![]() |
| Santiago Abascal y Donald Trump. Foto: Linkedin |
Esta peste, que nació en el periodo de entreguerras del siglo XX y alcanzó su máxima expresión en los regímenes totalitarios de Alemania e Italia, viene ahora envuelta en papel de regalo, para evitar que se puedan adivinar sus verdaderas intenciones. Sin embargo, puede ser tan dañina como la anterior versión, el fascismo. Ahora, con las excepciones del asalto al Capitolio o el intento de golpe de Bolsonaro en Brasil, dice respetar las instituciones, pero no sabemos hasta qué punto lo hará.
La peste anida en el cerebro de una larga lista de dirigentes políticos mundiales y cosecha destacadas victorias electorales, como la última de José Antonio Kast en Chile, que convierte al cono sur, tras la irrupción de Milei en Argentina, en una zona experimental de la nueva oleada ultraconservadora. Pero antes que en Suramérica, la peste ha tomado el mando en estados europeos como Italia y Hungría y se muestra optimista ante la perspectiva de coger las riendas de Francia. Hasta el momento pocos muros democráticos han logrado detener el avance de la enfermedad y todas las encuestas confirman el ascenso de las ideas reaccionarias de la ultraderecha en toda Europa. El programa de la acción combinada de la peste es tan sencillo como eficaz. El rechazo a la inmigración, el odio al diferente, la islamofobia, las restricciones a las políticas de igualdad y a las expresiones LGTBI, el armamentismo, el endurecimiento de las políticas de seguridad con expulsiones masivas o la negación de los análisis científicos sobre el cambio climático o las vacunas, entre otros.
Es cierto que el fenómeno de la nueva derecha sin complejos es bastante anecdótico en Euskal Herria, al menos de momento. Sin embargo. la aparición de proyectos como Aliança Catalana, una especie de independentismo racista e islamófobo, da motivos para la preocupación. Las tierras vascas no están vacunadas contra estos fenómenos sectarios. No olvidemos el papel que jugó el carlismo en el golpe del 18 de julio y en los posteriores episodios bélicos.
La existencia en nuetros país de una extendida cultura antifascista, que llevó a la mayoría de los integrantes del PNV, que no a todos, a luchar junto a republicanos, socialistas y anarquistas en la guerra del 36, no es garantía suficiente para descuidar ese frente. La tradición de lucha protagonizada por la izquierda independentista en los últimos 60 años sí que puede representar un muro de contención al crecimiento de brotes neofascistas en Euskal Herria.
Pero no podemos obviar que en tanto en cuanto seguimos siendo dependientes de Madrid, haya una batalla política que se desarrolla fuera de nuestro territorio pero que su desenlace puede afectarnos gravemente en un próximo futuro. La alargada sombra de un gobierno de coalición sustentado en el Partido Popular, Vox y UPN se dibuja cada vez más nítidamente en el horizonte del Estado español. Santiago Abascal, nacido en Amurrio y marioneta de Trump en Europa, puede ser dentro de unos meses vicepresidente del Gobierno de España. Una posibilidad que da alas a los sectores del PSOE menos identificados con Sánchez, que estarían extendiendo la especie de un apoyo socialista a la investidura de Nuñez Feijóo, para evitar así la entrada de Vox en el Gobierno. Una jugada maestra que significaría la destrucción del PSOE para muchos años.
En todo caso es necesario señalar otra derivada importante, como es la mimetización de las derechas clásicas europeas con las ideas fuerza de la nueva derecha ultra. Por un lado se observa que poderosas corrientes políticas como la democracia cristiana italiana o los republicanos franceses se hallan en la irrelevancia política, mientras otras formaciones aún importantes, comienzan a defender en sus programas postulados muy cercanos a la ultraderecha, como es el caso del Partido Popular español, los conservadores británicos o la entente CDU/CSU en Alemania. De una u otra manera, sea por vía directa como Trump en Estados Unidos o bien por el plagio de sus programas, especialmente sobre inmigración, por parte de las derechas formalmente democráticas, el resultado viene a ser el mismo. El triunfo de la reacción sobre los postulados progresistas y de defensa de los derechos humanos fundamentales. ⧫

No hay comentarios:
Publicar un comentario