2007/02/24

Los desastres de la guerra

¿Se imagina usted al presidente estadounidense George W. Bush recibiendo a pie de pista el avión con los restos de todos y cada uno de los soldados caídos en las guerras que libra en el exterior, por ejemplo en Irak o Afganistán? Pues el presidente español Rodríguez Zapatero recibió de ese modo el vuelo con el cadáver de la soldado muerta en Afganistán, en un gesto de patriotismo chusco digno de mejor causa. A los políticos les asusta mucho asumir las consecuencias trágicas de las decisiones que toman en un frío despacho de ejecutivo. El ejército español está presente en el país centroasiático bajo bandera de la NATO en misión de guerra y por lo tanto es normal que sus soldados sean víctimas de los ataques enemigos. La única manera de evitar más muertos es abandonar la misión y ordenar el regreso de las tropas a su lugar de origen. Pero los compromisos adquiridos por el "pacifista" Zapatero no le permiten semejante audacia. Se atrevión con Irak, pero flaquea en Afganistán y Líbano. La coherencia no es el fuerte del secretario general de PSOE, que aprovecha el cadáver de una soldado para sacarse la foto patriótica que contrarreste los ataques inmisericordes del PP.

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