Los sucesos acaecidos en los últimos días en torno a la solicitud de legalización de Abertzale Sozialisten Batasuna (ASB) y al mitin de Barakaldo no pueden explicarse a la luz de la lógica. Existe algo en toda esta historia que no encaja. Tras pasarse (Gobierno y partidos "democráticos") meses y meses pidiendo a la izquierda abertzale que "dé el paso" de pasar por ventanilla, para superar la etapa de ilegalización, nos encontramos con que a las pocas horas de acudir al registro del Ministerio español del Interior (hay que recordar que Batasuna es legal en la V República francesa), Rubalcaba pone en marcha toda la parafernalia al detectar, con un olfato político envidiable, que existen "indicios de ilegalidad", nombrando para ello argumentos tan contundentes como la palabra batasuna, la presencia de dos dirigentes abertzales en el acto de registro o la no condena explícita de la violencia.
Y uno se pregunta cuál es la forma en que la izquierda abertzale puede hacerse legal bajo la Ley de Partidos, sin que se detecte alguna relación entre Batasuna y ASB. De eso precisamente se trata. ¿O es que debe legalizarse otra sensibilidad política, el PNV, EA o el PSOE, por ejemplo?
El presidente español, Rodríguez Zapatero, y su ministro del Interior, han expresado públicamente en varias ocasiones su interés en que la izquierda abertzale acuda a las próximas elecciones, acatando la Ley de Partidos. Arnaldo Otegi ha argumentado en voz alta que los estatutos presentados "cumplen escrupulosamente" con el texto legal, y que su intención es transitar de un escenario antidemocrático a otro democrático de forma ordenada, sin romper las reglas de juego. Entonces ¿dónde está el problema? ¿Quién está jugando, otra vez, con fuego?
Sobre la postura adoptada por el presidente del PNV no merece la pena detenerse. Su terror ante la mera posibilidad de una izquierda abertzale legal, compitiendo cara a cara en los comicios, es evidente. Lo mismo le ocurre con la propuesta de marco autónomo transitorio a cuatro, ya que su adopción significaría su salida de las instituciones conjuntas, dada su escasa o nula presencia en Nafarroa Garaia. Jugar a corto plazo parece ser la estrategia de los peneuvistas, que no son capaces de mirar más allá de sus propias narices.
En definitiva, se vuelve a demostrar que la petición de condena de la violencia (de una parte) que se le requiere día sí y día también a Batasuna, es un mero ejercicio de hipocresía política, ética y moral. Si diese ese paso, al día siguiente se respondería a coro por parte de PSOE y PNV que es insuficiente. Todo lo que haga la izquierda abertzale (que es el único actor que se mueve) será pues insuficiente, al menos por el momento.
Por cierto, todos aquellos analistas (por llamarles de algún modo) que insistían en que la intención de registrarse ante la ventanilla de Interior por parte de los blandos de Batasuna había sido impedida por los duros, no dicen ahora ni una palabra al respecto. ¿Por qué será?
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