La declaración de independencia realizada hoy por el parlamento de Pristina no ha cogido a nadie por sorpresa, ni tan siquiera a la portavoz del Gobierno Vasco, que ha puesto como ejemplo para solucionar conflictos identitarios el de el nuevo estado albanés. Lo que no ha dicho Miren Azkarate es que el primer ministro kosovar,Hashim Thaci, es un antiguo guerrillero del Ejército de Liberación de Kosovo, no un atildado representante del Partido Demócrata Europeo o de la vieja democracia cristiana.
Pero lo más curioso es que un gobierno que se limita a gestionar una autonomía en el seno de un estado centralista y asfixiante para sus nacionalidades, tenga ahora como modelo a imitar la creación de un nuevo estado en Europa. ¿A que viene tanta alegría? ¿De que se jacta Iñigo Urkullu? ¿Se deberá esta postura a que se acercan las elecciones y la izquierda independentista carece de candidaturas legales?
La falta de coherencia del PNV es clamorosa. Lo ha sido casi siempre, desde el Pacto de Santoña hasta el Estatuto de Gernika, desde sus filias vaticanistas y reaccionarias hasta sus fobias anti-ETA. Lo más chocante es que pese a todo ello se mantienen en las instituciones autonómicas después de casi 30 años de renuncias y traiciones.
A mí me alegra que el pueblo albano-kosovar tenga la posibilidad de organizarse sin la injerencia serbia. Me gustaría que llegase a un entendimiento con Albania, una federación o algo similar, para que la mayoría de albaneses convivan juntos en el futuro. Pero me temo que Kosovo no va a poder ser enteramente independiente, al menos de momento. Estados Unidos, su principal valedor internacional, pasará la correspondiente factura por el apoyo prestado. Y todos conocemos los métodos estadounidenses en estas ocasiones y el montante de sus facturas (económicas, militares...). Hasta el PNV sabe algo de todo esto, gracias a la experiencia que tuvieron en su momento los Agirre, Irala, Galindez y hasta el mismo Juan Ajuriagerra.
Una última acotación sobre el mimetismo de los vascos. Hace tres días mirábamos embelesados a Irlanda y Gerry Adams, luego hemos fijado el punto de mira en Escocia y el Partido Nacional Escocés de Alex Salmond, ahora no perdemos ojo a Kosovo y todo lo que le rodea y dentro de poco descubriremos "el proceso" de Flandes.
Está muy bien fijarnos en otras naciones que buscan su soberanía, pero Euskal Herria/Navarra tiene que marcar su propio paso en ese difícil camino hacia la independencia. No valen copias, buenas o malas, de otros escenarios cercanos o lejanos. Nos parecemos muy poco a Kosovo o a Montenegro y pretender atajos no suele ser un buen consejo. Tenemos dos poderosos enemigos enfrente, Madrid y París, y a día de hoy, ningún amigo de entidad, y menos que esté presente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Es muy loable dictar una conferencia en la Universidad de Stanford y celebrar reuniones con el vicegobernador de California, como ha hecho Ibarretxe estos días, pero necesitamos un objetivo claro y mucha más decisión para avanzar. Y el enemigo, entretanto, no descansa.
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