2015/02/28

El país de la lluvia


Llueve. En este mes de febrero que acaba no ha cesado de llover. Una lluvia constante, purificadora, que se ha llevado por delante todo lo que se ha encontrado a su paso. La lluvia es naturaleza, es anterior al ser humano, y es posible que permanezca cuando la especie más destructora del planeta acabe por autoinmolarse en su propia estupidez.

Se escuchan en los medios las amargas quejas de los ribereños a los cauces fluviales, en Txomin Enea (Donostia) y en Castejón, gentes de la urbe y del campo. Es entendible que protesten por la desazón que producen las riadas, pero los ríos tienen sus márgenes de crecida que deben respetarse. Sin embargo, no se respetan. Se han levantado industrias, viviendas, infraestructuras diversas en dominios fluviales. De ahí provienen los actuales disgustos. 


Una defectuosa planificación del territorio, especialmente en tiempos del franquismo, pero también en años de supuesta democracia, en la que la búsqueda del máximo beneficio económico se situaba muy por encima de otras consideraciones que la lógica de la naturaleza demandaba.

La solución no pasa por levantar nuevos diques de hormigón que impidan el paso del agua, sino en la de-construcción de todo lo levantado indebidamente. Dirá el lector que eso es una utopía, por el reconocimiento implícito de los errores pasados y, sobre todo, por el alto coste  que representaría para las arcas públicas y, en su caso, privadas. Puede que así sea, pero cuando sucedan las próximas lluvias que nadie se eche las manos a la cabeza, porque la corriente de agua siempre busca y encuentra un sitio por donde discurrir hacia la mar. Y ese ley natural no hay gobierno ni sistema económico que la pueda derogar. 

Viene a cuento esta reflexión para hacer una anotación al margen. Siempre ha tenido la lluvia una connotación de limpieza, de purificación de la porquería. El río, cuando crece, arrastra la zaborra que se encuentra en sus orillas, contribuyendo a su depuración. En la política de este país tenemos las orillas repletas de zaborra: De Miguel, Epsilon, Hiriko, CAN, Osasuna, Bidegi, etc. Es una pena que las incesantes lluvias que nos acompañan no hayan conseguido arrastrar hasta el Cantábrico, el mar de Nafarroa que cantara Monzón, todo esa inmundicia. No desfallezcamos, tal vez la próxima primavera haya ocasión para ello. 


Esteka:

"Pero tu y yo sabemos que hay/Señales que anuncian/Que la siesta se acaba/Y que una lluvia fuerte/Sin bioenzimas, claro,/Limpiará nuestra casa."
A cántaros - Pablo Guerrero

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