Por pura casualidad visité recientemente el rastro de Emaús en el barrio de Belartza de Donostia, en el que se pueden adquirir libros interesantes a precios muy económicos. Un euro con cincuenta me costó el libro Los vascos, de Roger Collins, historiador medievalista británico, especialista en el periodo visigótico.
Lo compré por su título, evidentemente, ya que al autor no lo conocía de nada. Sin embargo, tras su lectura, me vienen a la cabeza algunas cuestiones que conviene reseñar. Es triste que a estas alturas del siglo XXI haya que hacerlo, pero da la impresión de que no nos queda otro remedio.
El libro es ya de por sí interesante, porque recoge testimonios sobre la presencia de los vascos desde épocas anteriores a la era cristiana hasta la alta edad media. Periodos que por lo general son poco tratados en este tipo de manuales. Huelga decir que Collins rebate la idea de que el contacto del pueblo vasco con los romanos fuera accidental, sino que por el contrario fue amplio, en especial en algunas zonas del territorio vascón.
2019/06/10
2019/06/03
Chivite, de entrada, no
En política no queda sitio para los ingenuos. Hace cuatro años EH Bildu regaló la alcaldía de Gasteiz a Gorka Urtaran (PNV), que había quedado tercero en las urnas, para evitar que Javier Maroto (PP) lograse la vara de mando de la ciudad. Ahora el mismo Urtaran ganado con claridad las elecciones, gracias en parte a votos provenientes del PP y la candidata de Bildu, Miren Larrion, cerebro de aquella operación, ha quedado tercera en los comicios. No hay más preguntas.
Hace muchos, muchísimos años, la peligrosa Herri Batasuna de aquellos tiempos, eran los años ochenta del pasado siglo, regaló la alcaldía de Iruñea al candidato del PSOE, Julián Balduz, para que de ese modo no gobernase la derecha navarra, siempre tan retrógrada. Nunca le fue devuelto el favor a HB, por supuesto, pero Balduz fue alcalde sin complejos toda le legislatura. Y así seguimos.
Hace muchos, muchísimos años, la peligrosa Herri Batasuna de aquellos tiempos, eran los años ochenta del pasado siglo, regaló la alcaldía de Iruñea al candidato del PSOE, Julián Balduz, para que de ese modo no gobernase la derecha navarra, siempre tan retrógrada. Nunca le fue devuelto el favor a HB, por supuesto, pero Balduz fue alcalde sin complejos toda le legislatura. Y así seguimos.
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