2014/10/03

A la cárcel por ser decentes

Urtzi Martínez y Jon Telletxea, dos jóvenes del bilbaino barrio de Deusto, viven la cuenta atrás de su ingreso en prisión por haber participado en la huelga general del 29 de marzo de 2012. La policía les acusó de participar en unos incidentes en los que habrían resultado heridos varios agentes de la Ertzaintza. Se comprobó que Urtzi y Jon no habían estado en el lugar en que se produjeron, pero al final fueron acusados por realizar desordenes públicos (pintadas) con el agravante de utilizar disfraz (capuchas). En total, tras un errático proceso judicial se les condena a dos años y medio de cárcel. Ninguno de los dos tiene antecedentes, pero ingresarán en prisión por combatir de forma coherente al sistema, por ser gente decente. Por ejercer un derecho básico en democracia como es el derecho de huelga. 



El Estado que ampara al sistema capitalista busca con estas acciones represivas extender el miedo entre los sectores más combativos, en este caso entre los jóvenes. Quieren transmitirles que si se mueven pueden tener problemas, dificultades en sus estudios o en sus empleos, que les puede resultar más conveniente no meterse en líos.

El discurso liberal imperante habla de un cambio de paradigma, de una situación idílica en la que ya no hay explotadores y explotados, sino una amplia clase media que disfruta de vacaciones y consume a su antojo. Un discurso que quiere envolver nuestras conciencias en papel de celofán, para hacernos creer que si somos obedientes lograremos mejores resultados que poniendo trabas a la imparable rueda del progreso. 

Sin embargo, casos como el de Urtzi y Jon, ponen en evidencia que no es así. Que la lucha de clases sigue vigente. Que a un lado están los que roban a mansalva, como los privilegiados de las tarjetas negras de Caja Madrid, y al otro los trabajadores, los precarios, los desempleados, los desahuciados, la gente que no disfruta trabajando, pero tampoco lo hace en el paro.

Es fácil caer en el sectarismo y en la exageración a la hora de tratar estos temas. Pero a veces puede venir bien un exceso verbal. Poner a cada uno en su sitio y proclamar en alta voz que preferimos mil veces a los Urtzi y Jon de turno, que a los de los fajos de billetes de origen desconocido, al parecer conocidos por el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao.



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