Todo el ruido que se ha producido esta semana a raíz de cumplirse el décimo aniversario del adiós a las armas de la organización clandestina ETA es la prueba del nueve de que existe todo un conglomerado mediático-político que necesita de su presencia para seguir haciendo su política del pim, pam, pum. No se entiende que tras una década de silencio armado, con las armas entregadas y la estructura autodisuelta, la organización sea el centro de los debates. O sí que se entiende dentro de un esquema de juego sucio de una derecha cada vez más asilvestrada, poco homologable con la alemana, por citar un ejemplo.
Arkaitz Rodríguez y Arnaldo Otegi en Aiete. Foto: blogs.publico.es |
Empezamos con la Declaración del 18 de Octubre. Gustará más o menos, según sensibilidades, pero es un paso que encaja milimétricamente con la apuesta que hizo la izquierda abertzale en aquel primer documento titulado "Zutik EH". El cambio de estrategia, lo que se llamó ciaboga, conducía inexorablemente a la citada declaración. El mismo Arnaldo Otegi ha reconocido que en su casa, es decir en EH Bildu, hay personas que no se han entusiasmado, no tanto por el contenido como por la valoración de que siempre es un lado el que se mueve, mientras el otro permanece inmóvil. El documental "David Pla.Oslo.2021" es la mejor prueba de ello. Los tres interlocutores en nombre de la organización clandestina permanecieron en la capital noruega 16 meses esperando a Godot, es decir, a los interlocutores del Gobierno del Reino de España, que nunca asomaron por aquellas frías tierras.