Han pasado cuatro días de los comicios forales y locales y ya se han desplegado las fuerzas que componen Nafarroa Ez, una gran coalición del no en la que militan, entre otros, el presidente de la patronal navarra CEN, José Manuel Ayesa, de rancia tradición carlista; el secretario general de CCOO y médico, José María Fidalgo, cada día más cerca del PP; el "Diario de Navarra" de toda la vida; según dicen las malas lenguas el ministro español del Interior, Alfredo P. Rubalcaba; las cúpulas dirigentes de UPN y CDN en pleno, por supuesto, y buena parte de las fuerzas vivas del PSN y prácticamente toda la UGT de Navarra.
El objetivo es muy sencillo: que PP-UPN siga gobernando su cortijo de la Alta Navarra, aunque sea cediendo algunas migajas a Fernando Puras y compañía y dándole una canonjía al señor Juan Cruz Alli, tan digno él en su patetismo. A esta coalición le llueven aliados desde Madrid, como el propio Mariano Rajoy, "El Mundo", "Abc", "La Razón", Cope y demás medios de comunicación de la derecha tardofranquista.
Y frente a todo ello, ¿qué tenemos?. Muy poca cosa. Parece que ZP apuesta por un acuerdo con NaBai sin incluir el ayuntamiento de Iruñea (donde está la innombrable ANV); por supuesto que a Josu Jon Imaz le gustaría un acuerdo con el PSOE, es lo suyo; Patxi Zabaleta está dispuesto a ceder su segundo puesto por desbancar a Sanz, es verdad, y Uxue Barkos, la televisiva, deja claro que con ANV nada de nada mientras no rechace la violencia, lo que resulta verdaderamente gracioso. ¿Así quiere ser alcaldesa?
En definitiva, lo más probable es que el PSN, una vez más y van..., deje a UPN seguir hasta las elecciones generales de 2008 en el Palacio de la Diputación, con el apoyo de CDN, con lo que el cuento de la lechera de Nafarroa Bai se quedará en eso, un bello cuento, al toparse con la cruda realidad. Y es que la coalición nacionalista no acaba de asumir que por mucho que se enmascare escondiendo ikurriñas y el discurso del laurak bat, a ojos de los navarro-españolistas siguen siendo abertzales fetén, sin más matices y por lo tanto no se les puede dejar auparse al Gobierno, porque se pondría en grave riesgo la personalidad de la propia Nafarroa Garaia, ligada desde 1512 a la España imperial de los Reyes Católicos (y ahora a los Borbones).
Pero no hay lugar para el pesimismo. La tendencia marcada en las elecciones del domingo no hará sino crecer en los años venideros. No se pueden poner puertas al campo. Y en ese sentido, la conformación de una fuerza nacionalista moderada como NaBai, remedo de lo que en Vascongadas representa la pareja de hecho PNV-EA, debe ser entendida como una buena noticia en el camino hacia un escenario de autodeterminación nacional. Hasta ahora faltaba esa pieza del puzzle, que había sido suplantada con más imaginación que fuerzas por la izquierda abertzale, dada la debilidad congénita del PNV en el territorio.
A partir de este momento cada palo debe aguantar su vela y la izquierda abertzale, que ha sido líder de la lucha nacional en la Alta Navarra (y que lo va seguir siendo, sin duda), deberá resituarse ante la irrupción de NaBai, como se situó en el resto de territorios ante las fuerzas nacionalista-autonomistas, sin complejos y sabiendo cual es su verdadera tarea. Perder el tiempo en viejas disputas fraticidas, léase Aralar, no merece esfuerzo alguno.
Hay suficiente suelo de votos y apoyos, ahí está lo recogido bajo el pabellón de ANV, para mirar hacia adelante y construir una amplia alternativa de izquierdas y abertzale para Nafarroa Garaia. Ejemplos como los de Leitza y Bera así lo apuntan, pero no se deben olvidar ciudades tan decisivas como Tutera, el gran desafío pendiente. Ese también es territorio de trabajo hacia la liberación nacional de Euskal Herria.
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