Hay quien valorará este periodo como cuatro años perdidos, ya que el llamado proceso de paz que se dibujó en la Declaración de Aiete no se ha visto consumado, ni por aproximación. La cerrazón del Gobierno de Madrid ha sido total, sin fisuras. Es triste reconocer que el único descoloque proveniente del PP haya sido el de Arantza Quiroga. Un descoloque que ha expulsado de la política a la presidenta del PP vasco.
Algunos sesudos analistas consideran que la estrategia unilateral de ETA, ya que la negociadora se abortó en Oslo, se basa en este último periodo en la esperanza de un cambio de inquilino en La Moncloa. Según esa tesis, un posible gobierno del PSOE, tal vez sostenido por Podemos, podría variar en alguna medida la política cerril llevada a cabo hasta ahora. Sin embargo, leyendo a Alfredo Pérez Rubalcaba, esa esperanza se antoja bastante efímera.
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Se valora muy a menudo, sobre todo en los círculos de la izquierda abertzale, la intransigencia del Estado respecto al proceso de paz vasco, pero no debe olvidarse que esa postura de firmeza absoluta viene facilitada por el respaldo que el PSOE le ha concedido en el llamado "espacio antiterrorista", evitando una crítica seria a la misma, salvo las variopintas expresiones de algunos de sus militantes, como el señor Eguiguren. Además, la inacción de Mariano Rajoy en sus cuatro años de mandato, se ha visto también engrasada por la postura adoptada por el PNV y el Gobierno de Urkullu, que no han tomado ninguna resolución mínimamente arriesgada en ese terreno y se han limitado a culpar al PP de su inmovilismo, pero en el fondo dejándole hacer.
Y hablamos de inmovilismo, cuando en realidad de lo que hay que hablar es de mantenimiento de una política represiva muy activa, en la que incluso se ha detenido a quienes, al parecer, estaban organizando el desarme unilateral de la organización clandestina. Amén de la continuidad de variados procesos judiciales contra diversas organizaciones de la izquierda abertzale, en un pulso permanente para intenta mantener a este sector de la población en un discurso preferentemente defensivo, con poco margen para la iniciativa politica.
La falta de resultados positivos en estos cuatro años, aparte de la sensible mejora de la convivencia en nuestras ciudades y pueblos, puede llevar a una parte de la población a la desazón e incluso al abandono y al pasotismo. Dejar de creer en la política como vía de avance de un pueblo es una tentación que sigue estando ahí. Yo diría que ha aumentado en los últimos meses. Por ello conviene tomar un poco de perspectiva, observar lo que ha ocurrido en procesos similares en otros ámbitos geográficos y entender que cuatro años no es mucho tiempo si tenemos en cuenta que el conflicto político que aqueja a Euskal Herria con los estados español y francés se remonta a siglos atrás.
La constatación de que nos movemos en ciclos de tiempo amplios, no puede ser ningún consuelo para quienes siguen sufriendo las consecuencias de una política penitenciaria poco homologable con Europa, que no ha tenido en cuenta para nada el hecho irrevocable de que la organización clandestina haya terminado con su estrategia armada hace ya cuatro años. Una política penitenciaria (y judicial) basada en la venganza que no debería tener recorrido alguno en un estado verdaderamente democrático. Desgraciadamente el Reino de España se encuentra lejos de alcanzar ese nivel.
Vuestro problema es que seguís viviendo en los (peores) mundos de yupi. Vamos a ver, ¿qué quieres decir cuando apelas a unas supuestas “contrapartidas políticas” y luego hablas de escasa calidad democrática? ¿De verdad crees que un estado “democrático” debería retribuir políticamente a unos señores por dejar de matar? ¿Qué entiendes por democracia? Y cuando dices que no se ha avanzado nada –con la salvedad de la mejora en la convivencia en la sociedad vasca, eso sí- tras cuatro años sin terrorismo. ¿Eso no te parece un avance? ¿Que la gente no tenga que estar pendiente de si unos facinerosos le amenazan, le chulean o, en último extremo, le pegan un tiro? ¿Te parece poco avance? Y que si el gobierno vasco (gobierno vascongado en vuestra terminología) hace poco o nada… ¿Qué esperas que haga, máxime cuando no tiene competencias penitenciarias? Igual algún día en la IA llegáis a entender que todo lo que queda –y lo que quedará- se reduce básicamente a un problema técnico de índole penitenciario, con un Estado vengativo (o dos), eso es indudable, y una ciudadanía que pasa olímpicamente del tema, salvo unos pocos allegados, falimilares y amigos. Esa es la realidad, y cuanto antes la asumáis, mejor para todos, pero, sobre todo, para vosotros.
ResponderEliminarRespeto todo lo que dices, por supuesto. Pero sigo pensando que el Gobierno español podría haber hecho algo para consolidar la nueva etapa y no ha hecho absolutamente nada, salvo mantener en sus trece. Y claro que estamos mejor que hace cuatro años en cuanto a convivencia, aunque debemos seguir trabajando en ello, sin sectarismos.
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