-Abstención: 733.598 no votos, 33,35%.
El análisis de un fenómeno sociológico tan complejo como el de la abstención se escapa a las habilidades del que suscribe. Tan sólo apuntaré algunas sensaciones al respecto.
En primer lugar hay que decir que dentro de ese bloque abstencionista cabe distinguir diversos componentes. Por un lado están todos aquellos posibles votantes que por descuido, aburrimiento o apatía ni siquieran deciden abstenerse, sino que simplemente ni se lo plantean. Diríamos que son la abstención puramente técnica, que oscila según el tipo de comicios, pudiendo llegar incluso al 40% en determinadas ocasiones. En USA saben mucho de ese fenómeno.
Luego están todos aquellos electores que deciden abstenerse habitualmente, aunque a veces, por ejemplo en las elecciones municipales, acuden a las urnas. Son personas que rechazan todo el circo electoral, ciudadanos que son conscientes de las limitaciones del modelo de democracia que soportamos y vienen a resumir su posición en un: conmigo que no cuenten. Rechazan por igual a todos los partidos y coaliciones y no pueden asignarse a la abstención activa reivindicada como tal por grupos anarquistas o antisistema y en esta ocasión por la izquierda independentista.
En tercer lugar tenemos precisamente a esos pequeños grupos, como la CNT, que históricamente han preconizado la abstención a las elecciones políticas, e incluso a las sindicales, y que pese a no tener una gran influencia social, agrupan a algunos cientos o miles, no se sabe, de electores.
Por fin, en cuarto lugar, nos encontramos con la abstención activa, de rechazo de la actual situación política, que ha solicitado la izquierda independentista, un sector político que en otras condiciones hubiera optado por presentarse a las elecciones con listas propias, aun no ocupando los posibles escaños a conseguir. Algunos analistas han evaluado su incidencia en torno a los 205.000 apoyos, dada la diferencia de voto escrutado con anteriores elecciones. Yo no me atrevo a dar ninguna cuantificación, porque me parece arriesgado. Eso sí, se advierte que hay una relación directa de aumento significativo de la abstención activa en todos aquellos municipios en los que la izquierda independentista ha mantenido un acreditado peso social a lo largo de los años.
Es evidente que la consigna de la abstención ha sido muy seguida por las bases sociológicas de esa izquierda, si bien se ha podido mezclar con personas que no viendo las cosas claras para ir a votar han optado por la abstención, sin tener una simpatía directa por la izquierda independentista.
En ese sentido cabe apuntar otros dos corolarios. El primero es que el atentado mortal contra el ex concejal del PSE en Arrasate Isaías Carrasco, y los consiguientes llamados a votar como rechazo a sus autores, han acercado a las urnas a un importante número de ciudadanos que tenían pensado no votar. Por lo tanto, el calado de la abstención activa independentista es aún mayor del que reflejan los análisis convencionales.
Por otro lado, en esa abstención activa habría que incluir a sectores de votantes tradicionales del PNV, que vista la situación de falta de democracia que padecemos y hartos de la deriva regionalista de su formación-guía, han optado esta vez por no ir a votar, ajenos a la consigna de la izquierda independentista, pero concidentes en el fondo de la protesta. Los análisis publicados en algunos medios, argumentando que la asbtención de votantes del PNV se debe a sus aventuras soberanistas carecen de todo sentido. Los votantes moderados del PNV, como se ha visto en Bilbao, han optado por dar su apoyo al PSE, dada su escasa conciencia nacional. Ha sido los votantes independentitas de ese partido, que todavía los hay, quienes han optado por abstenerse, como lo marca la lógica de las cosas. ese mismo fenómeno ha podido afectar a algunos núcleos de votantes de Eusko Alkartasuna.
Para terminar. La abstención activa solicitada por la izquierda independentista ha tenido un importante eco social y ha sido un gran acierto táctico, aunque no conviene inflarla más allá de sus verdaderas dimensiones, aquí apuntadas. El reto viene ahora. Se trata de gestionar ese importante capital político y evitar que no se diluya en una mera pataleta de repulsa. La izquierda independentista no puede contentarse con rechazar la situación actual, sino que tiene que intentar construir hacia el futuro. Está obligada a reorganizarse, fortalecerse y extender su influencia política y social. Para ello será necesaria una profunda reflexión, pero no sólo de ésta última coyuntura hiper-represiva, sino de los últimos 20-30años. Acertar en el diagnóstico y, dejando a un lado inercias estériles, apostar por una vía directa hacia la independencia de Nabarra/E.H.
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