la contradicción entre el discurso neoliberal y la práctica seguida en la crisis es todavía más flagrante. La nacionalización encubierta de las agencias hipotecarias estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac, las ingentes ayudas públicas a la aseguradora AIG o las anteriores intervenciones de rescate a Northern Rock (nacionalizado en febrero pasado por el Gobierno británico) o Bear Stearns (absorbido por JPMorgan con la mediación de la Fed), no son sino la demostración más palpable de que los profetas de la desregulación y el laissez faire se arrugan a las primeras de cambio y piden sopitas al odioso papá Estado cuando las cosas se complican. La prueba evidente es que las medidas intervencionistas han sido saludadas en todos los casos con sonoros hurras en los mercados bursátiles de Occidente, se supone que templos sagrados de la ley de la selva económica. Pero conviene señalar que la intervención estatal sobre empresas en dificultades no es un fenómeno nuevo. Gobiernos estadounidenses como los de Richard Nixon y James Carter ya se hicieron cargo del rescate de la militar Lockeed Aircraft o de la mismísima Chrysler. Asimismo hay que subrayar que a las intervenciones puntuales para sostener a empresas en riesgo de quiebra, se le suman estos días las inyecciones millonarias de liquidez efectuadas en comandita por los principales bancos centrales, la última por 180.000 millones de dólares.

La dimensión de la crisis, que expertos como Greenspan sitúan en la mayor en 50 años, ha hecho que a muchos neoliberales les tiemblen las piernas. El presidente de la CEOE española, Gerardo Díaz Ferrán, afirma que «hay que hacer una paréntesis en la economía libre de mercado» y aboga por medias intervencionistas como las adoptadas en Estados Unidos. Vuelven a salir como champiñones los economistas que añoran a Keynes y gurús como el ex director gerente del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, califican de “hipocresía” del sistema todo lo que está aconteciendo. Algunos otros líderes de opinión se han sumado a la nueva moda y la Reserva Federal estadounidense y el organismo que controla los mercados bursátiles, la Sec, estudian la puesta en marcha de una agencia estatal que se haga cargo de aquellos activos dañados durante la crisis, para poder sacarlos de los balances de las compañías en riesgo. Se trataría de una nueva versión de la Resolution Trust Corporation creada en 1989 con parecidos objetivos. Al final va a resultar que el Gobierno de George W. Bush, sustentado en las difusas tramas de los neocon ultraliberales, se va a encumbrar como el gabinete estadounidense más intervencionista de la historia de su país.

Pero, ¿cuál es la solución? Por supuesto que la verdadera salida a este tipo de situaciones reside en la puesta en marcha de un sistema económico alternativo, orientado para servir a las personas y no para que las personas estén al servicio de aquél. Un sistema que disponga de mecanismos que administren con austeridad los recursos y fomente la paulatina desaparición de las diferencias sociales entre ricos y pobres. No obstante, entretanto alcanzamos esa utopía, habrá que exigir a los Gobiernos de turno que pongan freno a esa exuberancia irracional de los mercados, acotando la especulación y el tráfico de información privilegiada y de influencias. Unos Gobiernos que se comprometan a llevar ante la justicia a todos esos ejecutivos agresivos, recién salidos de las escuelas de negocios más exclusivas, que se dedican a dilapidar la riqueza jugando de forma compulsiva al monopoly, sin que les importe nada la economía real o las necesidades básicas de tantos millones de habitantes de este planeta.

[Publicado en "Deia", 2008-09-21 y "Gara", 2008-09-26]]

2008/09/14

¿Y ahora qué?

El rechazo del Tribunal Constitucional español a la ley de Consulta aprobada en el parlamento de Gasteiz no ha sorprendido a nadie. Era una decisión esperada y tal vez lo único reseñable es que la resolución judicial haya sido adoptada por unanimidad.

También era previsible la roma respuesta de quienes sustentan el proyecto de consulta. Apenas una declaración institucional y un amago de recurso ante Estrasburgo. En resumen, nada de nada. La falta de impulso político del bloque citado (PNV, EA, EB y Aralar) es descorazonadora. Pero es de pura lógica. Quienes aceptaron hace ya treinta años este estado de cosas, es decir el marco que representa el binomio inseparable Constitución/Estatuto, no están en condiciones de variar su programa y práctica política de un día para otro. Es cierto que lo hicieron en un pequeño periodo de tiempo, en lo que se ha dado en llamar Lizarra-Garazi, pero aquello, por muchos que algunos se empeñen, fue flor de un día en el caso del PNV. Y dudo mucho que se pueda volver a repetir con ese partido incluido.

Además, la sentencia del TC deja más claro que nunca que la vía institucional actual, basada en el puente aéreo Foronda-Barajas, no da más de sí. Tras la misma, resulta urgente plantear otras estrategias diferentes, que descansen principalmente en la propia voluntad del pueblo vasco y en la convicción para mostrar a la opinión internacional que los vascos tenemos derecho a nuestro propio autogobierno, como Kosovo, Osetia del Sur o las Islas Salomon, que igual me da coger uno u otro ejemplo.

Pero para poner en marcha ese nuevo rumbo habría que recomponer previamente todo el escenario político de Euskal Herria. Con los actuales moldes no vamos a poder avanzar. Hasta que no nos demos cuenta de que es el pueblo vasco, organizado y concienciado, el único capaz de romper el status quo vigente, no podremos dar ese paso. Es muy fácil escribirlo, pero muy díficil abrir las vías adecuadas para que, entre todos, podamos llevar adelante un proyecto de esta envergadura.

Después de tantos años de luchas políticas y sociales en este país, buena parte de ellas muy duras y con mucho coste humano y personal, parece evidente que la única manera de desbloquear la situación actual de impasse es la formación de una amplia plataforma independentista o por el derecho a decidir, que tanto da, que aglutine a todas las fuerzas políticas, sociales y ciudadanas dispuestas a exigir el cumplimiento de ese derecho. Una plataforma que deje a un lado las diferencias históricas y las diversas estrategias utilizadas hasta el momento, y sea capaz de unir voluntades en torno a un mismo objetivo: la independencia nacional de Euskal Herria.

Todo lo demás será seguir dando vueltas alrededor de las norias española y francesa y permitir que quienes no están dispuestos a conceder ni la más mínima oportunidad a este pueblo, como es el caso de Rodríguez Zapatero y Sarkozy, continúen saliéndose con la suya e impidan que rompamos de una vez aquel yugo franco-español del que hablaba la canción que me cantaba mi tío el del Jagi-Jagi.

2008/09/12

La inaplazable fusión de las cajas


Andan alterados estos días los medios de comunicación con las cuestiones relacionadas con la fusión de algunas cajas de ahorro vascas, operación que parece haber pasado del cuatro al dos sin solución de continuidad. Hace ya 18 años desde que se llevaron a cabo las fusiones entre cajas municipales y provinciales en los cuatro territorios del sur, lo que simplificó en buen grado el mapa de entidades financieras del país. Desde aquellos tiempos, la inoperancia de los dirigentes políticos, la disgregación administrativa que padecemos y las reservas provincialistas que anidan en tantas mentes de este país han conseguido dejar en el cajón hasta ahora el nuevo e inaplazable paso: la fusión interprovincial entre las cuatro entidades que integran la Federación de Cajas de Ahorros Vasco-Navarras (FCAVN).

En grandes líneas, y a día de hoy, el mapa financiero cuenta con las cuatro cajas provinciales (BBK, CajaNavarra, Gipuzkoa Kutxa y Caja Vital), las dos cajas rurales (Caja Rural de Navarra e Ipar Kutxa) y la Caja Laboral del grupo Mondragon. En cuanto a bancos, podemos señalar al BBVA, tan solo porque mantiene su domicilio social en Bilbao, al Banco Guipuzcoano (cuyos mayores accionistas son BBK y Kutxa), a la pequeña Banca Inchauspe y muy poco más. Desaparecido el Banco de Vitoria en el seno de Banesto y orillados como enseña regional el Banco de Vasconia (Popular) y Bankoa (Crédit Agricole), el panorama es más romo que nunca.

Los tiempos en que las entidades financieras vascas eran legión han pasado a la historia, debido a un proceso de concentración constante que ha acabado con buena parte de ellas. El histórico Banco del Comercio, el Banco de San Sebastián o el de Tolosa han ido siendo fagocitados por grandes grupos bancarios, lo que ha redundado en el aumento del grado de concentración hasta límites asfixiantes.

Pero este fenómeno de concentración no es algo privativo de Euskal Herria. En el Estado español tan solo hay cuatro entidades de gran tamaño (Santander, BBVA, La Caixa y Caja Madrid), y en el francés pasa tres cuartos de lo mismo, con BNP-Paribas, Crédit Agricole y Société Générale. Por lo tanto, la operación de fusión de las cajas de Euskal Herria tiene tal lógica empresarial y económica, que no hay nadie que se niege a ella adiciendo ese tipo de razones. Es evidente que de lo que se habla respecto de la fusión es de política, mejor dicho, de alta política, porque el asunto afecta a la estructuración territorial del país y a sus equilibrios internos.

Se haga o no la fusión, a dos, a tres o a cuatro, lo cierto es que vendrá ya muy tarde. Es curioso comprobar como los partidos que más se han opuesto a la misma aquí, PP y PSOE, han impulsado la concentración de cajas en las comunidades del Estado en las que dominan, léase Andalucía, Castilla, Aragón o Galicia. Una receta que ha fortalecido a algunas entidades medianas, que ya no lo son tanto si las comparamos con las cajas provinciales que operan en Euskal Herria.

Además, esas cajas, producto de las sucesivas fusiones y concentraciones, llevan años operando en nuestro país, y en el caso de algunas, como La Caixa, con notable éxito. Como consecuencia de ello, han restado cuota de mercado a las cajas uniprovinciales en sus propios territorios, y éstas, se han visto obligadas a realizar procesos de expansión en zonas como Madrid, Catalunya o la costa mediterránea, porque en sus propios territorios han alcanzado sus topes de crecimiento.

Hay que volver a recordar que ha existido durante años un pacto no escrito entre las cuatro entidades que conforman la federación vasco-navarra, por el cual no se abrían oficinas en los territorios vecinos, acuerdo que guardaba una lógica, pero que iba en contra de la competencia, lo que ha significado altas sanciones económicas por parte de las autoridades bancarias españolas. Ahora bien, precisamente el final de la implementación de esa lógica de no agresión conduce a un panorama de todos contra todos que puede llegar a ser inasumible, lo que fuerza directamente la fusión intercajas.

Fusión o fusión

Estamos pues en el punto de arranque de una serie de movimientos que trastocarán definitivamente el mapa financiero vasco. Todo el mundo se está moviendo y no se descarta que en los próximos tiempos se produzcan fusiones de cajas pertenecientes a distintas comunidades autónomas, es decir, que, por poner un ejemplo, Caixa Galicia y Cajastur podrían protagonizar un proceso de concentración. Teniendo en cuenta ese panorama, es más urgente que nunca que las cajas vascas se agrupen para engrosar una única entidad. Es la mejor manera de adquirir el suficiente músculo financiero para abordar los retos de los próximos años. Cuestión diferente es analizar la gestión de la caja resultante, si incrementará o no su obra social, si impulsará las políticas sociales de vivienda, educación y sanidad que este país requiere o si se conformará, como me temo, con poner su bonito logotipo en las camisetas de algún equipo de fútbol en declive.

De lo que se trata en este momento es de dilucidar el tamaño de la operación. Es más, de ver las posibilidades de supervivencia en solitario de una caja como la Vital, abocada a unirse a otras, sean la BBK, Caja Rioja o Caja Navarra. Es evidente que una fusión a tres sería más efectiva y contundente a corto plazo, pero no podemos olvidar que si BBK y Kutxa se unen y la Vital no se suma a la unión, corre el grave riesgo de que la caja unificada comience a abrir sucursales en Araba y le acabe minando su propia clientela. Y a Caja Navarra le puede suceder algo parecido. Sin pacto, ya nadie tiene derechos exclusivos sobre un determinado territorio. Si La Caixa o CajaMadrid pueden operar tranquilamente en Iruñea o Amurrio, ¿porqué no lo va a poder hacer la nueva Kutxa Batua?

Quedan pues muchas incógnitas por resolver, pero si algo está meridianamente claro es que los procesos de concentración son imparables y que dependerán fundamentalmente de las voluntades políticas de cada momento. Los tiempos en que las cajas de ahorro funcionaban como una delegación de la Diputación de turno, como sigue ocurriendo en Nafarroa, con Miguel Sanz como presidente de la entidad de ahorro, van a pasar muy pronto a ser historia. Quienes den el primer paso hacia adelante tendrán muchas ventajas en el próximo futuro y quienes se enquisten en sus delirios provincialistas estarán haciendo una apuesta inequívoca por la decadencia de los territorios que dicen defender y proteger de supuestas agresiones externas.

2008/09/09

Un par de lecturas provechosas

Como leer es la única manera fiable de ser instruido, os adjunto el enlace a dos provechosas lecturas de este fin de semana. Habrá habido más, sin duda, pero no han estado en mi mundo.

La primera es el artículo publicado en Gara por el ex secretario general de LAB, Rafa Díez Usabiaga, una persona que todo el munco coincide en valorar como referencial en la izquierda independentista vasca. X aniversario de Lizarra-Garazi es su título.

El segundo es un artículo del sociólogo catalán Manuel Castells sobre política internacional e independentismo. Castells es un profesor muy prestigioso, especialmente en Estados Unidos, y sus artículos siempre vale la pena leer. Este pue publicado en La Vanguardia el pasado sábado, bajo el titulo de Geopolítica del independentismo. Buen provecho

2008/09/05

«Multiplicate por cero»


"Multiplicate por cero", el eslogan simpsoniano del pequeño Bart, podría ser el lema fundacional de los responsables del BEC (Bilbao Exhibition Centre), antigua Feria de Muestras de Bilbao con sede ahora en Barakaldo.

Los 40 millones de euros perdidos en el ultimo ejercicio de la entidad se suman a una sangría anterior que nadie parece capaz de taponar. Y no solo se trata de amortizaciones de las cuantiosas inversiones realizadas, que eso sería lo de menos, sino de un déficit de explotación que ronda los cinco millones de euros anuales. Como los socios de la institución son entidades públicas, se saca más dinero de la caja de todos, y asunto acabado. Si la operación de traslado a Barakaldo de las instalaciones de la Feria ya creó dudas en su día, sobre todo por la falta de oferta hotelera en la capital de Ezkerraldea, ahora nos encontramos con una gestión manifiestamente mejorable.

El despilfarro en las obras públicas es una constante de los políticos que nos desgobiernan, ya sean del PNV, del PSOE, de IU o del PP. El nuevo regalo de 10.000 metros cuadrados al club de fútbol patrocinado por Petronor, por parte del tándem Azkuna-Madrazo (Julia), es otro ejemplo de la falta de una mínima cultura de lo público que sufrimos en este país.

Los políticos hacen y deshacen con los bienes de todos como si de una finca particular se tratase. Es igual que hablemos de las haciendas públicas, los terrenos municipales, las cajas de ahorros o las instalaciones dedicadas a ferias y congresos. Es una constante que se viene dando desde la muerte de Franco. Es sabido que en pleno franquismo el caciquismo era ley, pero lo triste es que, tras tantos años de supuesta democracia, sigamos así.

Y lo peor de todo es que se anuncia el proyecto de un túnel que destrozará Jaizkibel y nadie alza la voz. Se sufrage con millones de euros a clubes privados de fútbol (fracasados en su trayectoria deportiva, por cierto) y nadie diga nada. Se prepare una fusión entre BBK y Kutxa a espaldas de los ciudadanos y no se origine un mínimo debate social.

Euskal Herria, un país en el que una buena pate de sus ciudadanso y ciudadanas han tenido históricamente un exquisito olfato para denunciar chanchullos y parar algunos grandes intentos de destrucción de lo público, de lo comunal, parece sumarse ahora a las opiniones públicas de otras latitudes, más preocupadas por la operación de nariz de la princesa consorte o por el embarazo de su ministra de Justicia, que por el aumento bestial del paro, la crisis económica o la epidemia de accidentes laborales.

La situación del BEC no va dar más de sí. Nadie va a dimitir. Ningún gestor será reemplazado de su puesto por inoperancia galopante. Eso sí, no sería de extrañar que ante el fiasco de los gestores pùblicos, se alcen voces neoliberales defendiendo la gestión privada de las instalaciones por parte de alguna multinacional del sector. Josu Jon estaría encantado y saludaría la operación desde su atalaya de Muskiz.

2008/09/01

"On verra"

Efe

Salió cumplidos los cincuenta de la cárcel de Martutene el preso político independentista Arnaldo Otegi Mondragón. Fue el sábado 30 de agosto, como se había anunciado con bastante antelación, lo que hizo que numerosos medios de información y desinformación, que de todo hay, destacasen efectivos hasta el barrio donostiarra.

Otegi, pese a que existe una sana tendencia en el independentismo a igualar a todos, no es un preso cualquiera. Todos los presos políticos vascos son importantes, desde luego, pero Otegi guarda en su persona un plus, que nadie puede ignorar. Ha participado en conversaciones y en diálogos, ha sido portavoz de muchos miles de compatriotas independentistas y precisamente por ello ha estado encarcelado quince meses. No tengo ni idea de las intenciones que guarda sobre su futuro personal, tal vez ni él mismo las conozca a día de hoy. También desconozco las intenciones del poder político-judicial español y cómo jugará sus distintas bazas represivas, que suman cuatro procesos diferentes. Lo que sí puedo decir es que Arnaldo Otegi Mondragón es necesario para el encauzamiento de un proceso político que supere el actual marco. Solemos decir que nadie es imprescindible pero que todos somos necesarios. En ese sentido afirmo que Otegi es necesario, aunque sé que muchos piensan incluso que es imprescindible.

Él no dijo nada nuevo al salir de la prisión y abrazarse a familiares y amigos, simplemente hizo un somero análisis de la situación, que desgraciadamente sigue estancada, idéntica a la que existía el día que el dirigente independentista entró en la cárcel. Habló de diálogo, de negociación y de setecientos presos. Un buen resumen.

No seré yo quien contribuya a la confusión reinante, que diría Bergamín. Este pueblo no se merece más confusiones, ni barullos. Lo que se merece es un grupo de políticos serios y eficaces que le llamen a las cosas por su nombre y pongan fin a tantos años de sufrimiento. La izquierda independentista, pese a haber sido descabezada y semiclandestinizada bajo el mandato de Rodríguez Zapatero, cuenta aún con el suficiente capital político para desenredar la situación. Queda por ver si el resto de agentes, especialmente el PSOE y el PNV, están por la labor.

Quiero pensar que todavía hay tiempo y lugar para una nueva oportunidad, pese a las necias palabras de José Blanco, vicesecretario general del PSOE. El corazón me pide un canto a esa esperanza, pero la cabeza me responde que es tarea imposible, al menos por el momento. On verra.