2008/03/19
La realpolitik condena a Tibet
El Gobierno chino intenta desesperadamente ocultar su genocidio cultural sobre el pueblo tibetano. Desde que en 1950 consumaron la ocupación del territorio, los chinos han desarrollado una contundente política de asimilación, con el envío masivo de personas no tibetanas a vivir a la zona. En este momento, los no tibetanos serían alrededor de 8 millones, dos más que los propios naturales del país.
En este conflicto, como en tantos otros, se producen cruces de intereses que, a veces, hacen pasar por buenos a los malos y al revés. La legión de maoístas que en el mundo han sido justifican siempre todo lo que hace su país madre, en este caso la República Popular China. Les da igual que se trate incidentes fronterizos con la URSS, de su política agresiva contra Vietnam, de sus amistades con USA, de su política económica capitalista, de sus desastres ecológicos o de su férreo control ideológico en todos los campos. Todo lo que hace Beijing está bien, ya que son los herederos del gran timonel Mao Zedong.
Pues bien, habrá que volver a decir que la política de Beijing acerca de las minorías nacionales bajo su dominio está muy lejos de ser ejemplar. Que la etnia que ocupa el noroeste chino, los uigures de Xinjiang, entre 7 y 15 millones según las fuentes, de lengua túrquica y religión islámica, han sido históricamente marginados. Por lo tanto, no es sólo el caso del Tibet el que debe ponerse a la luz respecto a China.
Pero centrándonos en la actualidad, todos sabemos la importancia creciente que la economía china tiene en el mundo y las relaciones que las principales potencias mantienen con el gobierno de Beijing. Eso hace que sea muy difícil que los gobiernos de esos países arriesguen sus privilegiadas relaciones con el gobierno "comunista", por defender los derechos pisoteados de los tibetanos. La realpolitik se impone una vez más, corriendo un tupido velo sobre las decenas de muertos que se están produciendo en Tibet. Y no podemos olvidar que en el horizonte están los próximos Juegos Olímpicos, con el multimillonario negocio global que significan, y no sólo para el gobierno chino.
No obstante, como en el caso de Kosovo, hay que dejar a un lado los prejuicios políticos y religiosos, que si los chinos son comunistas y los tibetanos budistas, y atender a la raíz del conflicto nacional que se vive en esa región de Asia. Los derechos del pueblo tibetano deben estar por encima de cualquier prejuicio de ese tipo. Si el pueblo del Tibet lucha por quitarse de encima el yugo chino, diga lo que diga el llamado Dalai Lama, hay que ser consecuentes y apoyarles en sus justas demandas.
Por cierto, que los partidos comunistas de la RedGlobe que se posicionaron contra la independencia de Kosovo debieran también tomar postura en este conflicto. Supongo que lo harán a favor de Beijing, por tradición "revolucionaria", y si es así, volverán equivocarse. Entre los tanques del ejército chino y los ciudadanos tibetanos no hay término medio, me quedo con el pueblo, aunque lleven túnica de monjes budistas.
Información básica sobre Tibet y Xinjiang
Ilustración: chinopedia.com
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Oso ongi. %100 ados nago.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarOso, oso ongi. Ni ere bai, ados nago.
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