Sectores soberanistas catalanes comienzan a vislumbrar que la única alternativa viable para su país, si quiere mantenerse vivo, es la conformación de un Estado catalán. No es nada nuevo. Ya existió una formación política denominada precisamente Estat Catalá. Más claro, agua. Incluso el president Companys planteó eso mismo en los años treinta, aunque dentro de la República española. Ahora ha sido el dirigente de ERC Joan Ridao quien ha manifestado que ve más fácil que se consiga un Estado catalán a que se produzca una España Federal, ente en sí mismo contradictorio, por no decir imposible. Por su parte, el vocal del Consejo General del Poder Judicial (español) a propuesta de CiU, Alfons López Tena, habla abiertamente de Estado catalán en su libro "Catalunya sota Espanya". Y a ellos se unió el sábado el prestigioso filósofo y ex eurodiputado por el PSC Xabier Rubert de Ventós, con un artículo en "El País" en el que recogía un dicho mexicano muy explícito: "Ya no quiero comer queso; lo que quiero es salir de la ratonera".
Son opiniones convergentes de gentes de diversas tradiciones políticas que coinciden en la inviabilidad de la vía estatutaria. Y eso que aún queda por ver la sentencia del TC sobre la reforma del Estatut, que puede incluir su anticonstitucionalidad. Pues bien, mientras todas estas cosas suceden en Catalunya, bien es verdad que calentadas por la celebración del 11 de septiembre, Diada nacional, por aquí seguimos obsesionados indagando si Joseba Egibar se va a presentar para la dirección del PNV o si existe un pacto no escrito para que renuncie. Así nos va.
Es evidente que hace ya mucho que se ha acabad0 el tiempo para las políticas de corto plazo, sustentadas en las expectativas electorales de unos y otros. Es hora ya de esgrimir, como lo hacen esos distinguidos catalanes, la necesidad de un Estado propio navarro (o vasco, como se prefiera), que facilite la supervivencia de Euskal Herria como pueblo europeo y salvaguarde sus principales señas de identidad. No se trata de pelearse contra nadie, solamente de afirmar lo propio, en estricta igualdad con los vecinos, sin nacionalismos chovinistas de ningún tipo.
Tenemos el derecho a ser libres, a disponer de una herramienta que nos permita tomar nuestras propias decisiones. Como los portugueses, como los griegos, como los noruegos. Solidarios con los demás, pero soberanos para diseñar nuestras redes de ferrocarriles o nuestra política pesquera. Así de sencillo. Apaguemos ya los ruidos que distorsionan la reclamación fundamental: un Estado propio. Ya habrá luego tiempo de ir delegando competencias, si hace al caso, en la Unión Europea o en la ONU.
Kaixo Joserra:
ResponderEliminarEl problema del estado propio es cómo se logra.
Negociación con el Estado o acumulación de fuerzas soberanistas.
Los ruidos que distorsionan son varios: conseguir la independencia sin el PNV es difícil; con el PNV, imposible (creo que esta frase es del historiador Lorenzo Espinosa). La lucha armada, ¿beneficia o perjudica?
Existe potencial en este pueblo para conseguirlo; pero, quizás, desactivada la lucha armada, consigan asimilar e integrar a los sectores más concienciados de este pueblo. Gran duda.
Nota bene: soy seguidor de tu blog desde enero; me sirve, me hace reflexionar. Por vagancia y comodidad nunca he tomado parte. "Un año dando la brasa" me ha servido de acicate.
Si te he hecho reflexionar, Txetxu, me doy por satisfecho. Ese es el objetivo. Espero que otros como tú se vayan animando a compartir este espacio.
ResponderEliminarComparto tu gran duda, me la hago todos los días y no la he resuelto. Una cosa es el deseo y otra la conveniencia general para el país.
En cuanto al PNV, ya he esrito algo sobre lo que se puede esperar de Urkullu. No soy pesimista, simplemente leo los periódicos.