Me llaman Euskadi, País Vasco, Vasconia, Nafarroa, Euskal Herria… pero nadie parece conocer mi verdadero nombre
Hubo un tiempo, ya pretérito, en el que la mayoría de las personas que aspiraban a una nación soberana coincidían en denominarla Euskadi. La apropiación de ese nombre aranista para referirse a una parte de la nación, la que conforma la CAPV, hizo que la izquierda abertzale renunciase a la denominación auspiciada por el movimiento jeltzale, para abrazar el concepto, más cultural que político, de Euskal Herria, curiosamente utilizado en diarios franquistas de la época como cabecera de secciones dedicadas, vagamente, a tratar temas relacionados con lo vasco.
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Euskalherriko Karta - SanTelmo Museoa |
Euskalerria, compuesta por Vascongadas, la Alta Navarra y el País Vasco-francés, configura el Zazpiak-Bat que parece colmar los anhelos mayoritarios del soberanismo euskaldun. Pero no lo hace. Experiencia tengo de ello, al haber sido señalado como tibio, por haberme conformado en en el curso de alguna charla con una dimensión territorial inferior a la de la Vasconia de Federico Krutwig, para entendernos, que abarcaba territorios ahora considerados burgaleses, riojanos, sorianos o aragoneses. Tampoco en esta dimensión territorial nos ponemos de acuerdo.
Suelo recurrir a la separación entre el ámbito histórico-cultural de la cuestión y el aspecto político reivindicativo, para intentar llegar a una solución razonable, con muy escaso éxito, por cierto. Quiero decir que en el primero de los ámbitos citados y a nivel teórico, se pueden reclamar como vascos hasta los territorios pirenaicos de La Bigorra, allá cada cual con su atrevimiento. Ahora bien, en el sentido estrictamente político contemporáneo, convendría centrarse en el consenso que reúne a los territorios vasco-navarros o de Vasconia, también denominados como las Siete Provincias. Bastantes conflictos enredan ese mismo consenso a la hora del desarrollo del proceso soberanista y sus múltiples velocidades, como para abrir el debate a una dimensión territorial basada en precedentes históricos innegables, pero a la vez inasumibles hoy en día en el plano meramente operativo. Un poco de realismo nunca viene mal.