La borrachera represiva que está ejerciendo el Gobierno del PSOE no tiene antecedentes tras la muerte de Franco. Se trata de una caza al abertzale consecuente, sin pararse a pensar en el modo de hacerlo. Una vez puesta en marcha la Ley de Partidos, no olvidemos que a propuesta de un tal José Luis Rodríguez, todo es orgía antiabertzale.
Están llenando la cárcel de presos políticos, esta vez sin margen de duda, porque son gente que jamás ha empuñado un arma. Ya lo han hecho con creces gracias al sumario-disparate del 18/98, lo seguirán haciendo en abril con el juicio a los militantes de Askatasuna, Udalbiltza, etc. No hay barreras y quien piense que se trata de una mera operación electoralista para dar imagen de dureza, va dado. Estamos asistiendo, con la pasividad de la gran mayoría de la población, a la voladura controlada de la izquierda independentista. Ni más, ni menos.
Todo un amplio sector social y político de este país es presa de una brutal persecución política, que recuerda los lamentables estados de excepción del franquismo. Es la única comparación honesta que me viene a la cabeza.
Los tibios, todos aquellos que dicen estar por el derecho a decidir a futuro, seguirán apostados en la acera de enfrente, esperando pasar el cadáver político de la izquierda independentista, con la esperanza de empezar así su imparable carrera hacia ninguna parte. Sueñan con un país pacífico y democrático, en el que tras ser arrumbada la izquierda consecuente, ellos puedan hacer sus pactos con este y con el otro, adornados de progresismo de bisutería.
Se vuelven a equivocar. Si se confirmara en el futuro la anulación de una fuerza como la izquierda abertzale, ellos serían las próximas víctimas de la despiadada estrategia de españoles y franceses. No levantar ahora un dique de contención a la ofensiva de Madrid y París es lo mismo que ponerles una alfombra azul para que campen a sus anchas por nuestro país y acaben por derribar lo poco que hemos conseguido construir en estos años de lucha.
Hoy han sido Pernando Barrena y Patxi Urrutia los detenidos por expresar en alto sus ideas independentistas, mañana quién sabe. Si no conseguimos poner freno a esta caza de brujas, el futuro será mucho más difícil para todos.
Pero ¿cómo se puede poner freno a esta caza de brujas?
ResponderEliminarPrimero, ¿quiénes?. Parece que, recordando a los irlandeses, "nosotros solos", los y las abertzales de izquierdas. El resto se está retratando; tan sólo esperan réditos. No espero nada de las otras fuerzas políticas. ¡Y qué decir de esa mayoría social y sindical! Ya lo reflejaste en algún comentario anterior sobre ELA... Tampoco sé dónde está la sociedad civil.
Lo que más me interesa sigue siendo el cómo. ¿Es posible/aconsejable que 500 personas, 1.000, 20.000 salgamos públicamente a decir qué pensamos, qué sentimos y qué queremos? Diariamente ese grupo, que cada vez debiera ser más numeroso, nos reivindicaríamos de la izquierda abertzale, sin escondernos.
¿Nos van a llevar a la cárcel? Seríamos y nos declararíamos presos de conciencia.
No sé cómo se puede organizar lo que propongo; tampoco sé si es un suicidio político, pero algo habrá que hacer.
Salud
He ahí la pregunta Zer egin?
ResponderEliminarConfieso, aturdido, que no hallo respuesta, aunque quizás mañana escriba sobre ello, repleto de dudas y escaso de respuestas. Algo hay que hacer, Txetxu, ¿pero qué?
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ResponderEliminarToda mi solidaridad con el pueblo vasco y (como la has denominado justamente) la izquierda consecuente. Habeis de saber que desde Madrid algunos vemos con profundo asco, repugnancia y temor la escalada represiva del Estado. Los que no la aplaudimos somos pocos, pero todavía subsistimos y hacemos todo lo posible por despertar a las personas de nuestro entorno. Batalla dura e ingrata, pero no imposible, y en todo caso absolutamente necesaria en estos tiempos que corren.
ResponderEliminarOsasuna eta askatasuna.