2020/11/08

Espíritu comunal

Hace unos días recibí en la oficina la visita inesperada de un viejo compañero de trabajo que se ha pasado los últimos 24 años de su vida entre rejas, lejos de su país. Lo vi sereno, entero, con un espíritu joven pese a todo. Tomando un café con él y otros amigos, me atreví a preguntarle por cómo veía el país un cuarto de siglo después de haber sido apresado y llevado a cárceles lejanas. Más prudente de lo que acostumbraba a ser cuando los dos trabajábamos en Hernani, me reconoció que Euskal Herria estaba distinta, cambiada. No supo aclararme si para bien o para mal, pero yo le leí entre líneas una cierta decepción. 

Le detuvieron en 1996 y ha salido hace una semanas. En este largo periodo de tiempo ha cambiado todo y no ha cambiado nada, según cómo se mire. Está claro que las calles están más tranquilas, que no hay atentados, que la crispación social ha disminuido, que el clima político es más relajado, pero también es cierto que, pese a lo que digan algunos illuminati, no estamos más cerca del ejercicio del derecho de autodeterminación, al contrario, estamos más lejos. Del socialismo, ni hablamos.

2020/11/02

Fatiga social

La pandemia protagonizada por la covid-19 está alimentando día tras día una sensación de agotamiento psíquico del que poca gente es capaz de librarse. Algún amigo utiliza el término depresión social para describir el estado de ánimo que le rodea. Yo voy a ser más comedido y voy a emplear el término fatiga social, que es menos contundente.

Foto: noticiasdegipuzkoa.eus

Las noticias diarias sobre el virus, todas ellas negativas, van horadando nuestra capacidad de resistencia y de resiliencia, nos van apartando de la alegría de vivir para acercarnos a un pesimismo de la inteligencia y de la voluntad, una especie de cataclismo social imparable. 

Las unidades de cuidados intensivos, de las que no se nos facilitan imágenes, son un campo de batalla en las que la ciencia y la medicina intentan derrotar a la enfermedad con variada fortuna. Las residencias de mayores siguen siendo uno de los eslabones débiles de la cadena de cuidados. Sufren por la enfermedad, pero sobre todo sufren por la soledad de unos aislamientos contraproducentes para todo el mundo, pero especialmente para las personas más vulnerables como ellas. Los ambulatorios se han convertido en salas monotemáticas, donde tan solo se atiende a los pacientes con covid, dando a entender que los demás pueden esperar, aunque padezcan dolencias graves.