2011/04/20

Encefalograma plano

La Abogacía del Estado, una suerte de guardia pretoriana del ministro de la Gobernación, va a intentar evitar que miles y miles de ciudadanos vascos voten a su opción política preferida. El argumento es sobradamente conocido: Todo es ETA y si no lo es, hacemos que lo sea. Así de simple.

En estos casos siempre se empieza con la milagrosa aparición de un papel de la organización clandestina, o atribuido a ella, da igual, en el que se diseña lo que la Abogacía desea. Por ejemplo, ETA ha barajado la posibilidad de que en el futuro exista un polo soberanista, por lo que Bildu es precisamente eso y hay que impedir que se presente a las elecciones.

No importa que la coalición esté formada por Eusko Alkartasuna y Alternatiba, partidos que jamás han tenido vinculaciones con la organización clandestina, ni que los candidatos independientes estén fuera de la lista negra de 50.000 contaminados que circula por los despachos de Rubalcaba. Como dijo aquel ministro de Justicia canario, si no hay pruebas, se crearán. En eso están.

Mientras las fuerzas policiales hacen su trabajo, elaborando informes sobre los proyectos de ETA y su relación con Bildu, los medios de comunicación, unos más que otros, se dedican a publicar informaciones tan interesantes como la que dice que una candidata de Bildu en Bilbao es sobrina de Txabi Etxebarrieta, militante de ETA muerto en Benta Haundi en 1968, mucho antes de que naciera Aitziber. O que Bakartxo Ruiz tiene un hermano preso. Que yo sepa, ser pariente de alguien que está en la cárcel no te convierte en condenado. ¿O quizá sí? Alguien de la Abogacía del estado se ha parado a pensar que un cabeza de lista a las elecciones forales fue miembro de la mesa nacional de Herri Batasuna y es padre de una presa, acusada de intentar reconstruir Batasuna, el supuesto brazo político de la organización clandestina? ¿Estará esté hombre también contaminado?

Lo más grave de todo esto es que tras el contundente voto particular de siete miembros de la sala del 61 del Tribunal Supremo, el Estado no ha tenido la valentía, ni la honradez, de comenzar a variar su delirante politica respecto a Euskal Herria y la izquierda abertzale. Desde el PSOE le echan la culpa a la presión ejercida por el PP, y éste se justifica en la memoria de las víctimas, argumento que vale para todo. Pero, en todo caso, son los miembros del Gobierno actual, presidido por Rodríguez Zapatero, quienes tienen la responsabilidad de enderezar la trayectoria enajenante y represiva que han enarbolado como única politica posible en relación a este país.

Saben que la estrategia adoptada por la izquierda independentista tiene un calado histórico, que no tiene marcha atrás y que va a cambiar, pese a ellos, el escenario político de Euskal Herria a medio plazo. Y como lo saben, intentan aplazar ese cambio, preservando de paso las ventajas que les brinda la no presencia de la IA en las urnas e intentado provocar dificultades a la misma en el nuevo camino emprendido.Desgraciadamente, ni Zapatero, ni Rubalcaba dan más de sí. Su talla política se acerca cada vez más al encefalograma plano de los políticos pusilánimes, incapaces de resolver problemas, ese tipo de políticos que nunca pasarán a la historia.

2011/04/14

Ejemplo de liderazgo

El tiroteo ocurrido el pasado día 9 en Aubusson, centro del Estado francés, no fue un mero incidente, sino un acto incompatible con la tregua anunciada el 10 de enero por la organización clandestina ETA. Los activistas que viajan armados en coches robados se exponen a que un control de la gendarmería, que tal vez ya se encontraba tras su pista, acabe como lo hizo el del pasado sábado.

En la actual coyuntura vasca, en medio de un movimiento de cambio hacia un escenario de verdadera democracia, la izquierda abertzale está obligada a ejercer el liderazgo del proceso que ella misma ha propiciado. Las fallidas experiencias pasadas de Lizarra y Loiola, no permiten margen de error ni resquicios a la ambiguedad. De todo proceso, por frustante que haya sido, se saca alguna enseñanza. Una de las conclusiones más evidentes es que una reacción a tiempo puede evitar mayores contratiempos a futuro.

El comunicado emitido por la izquierda abertzale el lunes 11 de abril es un ejemplo paradigmático de ese tipo de reacciones. En el texto se dice que "Los compromisos adquiridos por ETA con el alto el fuego no son, en absoluto, compatibles con el tiroteo, siendo incomprensible e inaceptable lo acontecido". No se puede hablar más claro. Si durante mucho tiempo se tildó a la izquierda abertzale de ambiguedad, ahora no hay motivos para ello. Hasta el Gobierno español ha reconocido esos cambios. 

Probablemente habrá habido seguidores de la izquierda abertzale que se hayan extrañado del comunicado de ésta, al igual que del emitido por Sortu un día después. Sin embargo, todo aquel que haya leído con detenimiento el documento "Zutik EH" tendrá que convenir que el desarrollo del mismo lleva inevitablemente a la redacción de ese comunicado. En el documento publicado en febrero de 2010 se decía, entre otras cosas, que "será el empuje de la unidad de acción y la activación popular, desarrolladas mediante la utilización de vías y medios exclusivamente políticos y democráticos, el que abrirá el marco democrático." Fue el debate interno de la izquierda abertzale quien lo decidió y a estas alturas nadie dentro de la izquierda independentista se puede llamar a engaño.
Pese a que todavía quedan muchos obstáculos que remover, hoy está más clara que ayer la apuesta nítida de la izquierda abertzale por las vías pacíficas y democráticas, por la acumulación de fuerzas soberanistas, por la lucha de masas, institucional e ideológica, por la construcción de un bloque soberanista con vocación mayoritaria que lleve a este pueblo hacia la independencia.

Es claro que a los estados español y francés no les gusta la actual apuesta de la izquierda abertzale. No les gusta que sea ésta quien lidere el proceso. Por ello proseguirán las detenciones, los procesamientos, las zancadillas, las exigencias, pero ellos saben que al final no les quedará más remedio que reconocer la existencia en Euskal Herria de un amplio sector social que disiente del actual marco jurídico-político y que aspira a cambiarlo por medio de la convicción y de los votos. Es precisamente en ese terreno de confrontación donde tenemos más posibilidades de avanzar. Que nadie se tropiece con los árboles podridos que nos arrojan al camino; nos espera ahí mismo un frondoso hayedo.


2011/04/11

Una mera suposición

Todo lo que va escrito a continuación es una mera suposición que no tiene porque estar basada en datos fidedignos. Supongamos pues que un ciudadano vasco, que responde a las siglas J.E.B., hubiese sido, en la legislatura 1983-1987, concejal por Herri Batasuna y candidato a las Juntas Generales de Bizkaia. Así mismo, supongamos que hubiese sido candidato municipal y a juntas generales en la legislatura 1987-1991. Supongamos, ya puestos, que tras un periodo de inactividad política, el mismo J.E.B. se hubiese presentado para concejal por Euskal Herritarrok en las elecciones de 1999 y que, para rematar el expediente, hubiese ejercido de apoderado de ANV en los comicios locales de 1997. Supongamos también que el ciudadano anónimo de la historia, teniendo en cuenta la comprensible evolución humana, hubiese sido tentado por el partido Aralar para formar parte de su candidatura municipal en un pueblo de Gipuzkoa para las próximas elecciones del 22 de mayo. Ningún problema. El señor J.E.B. se colocaría en el puesto número dos de la lista y, con un pelín de suerte, hasta podría salir elegido concejal por el municipio en el que ahora reside.

Ahora bien, si, dejando a un lado las comprensibles evoluciones humanas, ese mismo ciudadano hubiera sido invitado a engrosar la lista municipal de su localidad por la plataforma Bildu, las cosas serían bien diferentes. Es más, ni siquiera habría sido invitado a tal cosa, sabedores los promotores de esa lista maldita, gentes de EA, Alternatiba e independientes, de que la inclusión del nombre de J.E.B en la plancha conllevaría un inminente peligro de impugnación de toda su candidatura por parte de la Administración central.

Según Iñaki Iriondo en "Gara", al menos 40.000 ciudadanos vascos se encuentran en la misma situación que J.E.B. Una situación inimaginable en cualquier democracia europea, que sin embargo se acepta con demasiada laxitud por la mayoría de agentes políticos vascos. Resulta paradójico además que el simple hecho de haber integrado en su día unas listas municipales, anule de facto el derecho a ser elegido de tantos y tantos ciudadanos de este país, y sin embargo, otros sujetos, relacionados en sus biografías con la violencia activa, puedan ser portavoces de foros antinacionalistas, editorialistas de Vocento o Prisa o creadores de opinión en medios de la extrema derecha, sin mayor problema.

La doble vara de medir es un método muy utilizado en nuestro país. Está bien pedir la legalización automática de Sortu, pero no estaría de más que los agentes políticos que concurren electoralmente dijeran algo de este impresentable apartheid político que lamina los derechos básicos de miles y miles de ciudadanos. Es más, algunos portavoces políticos insisten una y otra vez en que la izquierda abertzale estará presente en los comicios de una u otra manera, porque dispone de gran habilidad para ello. Resulta particularmente cínico decir eso, cuando semejantes opiniones proceden del ámbito del PNV. Sería interesante realizar un ejercicio teórico en el que ese partido estuviese impedido de presentar en sus listas a quienes las han integrado en los últimos 30 años. Seguro que tendría enormes problemas para completarlas.

Beste albisteak:

2011/04/04

Nuevos desafíos

Muchos ciudadanos escuchan de labios de los representantes políticos y de los medios de comunicación palabras que hablan de la conformación de un nuevo escenario político. La palabra nuevo arrastra consigo toda una nube de significados sexys, que hacen atractiva cualquier mercancía, incluso la que está averiada. Basta fijarse en los productos expuestos en las estanterías de los supermercados que pretenden atraer nuestra atención con un anuncio en letras de colores chillones en el que se expresa ese concepto. Berria, nuevo, new, es la fórmula irresistible, casi tanto como la de dohain, gratis, free.

Pues bien, ante la inminencia de ese nuevo escenario, da la impresión de que hay actores políticos que se sitúan con fórmulas viejas, utilizando manuales de épocas pasadas. Pero ese no es el camino. A nuevos tiempos, nuevos modos de intervenir. En muchas ocasiones, la tendencia a utilizar gastadas estrategias obedece a los miedos que suscita lo desconocido, lo nuevo. Un ejemplo paradigmático es la maniobra de aggiornamiento protagonizada por la coalición Aralar-PNV-Independientes para las elecciones locales y forales en Nafarroa Garaia. No son los que eran, pero se agarran a una imagen exitosa, añadiendo el año de nacimiento de la entente: "NaBai 2011". Es un juego para decir que no es lo mismo, pero a la vez mantener el señuelo de lo que fue. Se trata de una fórmula vieja para afrontar nuevos retos. Veremos cual es el resultado y hasta dónde alcanza el esfuerzo de marketing y el enmascaramiento de los cambios que se han producido en el pacto electoral navarro.

Pero no voy a dedicar este comentario a hablar de partidos políticos, alianzas y todo eso. Ya habrá tiempo cuando se vayan aproximando las elecciones. De lo que quiero tratar es de la conformación de ese nuevo escenario político, al que va a contribuir de forma decisiva la nueva estrategia de la izquierda independentista. Un escenario en el que van a cambiar muchas cosas.

La izquierda independentista conforma un espacio sociopolítico que está adquiriendo madurez. Pese a la represión sufrida por parte de los Estados español y francés, se ha ido construyendo un andamiaje político mucho más complicado de lo que puede parecer a primera vista. Un andamiaje del que forman parte ciudadanos, grupos, asociaciones diversas, un sinfín de agentes, unos de mayor tamaño, otros más pequeños, que han ido dotando de cuerpo a esa idea central que sustenta a todo el movimiento: la liberación nacional y social son las dos caras de una misma moneda liberadora.

Durante muchos años, incluidos los revueltos tiempos de la llamada transición, la izquierda independentista ha ido marcando una serie de esquemas de trabajo que, en líneas generales, han dado resultados positivos. Otras prácticas, en cambio, no han sido tan positivas e incluso han contribuido a alejar a sectores sociales comprometidos de las estructuras más militantes. Habrá un tiempo para estudiar el largo camino recorrido, analizarlo en profundidad y sacar las pertinentes conclusiones. Ahora, sin embargo, son otras las prioridades.

Reunir, abrir, innovar

Voy a esbozar algunas de las que considero relevantes en este momento de cambio. En primer lugar es indispensable reunir voluntades en una misma dirección. Desde posturas que en su origen pueden ser contradictorias, se pueden alcanzar unidades de acción eficientes y atractivas. Gentes que fueron en su día militantes del PNV se pueden juntar ahora con otras provenientes de una cultura política comunista. Socialdemócratas tibios, socialistas y comunistas pueden compartir bastantes más cosas de las que a priori puede parecer, sobre todo cuando nos encontramos ante el embate radical del neoliberalismo.

Otro premisa fundamental es la de abrir las mentes a diferentes experiencias políticas que en un pasado han podido ser minusvaloradas e incluso despreciadas. La cultura política que se desprende de una organización abierta, con congresos, asambleas nacionales, afiliación, etc, es perfectamente compatible con la trayectoria histórica de la izquierda independentista, aunque en los últimos años no haya sido así. Salvando las distancias y los contextos, partidos históricos como ANV, HASI o LAIA corroboran esa premisa, pero una realidad tan actual como el sindicato LAB la demuestra en su funcionamiento diario. Conozco gentes de contrastada militancia que abogan por el mantenimiento del asamblearismo como una seña de identidad de todo el movimiento. Creo que ese asamblearismo ha sido en muchas ocasiones más formal que de fondo, desgraciadamente. Por eso es preciso corregirlo.

Una tercera premisa a establecer estaría relacionada con todo lo concerniente al modus operandi. Es necesario romper los viejos esquemas, las inercias derivadas de años y años de práctica. Los métodos de reunión, comunicación, movilización...deben renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos. De la muerte de Franco a nuestros días han pasado muchísimos años. No se pueden mantener los mismos modos de actuar. La izquierda independentista, que ha tenido que trabajar hacia dentro, por la represión y el marcaje que ha sufrido, tiene que trabajar en mucha mayor medida hacia afuera, sin complejos. Y en ese trabajo ideológico y de conformación de estados de opinión tiene que volcarse en la utilización de las nuevas herramientas que pone a su disposición el avance tecnológico. Se trata de pasar del pasquín al facebook, pero sin olvidarse de pisar la calle. La sociedad ha evolucionado, ha cambiado, nos guste o no, y si no se acompasa el paso a esa evolución se habrá perdido el pulso social, una de las mayores virtudes que ha tenido la izquierda independentista a lo largo de su historia.

2011/04/01

Sortu divide al núcleo judicial del Estado

La publicación del Auto del Tribunal Supremo por el que se deniega la inscripción de Sortu en el Registro de Partidos Políticos del Ministerio del Interior español, acompañado del voto particular ejercido por 7 de los 16 magistrados del alto tribunal, supone un reconocimiento de la división existente en uno de los núcleos fundamentales de poder del Estado español, el judicial.

Más allá de unas y otras interpretaciones, queda de manifiesto que tan sólo la postura adoptada por el presidente del TS, Carlos Dívar, ha propiciado que Sortu no sea a estas horas un partido legal. Si Dívar, que voto el último, se hubiese decantado por la inscripción, hubiera propiciado un empate a ocho, que su voto de calidad hubiera deshecho, a la vez que hubiera producido una crisis institucional sin precedentes.

De todas formas, los voceros del Estado, sean del PSOE o del PP, andan estos días alicaídos con el resultado de la intervención del TS, sabedores de que el voto particular es una especie de salvoconducto para que la defensa de Sortu pueda alegar, con grandes probabilidades de éxito, ante el Tribunal Constitucional. Algunos de ellos lo vienen a dar ya por hecho, con cierta resignación, aunque hasta que no ocurra no se pueden echar las campanas al vuelo.

De este modo, el Gobierno del PSOE logra parar la presencia cristalina de Sortu en las próximas elecciones municipales y forales y queda a resguardo de las críticas del PP [que se multiplican por el proceso de 2006]. A la vez, pretende satisfacer a medio plazo a las voces que, dentro de su seno, abogan por la legalización de la izquierda abertzale. Siempre escudado tras los tribunales y sin dar la cara, el PSOE se siente más seguro, pero en el envite ha logrado dejar tambaleante al Tribunal Supremo y veremos que ocurre con el Constitucional, en el que tampoco se pueden presumir unanimidades a favor de la legalización de Sortu.

Manifestaciones masivas, firmas en Catalunya y a nivel internacional de prestigiosas personalidades, declaraciones de Urkullu, recién reunido con Zapatero... la presión por la legalización de la izquierda independentista aumenta. Mientras, el Estado pierde autoridad por su cerrazón a reconocer los hechos y esgrime una táctica dilatoria, más cercana a la cobardía que otra cosa.


Documentación: