2019/09/30

Vuelta al principio

Se nos va septiembre, otro año más, y con él el verano. No se puede hacer nada para impedirlo. Y con septiembre regresamos al blog, con la esperanza de que al otro lado de la pantalla haya alguien dispuesto a leer las reflexiones de un periodista pasado de moda y políticamente incorrecto.

El panorama, así en general, es desolador y me temo que no va a haber Greta Thunberg que lo solucione. Dicen que cuando hay una mínima posibilidad de que la situación empeore, efectivamente empeora. Y eso es lo que está ocurriendo, como podemos comprobar por lo acontecido en Nafarroa, otra vez con un gobierno del PSOE. Más de lo mismo. 


Inicié este blog en septiembre de 2006, hace ya 13 años, y si alguien se molesta en repasar lo sucedido en ese periodo comprobará que poco han cambiado las cosas desde entonces, salvo quizá la definitiva paralización de actividad, entrega de armas y disolución de la organización ETA. Iniciativa que no se ha visto acompañada en forma alguna por el Estado, firme en su intransigencia respecto del problema nacional vasco.

La situación permanece bloqueada, tal vez a expensas de lo que pueda ocurrir en Catalunya, territorio en el que las cosas tampoco parecen marchar viento en popa para los intereses de la fuerzas independentistas, cada vez más divididas. Pero si seguimos mirando más a Catalunya que a nuestra propia tierra puede deberse a la impotencia para poner en marcha una verdadera acción mayoritaria en pos de la soberanía. 

Más explotación

En el terreno social se vislumbra un empeoramiento progresivo de las condiciones laborales de los trabajadores, en especial de los más jóvenes, que no parece preocupar demasiado a las direcciones de los sindicatos, más centrados en los problemas de los trabajadores con contrato fijo, aunque nunca lo vayan a reconocer en público.

La explotación de los trabajadores jóvenes, de los falsos autónomos, de los obreros con contratos precarios, va en aumento, sin que esa realidad consiga abrirse paso en la agenda cotidiana de partidos y sindicatos progresistas, cuyas dinámicas se centran más en el feminismo o el cambio climático. No se trata de priorizar unas luchas sobre otras, sino de activar un movimiento que englobe las más importantes, sobre todo teniendo en cuenta que la causa principal de todos esos problemas debe colocarse en el debe del capitalismo realmente existente, el neoliberal. 

Resulta paradójico, por otra parte, que las muertes ocasionadas por la violencia machista hayan adquirido un protagonismo indudable en los noticieros, mientras que las muertes de trabajadores en sus puestos de trabajo se solventen con un suelto en el periódico o una simple mención en el telediario. El capitalismo sabe defenderse.

Si nos ponemos estupendos tenemos que volver a decir que hoy más que nunca es necesario implementar una estrategia revolucionaria. El problema es que mucha gente del común, erosionada en sus convicciones, se desentiende de semejantes propósitos y se conforma con seguir sobreviviendo, aunque sea en condiciones precarias. Hablar hoy en día de lucha de clases resulta demodé, Pero hay algunos que, guste o no guste, vamos a seguir diciendo en voz alta que el capitalismo nos explota, nos aliena y nos maltrata. Algo habrá que hacer para que deje de hacerlo o, al menos, le cueste un poco más mantenerse con licencia para esquilmar a las mayorías trabajadores de nuestro país. Volvemos, pues, al principio. ⧫

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