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2019/09/30

Vuelta al principio

Se nos va septiembre, otro año más, y con él el verano. No se puede hacer nada para impedirlo. Y con septiembre regresamos al blog, con la esperanza de que al otro lado de la pantalla haya alguien dispuesto a leer las reflexiones de un periodista pasado de moda y políticamente incorrecto.

El panorama, así en general, es desolador y me temo que no va a haber Greta Thunberg que lo solucione. Dicen que cuando hay una mínima posibilidad de que la situación empeore, efectivamente empeora. Y eso es lo que está ocurriendo, como podemos comprobar por lo acontecido en Nafarroa, otra vez con un gobierno del PSOE. Más de lo mismo. 

2016/07/27

Capitalismo de Pokémon

En cierto modo, estamos volviendo a las condiciones de trabajo del siglo XIX, que es a lo que apunta el proyecto neoliberal: reducir el poder de los trabajadores y ponerlos en una posición en la que no sean capaces de resistir los procesos de explotación masiva.
David Harvey


En estos días estamos asistiendo a la irrupción de una nueva fiebre social denominada Pokémon Go, un juego informático que intenta hacer una mixtura entre realidad y ficción y que ya ha causado varios accidentes y situaciones peligrosas para la integridad de los jugadores mismos y de las personas que se encuentran a su alrededor. Se trata, claro está, de un mero síntoma de la grave enfermedad que padece el mundo occidental, o sea, el capitalismo desarrollado.

Si nos detenemos un momento a pensar, nos daremos cuenta de los cambios estructurales que se están produciendo en la economía gracias al desarrollo de tecnologías iinovadoras que son capaces de fomentar nuevas necesidades en el seno de la población. Por ejemplo los teléfonos móviles, que en teoría facilitaban la comunicación entre las personas, están logrando lo contrario, el aislamiento de cada uno con su terminal de última generación. Pero es que cuando se lanzó la primitiva telefonía móvil, ¿Era tan necesaria? ¿No había suficientes teléfonos fijos para comunicarnos? ¿Es necesario llamar desde la estación de tren a la familia para decirle que estás a punto de coger el tren de las ocho, cuando lo saben perfectamente, porque has salido de casa a las ocho menos diez?

2014/10/03

A la cárcel por ser decentes

Urtzi Martínez y Jon Telletxea, dos jóvenes del bilbaino barrio de Deusto, viven la cuenta atrás de su ingreso en prisión por haber participado en la huelga general del 29 de marzo de 2012. La policía les acusó de participar en unos incidentes en los que habrían resultado heridos varios agentes de la Ertzaintza. Se comprobó que Urtzi y Jon no habían estado en el lugar en que se produjeron, pero al final fueron acusados por realizar desordenes públicos (pintadas) con el agravante de utilizar disfraz (capuchas). En total, tras un errático proceso judicial se les condena a dos años y medio de cárcel. Ninguno de los dos tiene antecedentes, pero ingresarán en prisión por combatir de forma coherente al sistema, por ser gente decente. Por ejercer un derecho básico en democracia como es el derecho de huelga. 

2014/09/15

Monarquías empresariales

En una misma semana han fallecido los presidentes del Banco Santander y El Corte Inglés, dos marcas con amplia presencia en los territorios de Euskal Herria. La mayoría de medios de comunicación han resaltado las virtudes de ambos personajes y es que el tópico dice que siempre se van los mejores. Lo curioso es que a la hora de sustituirles en el cargo nadie menta la bicha de las primarias, tan de moda en estos días, sino que se viene a recurrir a la familia. 

2012/07/20

Crisis y oportunidad

La aguda crisis económica que padecemos, pese a que contribuye a aumentar el grado de pesimismo de la población, puede deparar algunas enseñanzas positivas. Es en momentos como el actual, en los que parece que todo se viene abajo, cuando suelen surgir oportunidades insospechadas.

Es evidente que la crisis, primero financiera, luego inmobiliaria, posteriormente bancaria y por fin, global, va para largo. No se trata de un simple constipado sino de una verdadera neumonía. Y el culpable no es el ciudadano de a pie, el trabajador, el desempleado, el inmigrante, sino el propio capitalismo. Es el sistema económico vigente, basado en la búsqueda del mayor beneficio en el menor tiempo posible, el que nos ha llevado a esta situación.

¿Qué ocurre? Que la mayoría de las presuntas soluciones a la crisis obvian esa circunstancia y se centran en intentar recomponer las estructuras enfermas del capitalismo. Los ciudadanos nos vemos inundados por conceptos etéreos como prima de riesgo, diferencial de deuda, fondo de rescate, memorandum, pacto fiscal, etcétera. Conceptos que disfrazan la verdadera naturaleza de lo que ha venido ocurriendo. En resumen, los sectores más avanzados del capitalismo financiero han nadado en un mar especulativo hasta que se han quedado sin agua. En ese momento, para evitar males mayores, han intervenido los poderes públicos, subsidiarios de aquellos, con el fin de reponer la liquidez perdida en operaciones bursátiles de alto riesgo o en el robo descarado, como ha sido el caso del sector del ladrillo.

Los culpables de la crisis son bien conocidos. En primer lugar, los grandes poderes financieros internacionales, los mercados de bolsa, las agencias de calificación y el entramado institucional que les asiste, léase FMI, Banco Mundial, etc. En segundo lugar las instituciones "democráticas" que cumplen los dictámenes emanados desde el seno de los primeros: Banco Central Europeo, bancos centrales de los estados de la UE, Unión Europea, parlamentos, gobiernos, etcétera.

Conviene recordar ahora las palabras del ex presidente francés Nicolás Sarkozy al inicio de la crisis: "Hay que refundar el capitalismo". La mayoría de lectores estimará que fue una boutade más del político francés. Nada más ajeno a la realidad. Estamos asistiendo, con notable despiste general, a una verdadera refundación del capitalismo. Un sistema económico que se reinventa a sí mismo, reventando los diques del pretendido estado social del bienestar, adelgazando hasta el mínimo soportable el sector económico público, jibarizando la sanidad, la educación y los servicios sociales comunitarios y de propiedad pública, reduciendo al mínimo el sistema público de pensiones. En fin, ampliando las bases de actuación de la economía neoliberal, desmontando lo poco que queda del antiguo estado socialdemócrata, incluidos los sindicatos de clase, y forzando una derrota histórica al movimiento obrero europeo.

Que nadie piense que una vez acabada la crisis todo volverá a su cauce. Ese es el gran error. Ya nada será igual. Sí, por supuesto que el PIB crecerá, los salarios dejarán de disminuir y se incrementarán débilmente y el desempleo se reducirá hasta límites más digeribles. Pero la operación de cirugía ejercida por los mejores bisturíes del neocapitalismo habrá dejado irreconocible al estado social del que hemos venido "disfrutando" hasta ahora.

Apuntará el lector más agudo que al inicio de este azogue hablaba de oportunidades. Las hay, es cierto. La crisis, por ejemplo, ha puesto en evidencia la fragilidad de proyectos políticos como el de la autonomía uniprovincial navarra comandada por UPN. Con la CAN desaparecida, el IVA de Volkswagen pagado por Madrid para evitar la quiebra foral y el Gobierno de Barcina en precario, se presenta una oportunidad de darle vuelta al calcetín navarrista.

A la vez, presenciamos el ascenso del bloque soberanista. Un espacio en expansión que debe convencer a la mayoría social de nuestro país de la necesidad de construir un autogobierno basado en la honradez, la ausencia de corrupción y clientelismo, el ecologismo social, el fortalecimiento de lo público sobre lo privado y la búsqueda de alternativas al voraz capitalismo que todo lo destruye.

Si Euskal Herria se dota de un bloque de progreso con vocación mayoritaria que ponga freno a tanto desmán, es posible lograr una salida a la crisis cualitativamente mejor a la de los vecinos del norte y del sur. Una salida que prime el bienestar de los ciudadanos sobre la codicia de empresarios y banqueros y ponga en lugar preferente el interés comunal sobre el afán de ganancia privado.

2009/02/18

¿Llamaría Obama "sinvergüenza" a Galán?


El informe anual del Gobierno Corporativo de la multinacional con sede en Bilbao, Iberdrola, hecho público el martes, arroja unas cifras escalofriantes respecto a los emolumentos de su presidente, el vasco-salmantino Ignacio Sánchez Galán. Su salario correspondiente al año pasado, 2008, ascendió a la cifra de 6.3 millones de euros (1.048,2 millones de las antiguas pesetas). Pero eso no es todo, porque el consejo de administración de la compañía ha remunerado al señor Sánchez Galán con otros 10,2 millones de euros (1.697,1 millones de pesetas) en concepto de gratificación por cumplir objetivos plurianuales, es decir, simplemente por hacer su trabajo.

Por bastante menos que esto el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha calificado de "sinvergüenzas" a los ejecutivos y financieros de Wall Street. Nos atrevemos a asegurar que al señor Obama no le importaría extender ese calificativo a personajes como Sánchez Galán o Emilio Botín, por poner dos ejemplos cercanos.

Para mayor escarnio de la opinión pública, el consejo de administración de Iberdrola ha tomado la decisión de congelar los salarios de sus consejeros y altos direcivos durante 2009, en un gesto de "prudencia" en tiempos de crisis. Solamente el anunciarlo, vistas las cantidades que se embolsan, es de un cinismo que haría sonrojar a un busto de mármol. Hay que decir que el resto del equipo de altos directivos de la empresa ha cobrado una gratificación total de 5,43 millones de euros y que los 15 miembros del consejo se han embolsado un total de 11 millones de euros.

El capitalismo, en su delirio de grandeza, está convencido de que es inmortal, y por eso no tiene rubor en hacer públicas las cifras de sus escarnios económicos. Cuando los empresarios exigen EREs express para afrontar la crisis y exigen el abaratamiento del despido hasta límites indecentes, los señores consejeros de Iberdrola se toman la libertad de asignarse cantidades millonarias sin ningún problema de conciencia.

Sabemos que la izquierda sigue envuelta en una espesa bruma de la que ni otro Lenin sería capaz de sacarla, y no hace falta ir a Italia a comprobarlo, pero ya va siendo hora de que quienes menos tienen, quienes más están sufriendo con esta crisis, se pongan las pilas, sabiendo que mientras ellos engrosan las listas del paro, estos sujetos engordan sus cuentas corrientes y sus fondos de inversión, presumiblemente en paraísos fiscales.

La noticia en "Público": El presidente de Iberdrola ganó...

Opinión de Joxean Urkiola en "Gara" sobre beneficios de las cajas: Obsceno

2008/09/21

El capitalismo exuberante se entrega al Estado


La aguda crisis que están viviendo estos días los mercados financieros, y especialmente los bancos de negocios, es una consecuencia más de la política económica defendida por los herederos del padre teórico de la escuela ultraliberal, Milton Friedman. El hipercapitalismo, basado en la ausencia total de reglas, en la ganancia a corto plazo, el tráfico de influencias y la preponderancia de la economía virtual sobre la real, acarrea estos riesgos. Todo parece indicar que asistimos al primer acto de una tragicomedia que traerá aparejadas otras consecuencias, hoy y por hoy difíciles de prever.

La compraventa compulsiva de accionesen búsqueda del beneficio instantáneo, no importa el método empleado, las fusiones y absorciones de compañías sin ningún plan industrial detrás, y el resto de operaciones especulativas que se han dado en los últimos años, han catapultado a la cumbre de las economías financieras a bancos, grupos energéticos o constructoras que fijan su gestión en la ganancia fácil y rápida, huyendo de las prácticas asentadas en la creación de riqueza y, en última instancia, en la satisfacción de las necesidades de las personas, que debiera ser el objetivo principal a conseguir.

Muchas empresas han dejado de ser herramientas que ofrecían productos o servicios a la sociedad, a la vez que otorgaban beneficios a sus propietarios, para convertirse en puros fines en sí mismas, en plataformas financieras que tan sólo se dedican al pelotazo, la inversión a cortísimo plazo, incluso en cuestión de horas y, por consiguiente, a la más descarnada especulación.

Estamos frente al capitalismo exuberante de que hablaba el ex responsable de la Reserva Federal estadounidense, Alan Greenspan, un capitalismo irracional, que ha estado cabalgando al galope sin riendas y al que el propio caballo ha arrojado al suelo sin piedad. Las bancarrotas de bancos de inversión como Lehman Brothers no son sino producto de semejante exuberancia, originada en un principio por la crisis hipotecaria en Estados Unidos, que no ha sido sino el detonante para que el castillo de naipes empiece a derrumbarse.

Habrá más víctimas honorables en este episodio de ajuste que estamos presenciando. Quienes muestren mayor fortaleza en sus cuentas de resultados comprarán a precios de ganga antiguos imperios financieros venidos a menos y las fusiones defensivas se convertirán en algo habitual. El capitalismo, como sistema económico dominante, no va a perecer en el intento, no nos engañemos, pero algunos de los tiburones más agresivos, quienes han realizado las políticas más arriesgadas, acabarán cayendo devorados por las fauces de otros depredadores, más acostumbrados a navegar a menor velocidad y con un mayor grado de seguridad.

Dicho esto, hay que considerar el modo en que vuelve al primer plano la gran contradicción de la ideología neoliberal, sustentada en la primacía del mercado y en la paulatina jibarización del Estado como agente interventor en la esfera económica. En situaciones menos alborotadas se vislumbraban ya las contradicciones. Por ejemplo la que se da entre el desprecio al Estado como agente regulador y el apoyo al mismo cuando se trata de intervenir sobre el terreno en una disputa por las materias primas, véase el caso de Irak. ¿Alguien ha escuchado a algún neoliberal quejarse por la intervención del Estado en forma de Ejército, Policía o Poder Judicial, cuando se ponen en duda la propiedad privada o el orden que defiende sus intereses?

Sin embargo, ahora mismo la contradicción entre el discurso neoliberal y la práctica seguida en la crisis es todavía más flagrante. La nacionalización encubierta de las agencias hipotecarias estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac, las ingentes ayudas públicas a la aseguradora AIG o las anteriores intervenciones de rescate a Northern Rock (nacionalizado en febrero pasado por el Gobierno británico) o Bear Stearns (absorbido por JPMorgan con la mediación de la Fed), no son sino la demostración más palpable de que los profetas de la desregulación y el laissez faire se arrugan a las primeras de cambio y piden sopitas al odioso papá Estado cuando las cosas se complican. La prueba evidente es que las medidas intervencionistas han sido saludadas en todos los casos con sonoros hurras en los mercados bursátiles de Occidente, se supone que templos sagrados de la ley de la selva económica. Pero conviene señalar que la intervención estatal sobre empresas en dificultades no es un fenómeno nuevo. Gobiernos estadounidenses como los de Richard Nixon y James Carter ya se hicieron cargo del rescate de la militar Lockeed Aircraft o de la mismísima Chrysler. Asimismo hay que subrayar que a las intervenciones puntuales para sostener a empresas en riesgo de quiebra, se le suman estos días las inyecciones millonarias de liquidez efectuadas en comandita por los principales bancos centrales, la última por 180.000 millones de dólares.

La dimensión de la crisis, que expertos como Greenspan sitúan en la mayor en 50 años, ha hecho que a muchos neoliberales les tiemblen las piernas. El presidente de la CEOE española, Gerardo Díaz Ferrán, afirma que «hay que hacer una paréntesis en la economía libre de mercado» y aboga por medias intervencionistas como las adoptadas en Estados Unidos. Vuelven a salir como champiñones los economistas que añoran a Keynes y gurús como el ex director gerente del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, califican de “hipocresía” del sistema todo lo que está aconteciendo. Algunos otros líderes de opinión se han sumado a la nueva moda y la Reserva Federal estadounidense y el organismo que controla los mercados bursátiles, la Sec, estudian la puesta en marcha de una agencia estatal que se haga cargo de aquellos activos dañados durante la crisis, para poder sacarlos de los balances de las compañías en riesgo. Se trataría de una nueva versión de la Resolution Trust Corporation creada en 1989 con parecidos objetivos. Al final va a resultar que el Gobierno de George W. Bush, sustentado en las difusas tramas de los neocon ultraliberales, se va a encumbrar como el gabinete estadounidense más intervencionista de la historia de su país.

Pero, ¿cuál es la solución? Por supuesto que la verdadera salida a este tipo de situaciones reside en la puesta en marcha de un sistema económico alternativo, orientado para servir a las personas y no para que las personas estén al servicio de aquél. Un sistema que disponga de mecanismos que administren con austeridad los recursos y fomente la paulatina desaparición de las diferencias sociales entre ricos y pobres. No obstante, entretanto alcanzamos esa utopía, habrá que exigir a los Gobiernos de turno que pongan freno a esa exuberancia irracional de los mercados, acotando la especulación y el tráfico de información privilegiada y de influencias. Unos Gobiernos que se comprometan a llevar ante la justicia a todos esos ejecutivos agresivos, recién salidos de las escuelas de negocios más exclusivas, que se dedican a dilapidar la riqueza jugando de forma compulsiva al monopoly, sin que les importe nada la economía real o las necesidades básicas de tantos millones de habitantes de este planeta.

[Publicado en "Deia", 2008-09-21 y "Gara", 2008-09-26]]