Hoy día 6 de diciembre se cumplen 42 años de la aprobación en referéndum del texto de la Constitución española surgida del pacto entre los franquistas "aperturistas" y la oposición civilizada y domesticada que renunció a la ruptura democrática con el régimen de Franco. Yo por aquel entonces tenía veinte años y como la mayoría de edad se situaba en los 21 no pude ejercer el voto, ni abstenerme, simplemente no tuve derecho a dar mi opinión.
Referéndum constitucional de 1978. Foto: rtve.es |
Al igual que yo, millones de habitantes del Estado español, por mera razón de edad, no han sido consultados sobre si aprueban o rechazan el texto constitucional. Igual era ya el momento de realizar una nueva consulta y atenerse a las consecuencias derivadas de los resultados, pero esa es ya otra historia.
Aquella Constitución traía indisolublemente unida la creación de un sistema político parlamentario, la instauración de la monarquía personalizada en el heredero del dictador, además de la confirmación de las Fuerzas Armadas como la institución que salvaguarda la "indisoluble unidad de la nación española" y su integridad territorial. No digo nada nuevo si añado que el pueblo vasco bajo administración española no ratificó el texto constitucional, pero lo ha tenido que soportar durante estas cuatro largas décadas, sin ninguna posibilidad de acceder a una reforma, aunque sea limitada, como aconteció con el nonnato "Plan Ibarretxe", rechazado de plano en las Cortes de Madrid.
Yo entiendo que una parte importante del pueblo español celebre el aniversario y se sienta más o menos cómodo con la Constitución, porque hay que reconocer que supuso una mejora respecto del régimen precedente. Otra cosa es lo que se puede sentir desde un marco periférico como el vasco, que no ve reconocida su realidad nacional en el citado texto. Es muy probable que si en aquella coyuntura política de 1978 la izquierda hubiera sido más beligerante se pudieran haber conseguido más cosas, como el reconocimiento de las naciones históricas que existen en el Estado español. Sin embargo, tanto PSOE como PCE renunciaron a esa lucha y se plegaron a los dictámenes de la derecha, pese a a haber defendido el derecho de autodeterminación de los pueblos en sus programas políticos.
Ahora que tanto se habla de la existencia de una convergencia de facto entre la izquierda española (PSOE, UP) y la izquierda independentista vasca y catalana con motivo de la aprobación de los Presupuestos españoles, bien se podía poner encima de la mesa, por parte de alguno de estos actores, la necesidad de darle una vuelta al texto para que se produzca de una vez por todas el reconocimiento de la realidad plurinacional del Estado español. Un reconocimiento que permitiría a los diferentes pueblos implicados ejercer el derecho de autodeterminación a futuro, con un procedimiento preciso y tasado, con todas las garantías para ambas partes, al estilo de Escocia. Algo que no tiene porque implicar la independencia de uno o varios territorios al momento, pero si la posibilidad de que ese hecho se produzca si una mayoría clara de la población así lo estima pertinente.
No soy ingenuo. Estamos viviendo estos días episodios que recuerdan los ruidos de sables de finales de los años setenta y principios de los ochenta. Hay una fuerza política de ultraderecha con un gran peso en el Parlamento español. La monarquía está tocada tras tantos escándalos de corrupción del monarca Borbón. Todo eso es sabido, pero también lo es que mientras no se resuelva de una vez el asunto de las "nacionalidades" del Estado español, este no alcanzará la estabilidad necesaria para emprender el camino del progreso y la justicia social y seguirá sujeto a los vaivenes de esas realidades nacionales sin reconocer en la llamada Carta Magna.
Alguno pensará que para un independentista especular con reformas constitucionales viene a ser lo más parecido a perder el tiempo. Puede que lleve razón, pero a día de hoy creo que es el camino que se puede recorrer con ciertas garantías de éxito, es decir el camino del reconocimiento bilateral de las partes. La vía unilateral ya se intentó en Catalunya en 2017 y todos conocemos el desenlace. No digo que no se pueda volver a intentar, pero eso de proclamar la independencia el viernes, para ir el sábado a ver el partido del Girona y tomar unas cañas, no lo veo demasiado serio. ⧫
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