La resolución del Tribunal Supremo español inhabilitando por dos años a Juan María Atutxa, Kontxi Bilbao y Gorka Knörr es un despropósito, ya que ataca la potestad de actuación del poder legislativo autonómico. Todos de acuerdo en eso. Pero de ahí a convertir el asunto en una especie de casus belli va un buen trecho. Rasgarse las vestiduras por una sentencia injusta, pero leve, y lavarse las manos ante otras acaecidas recientemente y mucho más graves, no es una manera de actuar equilibrada, ni juiciosa. Más bien es un modo de actuar en la que se utilizan dos varas de medir muy diferentes.
Los partidos PNV, EA y EB han convocado una marcha para mañana, con la intención de denunciar en la calle el atropello. El Gobierno vasco en pleno encabezará la movilización. Están en su derecho. Sin embargo, llama la atención que pongan tanto acento cuando los perjudicados son afiliados suyos y miren para otro lado cuandos se trata de ciudadanos de otras ideologías. Está muy feo quejarse sólo de lo de uno y evitar implicarse cuando es otro quien está en apuros.
Por desgracia, los tres partidos están teniendo amplias oportunidades de movilizarse en la calle contra decisiones judiciales mucho más contundentes que la que ahora tratamos. El sumario 18/98 es una de ellas, bien reciente por cierto. En ese caso liquidaron el tema con una comparecencia pública en la que destacaba la presencia de ex presidentes de algunos de esos partidos (Arzalluz, Errazti).
Desde la solidaridad con los encausados y perjudicados, en algún caso tapándome la nariz, ruego a las direcciones de las tres formaciones que dejen cuanto antes de mirarse al ombligo y reaccionen ante los constantes atropellos judiciales, ilegalizaciones, torturas y represión que se están dando en Euskal Herria en los últimos tiempos, El día que den un paso adelante y se planten ante tanto ataque venido desde Madrid (y París), ese mismo día, empezaré a creer que en este país hay algún motivo para la esperanza.
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