Hace un par de horas que Carles Puigdemont anunciaba de forma solemne el final de su colaboración con el Gobierno de España, presidido por Pedro Sánchez, Los motivos aducidos por el político catalán se centran en el incumplimiento de los acuerdos firmados entre ambas partes. Pero lo que verdaderamente ha impulsado a Junts a escenificar la ruptura es el ascenso meteórico, por el momento solo en las encuestas, de Aliança Catalana, la formación xenófoba independentista que dirige Silvia Orriols.
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| Manifestación contra Aliança Catalana. Foto Media.cat |
Y detrás de esa subida de las expectativas de la formación islamófoba se encuentra el discurso directamente antiinmigración que defiende, a la vez que su rechazo de todo lo español, en este caso las relaciones y pactos con el PSOE. Junts no ha podido soportar por más tiempo la presión de mantener acuerdos con Sánchez y mucho menos aprobarle los Presupuestos.
Los cambios en el panorama político catalán a cuenta de la migración no hacen sino confirmar una tendencia universal que alimenta y engorda el crecimiento de las ultraderechas. Dibujado con brocha gorda se puede decir que las derechas nacionales ponen dificultades a la migración o directamente, como en Estados Unidos, deportan a los migrantes sin papeles. Las izquierdas, por lo general, facilitan o limitan de forma tímida el fenómeno migratorio. Sin embargo en los últimos tiempos han surgido nuevas formaciones como la escisión del Die Linke alemán, comandada por Sahra Wagenknecht, que compaginan le defensa de la clase trabajadora y los postulados tradicionales de izquierda con programas políticos que ponen en cuestión las migraciones masivas. Argumentan que no se puede regalar todo ese terreno a la ultraderecha.
El rechazo al diferente ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad, como también lo han sido las migraciones, consustanciales con los grupos humanos. En estos tiempos, sin embargo, a ese rechazo clásico se une otro de tipo cultural. Se abre paso la angustia por la futura desaparición de la cultura blanca y cristiana europea, debido a la inmigración masiva de personas de fe musulmana. Es la islamofobia que crece, por ejemplo en Francia, con teorías como la del escritor Renaud Camus, la del gran reemplazo. En una operación dirigida por las élites liberales, se trataría de reemplazar a los europeos autóctonos por musulmanes, árabes y bereberes, entre otras etnias.
Esta teoría conspirativa del gran reemplazo también sobrevuela sobre las ideas centrales de formaciones nacionalistas de naciones europeas, al plasmar el miedo a que los migrantes acaben con las culturas autóctonas de esos países y con sus lenguas minorizadas. No se hace expresa mención al gran reemplazo, pero se usa una argumentación similar, un tanto apocalíptica, para extender el malestar entre las clases populares.
Una angustia de carácter milenarista que puede traducirse en votos a nuevas opciones políticas, aún en mantillas en el caso vasco. Nuevas formaciones que romperían con la tradición de la izquierda independentista progresista y acogedora con quien viene de otras tierras a colaborar en el auzolan diario. El ejemplo de Jon Paredes Txiki no puede ser borrado de la estela de nuestra memoria colectiva, por mucha izquierda nacional que se pretenda auspiciar.
Probablemente Puigdemont y Junts se hayan equivocado rompiendo con el PSOE y dejando abierta la posibilidad de una moción de censura que permita la llegada a la Moncloa de Nuñez Feijóo y Abascal. Como también se han equivocado endureciendo su política migratoria mientras miran por el espejo retrovisor a Aliança Catalana, que cada vez está más cerca. El tiempo pondrá y quitará razones, entretanto aplaquemos la angustia, que falta nos hace. ⧫

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