Solía decir Max Estrella, el entrañable personaje de Ramón del Valle-Inclán, aquella frase genial de "¡No me aburras con Ibsen!, cuando algún acompañante le daba la tabarra en demasía. Me ha venido a la cabeza la cita teatral al comprobar la medianía, la insulsez, la falta de categoría en definitiva, de la inmensa mayoría de portavoces políticos tras la propuesta de Estatuto de Autonomía para Araba, Nafarroa Garaia, Bizkaia y Gipuzkoa presentada por la Izquierda Abertzale este miércoles.
Se suponía que no iban a aplaudir de inmediato, pero de ahí a manifestar que no hay novedad alguna o a insistir de nuevo en que mientras no se condene la violencia [¿La que se ejerce contra Iñaki de Juana no es violencia?] no hay nada de qué hablar, etc., va un buen trecho. La verdad es que, a veces, dan ganas de hacer la maleta e irse a vivir a otro país.
Lo que planteó Arnaldo Otegi no es nuevo, ni es un invento, ni tan siquiera es un conejo sacado de la chistera por el mago Txan. Sencillamente de trata de una propuesta de mínimos, razonable, razonada, democrática, pragmática y -si te descuidas- tímida. El asunto, además, no es que todo el mundo comulgue con ella, sino que sirva de base, junto a otras que puedan elaborarse y presentarse, para llevar a cabo una discusión franca que conduzca a una solución negociada a futuro, en la que todo el mundo se sienta más o menos a gusto.
Lo que ocurre es que quienes están acostumbrados a acusar a la Izquierda Abertzale de maximalista, utópica y ensimismada, tienen ahora dificultades para afrontar una propuesta de este tipo. Necesitan tiempo para valorarla. Tiempo hay, de sobra, para hacerlo. Lo que hace falta es que se estudie sin orejeras, con honradez, valorándola en lo que es y no en lo que a cada uno le interese que sea.
Entiendo que al PNV de Ariztondo le moleste la propuesta, porque rompe por la columna vertebral su estrategia de pacto -reducido a tres provincias- con el PSE. Sin embargo, a los socialistas les debiera encantar, ya que la nueva iniciativa conecta con aquel proyecto de Dieta vasco-navarra que lideró Javier Otano (PSN) hasta que el "Diario de Navarra", o sea los caciques de siempre, mandó a parar. Es más, el PSOE debería tener en consideración que en una hipotética comunidad autónoma vasco-navarra sería la primera fuerza política y su capacidad de liderazgo crecería exponencialmente. Lo que no se entiende es que no apoyara esta propuesta desde el preautonómico, renunciara de facto a esas cuotas de poder y se humillara ante los poderes fácticos de la mano de Urralburu, Arbeloa y compañía. Pero esa es otra historia.
De la reacción del PP-UPN no cabía esperar más novedades, pero seguro que habrá gentes de la derecha española civilizada, como Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, que observarán cosas muy positivas en la propuesta. Algunas reacciones que he podido constatar, como las de la página Diario Crítico llaman a un cierto optimismo. Incluso el veterano periodista y militante del PSOE, Eduardo Sotillos, ha valorado la propuesta, calificándola de "casi razonable", aunque desde su propio ángulo mental y con los matices de costumbre.
Ese es el camino. Valorar las iniciativas ajenas en su contenido y en su contexto político y social, abandonando viejos clichés, tópicos y caminos trillados. La Izquierda Abertzale, tal vez obligada por las cinsrcunstancias también, está adoptando compromisos e iniciativas novedosas,. Seguir contestando a todas ellas con el latiguillo de "insuficientes" es lo más cómodo, pero no es el mejor modo de solucionar los problemas.
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