¿Es posible que la historia se repita? ¿Que volvamos a vivir momentos pasados hace 70 años? Parece que sí, que es posible. La estrategia de "rebelión cívica", más cerca del golpismo que otra cosa, que está desarrollando el Partido Popular español así lo hace ver. Sacar cada pocas semanas a la calle a sus seguidores, con diferentes disculpas pero un único objetivo, debilitar y en su momento desalojar al PSOE de la Moncloa, se parece bastante al ambiente creado por la derecha chilena para intentar desalojar del Palacio de la Moneda a Salvador Allende. Dios me libre de comparar a Allende con Zapatero, hay un mar de diferencias entre ellos, sin embargo entre Frei y Rajoy no se dan tantas divergencias. Al revés, les une un mismo espíritu revanchista, derechista, católico y, en el caso del chileno, golpista. Veremos si el gallego se atreve a imitarle también en ese terreno.
Lo curioso es que toda esta operación de la derecha parlamentaria, a la que se han unido con alborozo todas las falanges existentes, así como neonazis como Ynestrillas, está ocultando en buena medida la caída en desgracia y en bastantes casos el encarcelamiento de decenas de alcaldes y concejales del PP, encausados en múltiples casos de corrupción. ¿Tendrá algo que ver? ¿Utilizará Rajoy la estrategia del calamar?
Otra de las cuestiones que está quedando orillada, para desgracia de la mayoría, es la propuesta de vertebración nacional anunciada por Ezker Abertzalea. Una propuesta nacional con dos patas complementarias, que ha dejado sin recorrido al resto de formaciones políticas. Tan sólo UPN-CDN han respondido a la misma ¡convocando una manifestación!, el resto es silencio, al menos cara al público. Le sorprende a uno que un partido como el socialista, que sería probablemente hegemónico en una marco de cuatro territorios, se esfume tras las bambalinas. No obstante es lo que hizo hace ya treinta años, cuando renunció a un preautonómico común y escindió su organización en dos: PSE y PSN. Luego vinieron Arbeloa, Urralburu, Otano... y la tradición socialista de muchos años se vino abajo para satisfacción de una derecha navarra enclaustrada en un neofranquismo irredento. En ocasiones como ésta se vuelve a demostrar que lo que les preocupa no son los métodos, sino los fines políticos últimos del movimiento abertzale. Navarra no es un problema, sino la solución. Navarra no separa, sino que une. Lo que más temen esos sectores es una Navarra plena, con capital en Iruñea, que agrupe por fin a todos los bascones, desde Cortes hasta Lanestosa.
Mientras todo esto ocurre, se discute con luz y taquígrafos, sobre el proceso de independencia de Kosovo y en el norte de Irlanda el Sinn Fein consigue unos resultados espectaculares que van a obligar a los unionistas a compartir gobierno con ellos. Situaciones que provocan elevadas dosis de envidia entre algunos vascos, al menos a mí me la producen y no tengo ningún problema en reconocerlo. Habrá que confiar en que más temprano que tarde también aquí empiezen a enderezarse las cosas.
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