La sociedad de Euskal Herria es variada, no hace falta ser muy avispado para comprobarlo. La multiplicidad de opiniones sobre los temas más diversos es un signo de riqueza social. Las unanimidades nunca han sido preludio de cosas buenas.
Sin embargo, en los últimos tiempos (meses o años, depende) se observa una tendencia cada vez más generalizada a la frivolidad. Conversaciones sesudas sobre temas trascendentes van siendo sustituidas por comentarios sobre asuntos ligeros, a veces banales. Encuentros familiares o entre amigos en los que antes se abordaban cuestiones relacionadas con la situación política y social del país, pasan ahora a desarrollarse en un clima de indefinición, en el que el principal debate gira en torno a la añada del rioja descorchado o a la mejor maduración del ribera del duero de la anterior cena.
Incluso en los medios de comunicación se prefiere hacer un apunte supuestamente gracioso sobre la boda entre Sarkozy y Carla Bruni, a hincarle el diente al espinoso asunto de la tortura. La situación de Venezuela se aborda mediante un comentario sobre la amistad de Naomi Campbell y Hugo Chavez, e incluso las elecciones en Estados Unidos se tratan en base a aspectos coyunturales sobre la negritud de Barak Obama o la condición de mujer de Hillary Clinton, dejando a un lado sus programas políticos.
Conversaciones sobre marcas de moda, cervezas de importación o el último gadget tecnológico abundan en bares y cafeterías, por no hablar de la incidencia social de las carreras de Formula 1, el tenis o el golf, todos ellos deportes muy populares, practicados por el común de la población.
Si a todo esto añadimos la fiebre consumista que no para en navidades, ni en rebajas, ni en puentes, ni nunca, nos encontramos con un renovado panorama social, al que parece difícil acercarse sin prejuicios. La Euskal Herria de 2007 es muy parecida, a grandes rasgos, con la de 1977. Sigue existiendo el capitalismo, los ricos siguen siendo ricos y los pobres continúan en su pobreza. Perfecto. Pero las diferencias en términos sociales son abismales. Los análisis hechos con lápiz grueso no acaban de dar con el verdadero perfil de la cuestión. Hay que afilar bastante más el lápiz para poder realizar una aproximación a todos estos nuevos fenómenos.
Los comportamientos sociales han cambiado. Ha disminuido la solidaridad vecinal, obrera o personal y ha aumentado el egoísmo. Pensar en la colectividad ya no está de moda. Ahora priva lo individual sobre todo lo demás. Y aunque sigue habiendo gente solidaria y anticonsumista por devoción, cada vez son menos. Poco a poco la ola nos va envolviendo a todos.
Alguien pensará que escribo esto al término de un mal día de trabajo o de bronca con alguna persona cercana. Nada más lejos de la realidad. Lo llevo pensando hace mucho y justo hoy me ha llegado el momento para dejarlo escrito aquí, por si a alguien le sirve para darle un par de vueltas.
PD: Se agradecería algún comentario, aunque sea en contra.
Egunon, como pides participación, pues ahí va una humilde aportación.
ResponderEliminarComparto tu opinión, creo que tienes razón, aunque quizá no debamos ser tan escépticos.
Pero sí que es verdad que hay un cambio. Era un txaval en 1977, aunque recuerdo que en la adolescencia mi interés por Marx o el Che era menor que el de las generaciones anteriores y hoy creo que las generaciones actuales tienen menor interés aún.
Esto que digo no deja de ser una apreciación muy personal que a muchos parecerá una majadería, pero sí puede valer como referencia del camino que está tomando nuestra sociedad.
Como bien dices, la solidaridad o el compromiso no están de moda.
Aupa Joxerra y compañía:
ResponderEliminar"Los análisis hechos con lápiz grueso no acaban de dar con el verdadero perfil de la cuestión. Hay que afilar bastante más el lápiz para poder realizar una aproximación a todos estos nuevos fenómenos."
Intuyo que tenemos muchos más medios, conocimiento, experiencia, formación... etc. para analizar la realidad que hace 30 años, pero la cantidad y calidad de redes sociales donde "operativizar" esos anáilisis parece haber descendido en picado.
Paradójicamente, esa propia debilidad también es un obstáculo para percibir y rentabilizar los avances y mejoras en la lucha que sin duda también se han producido y se están produciendo. En ese intento por repensar la realidad es fundamental rescatar también los datos concretos positivos que hay debajo de la capa de polvo de la "normalidad" y la "cotidianedad" en las que como no pasa nada, da igual lo que pasa.
Hace poco cené con un amigo que como yo acaba de pasar la treintena , y se mostraba nóstalgico y escéptico sobre la fuerza del movimiento juvenil actual respecto al que vivimos nosotros hace una decada... la verdad es que no tenía ni repajolera idéa de la realidad del movimiento juvenil actual y detrás de su pesimismo no había ningún optimista bien informado sino un esclavo "infeliz" con una primorosa necesidad de que la realidad sea como el la pinta para justificar su abandono y sus coqueteos "profesionales" con lo más indeseable de la administración vascongada. Su lado rebelde se mostró atónito ante los datos concretos que le desgrané y hasta conseguí que le brillaran los ojos... pero claro, para eso hay que juntarse y hablar, y como Joxerra apunta parece que vamos en la dirección contraria...
El permanente acoso represivo sin duda dificulta mucho la socialización de análisis y debates, y vicebersa, el enmarque teórico de las practicas populares. Pero es necesaria la autocritica de quienes formamos la izquierda independentista y en concreto de quienes formamos la unidad popular, por no conseguir saltar de los análisis de coyuntura, muchas veces de urgencia, a análisis, debate, formación y prácticas que le inquen el diente a cuestiones de fondo (efectos de la precariedad, modelos de pueblo y ciudad, nuevas pautas de ocio-consumo...) que minan más nuestra práctica política que el golpe represivo de turno. Como he dicho al comienzo, intuyo que mucho de esto se hace y muy bien, pero en círculos cuasi-profesionales alejados de las realidaes concretas donde hay que prender la mecha.
Debemos apartar la vista de los titulares y volver a rebozarnos en la concreción de nuestras necesidades como clase y como pueblo.
El lugar y el modo en que vívimos y trabajamos, el que estemos sólos o acompañados, el que pasen los días, las semanas, los meses sin tener una conversación pausada y sincera sobre nuestra vida, la esquizofrenia del miedo al fin de mes mientras pasamos la tarjeta de crédito para comprar algo que no necesitamos... todo ello no puede ser una mera circunstancia en nuestra lucha, todo ello es la lucha. ¿Como va a luchar nadie por algo que parece no afectarle?
El pueblo trabajador, ya sabe que ni la tragaperras, ni el spedd o la coca, ni garbera o maxcenter, ni el mp3, mp4 o mp5, ni el coche más grande... le llena el agujero negro de la anomia.
No hay recetas mágicas: lucha, solidaridad, organización, otra vez lucha y otra vez solidaridad. No podemos esperar que quien esta inmerso en el agujero lance la primera piedra. El primer acto de solidadridad debe de ser de quienes nos creemos más conscientes, dirigiendo nuestras fuerzas a pelear las necesidades de nuestros vecinos que son las nuestras. Sólo en la lucha despierta la conciencia.
Tenemos más heridas que cuando yo nací, tres días antes de los 5 fusilamientos del 27 de septiembre. Pero seguimos vivos, seguimos de pie, y seguimos libres, porque seguimos luchando... y tenemos fuerza para construir pueblo a pueblo, barrio a barrio, un poder popular que pelee desde el problema más concreto a los más grandes objetivos que como pueblo trabajador podamos marcarnos.
Perdonar por haberme extendido divagando y pensando en voz alta a "vuela tecla". Un abrazo muy fuerte. Nos vemos en las barricadas.
Yo también veo esas características sociales que enumeras, Joxerra, y puestas a explicarlas a trazo grueso, diría que son victorias de la burguesía (en general) sobre la clase trabajadora (en general, vasca o española) que consiguen aplicar por diversos medios. No estamos en una época de luchas y conciencia crítica como la de los 60-70-80 del siglo XX. El alargamiento del conflicto, la dureza del mismo, la falta de perspectivas en breve, el colaboracionismo sindical con el capital, etc. etc....... y un nivel de vida, o de consumo, que aun consigue parecernos lo suficientemente satisfactorio... hacen que estemos como estemos.
ResponderEliminarNo encuentro muchas razones para el optimismo desde un punto de izquierdas e independentista, pero cada vez que viajo fuera de Euskal Herria, o leo cómo están en otras zonas en lo que respecta a la lucha, movimiento popular o la solidaridad social, francamente, acabo pensando que no estamos tan mal. Consuelo de tontos, vale, de acuerdo, pero es lo que hay.
Me desborda tanto comentario. tan sólo agradecerlos y decir que pienso seguir dando la tabarra con este tipo de temas que están delante de nuestras narices que nadie parece querer abordar con un mínimo de seriedad.
ResponderEliminarYo tenía 17 años recién cumplidos aquel 27 de septiembre que tanto ha influido en mi manera de pensar y de comportarme en esta sociedad. Gracias por recordarmelo "Di". Ondo izan