2019/05/03

Una salida confederal

Las últimas elecciones a Cortes del Estado español han mostrado diversas realidades. Una de ellas es contundente, estamos ante un estado plurinacional, como no hace mucho se atrevió a afirmar el presidente Sánchez. Ahora, por supuesto, no lo diría, pero aunque no se quiera reconocer por la mayor parte de los partidos nacionales españoles (PSOE, PP, Cs, Vox), la realidad es la que es y cada día que pasa se vuelve a confirmar. 

En unos comicios de ámbito estatal, los menos favorables para los intereses de los partidos soberanistas de las naciones sin estado propio, los resultados obtenidos por éstos son elocuentes. En Catalunya se repartían 48 escaños, de los que 22 han ido a los partidos soberanistas (15 a ERC y 7 a JuntsxCat). Otros siete puestos han ido a En Comú-Podem, que defiende el derecho de autodeterminación y el consiguiente referéndum. Doce escaños han ido a parar al PSC, que no quiere esa consulta pero tampoco el artículo 155, y el resto, siete escaños, han sido para los partidos autodenominados constitucionalistas (Cs, PP, Vox). La realidad nacional catalana es incontestable. 


En el caso vasco-navarro, con dos comunidades autónomas en liza, la CAPV y la CFN, los escaños en juego eran 23. De ellos, seis han sido para EAJ-PNV, otros seis para el PSOE, cinco para Podemos, cuatro para EH Bildu y 2 para la coalición Navarra Suma (UPN, Cs, PP). Por lo tanto, diez asientos para diputados que reconocen la realidad nacional vasca, a los que habría que sumar los cinco escaños de Podemos, que no son soberanistas, pero que abogan por la defensa del derecho a decidir. Quedan otros seis asientos para el PSOE, que mantiene el estatus quo y dos más para la derecha navarra más reaccionaria. 

La realidad de, al menos, dos naciones sin estado propio que conviven bajo el Estado español no va a ser reconocida a corto y medio plazo por ese mismo Estado. No hablo de independencia, sino de reconocimiento de una realidad nacional, cultural y lingüística evidente en ambos casos. Por lo tanto, siendo pragmáticos, y considerando que la vía unilateral es muy complicada de concretar, visto el caso catalán, tan solo queda un camino razonable en el que todas las partes ceden, pero pueden quedar en una situación cómoda para un determinado periodo de tiempo, pongamos que 25 años.



Se trata de abordar una profunda reforma de la Constitución de 1978 que pase del actual estado de las autonomías a un estado confederal, o mejor dicho, a una confederación de estados, que siendo en sí mismos soberanos, compartan algunas competencias. Yo no sé si la candidatura Orain Errepublikak apunta por ahí, pero no creo que sea muy descaminado el unir una cosa con la otra. 

Estariamos ante una Repúlica Catalana, otra República Vasco-Navarra, y una República española. Quedaría por ver si habría que implementar una República Andaluza y eventualmente otra gallega. En este último caso cabría la variante de una República Galaico-Portuguesa, dentro de una Confederación de Estados Ibéricos.

Al grano. Dichas repúblicas serían soberanas en su gobernanza propia, política, social, cultural y deportiva, y tan solo cederían, en su caso, algunas competencias a la propia Confederación, como es el caso del ejército o la representación en organismos internacionales, como la Unión Europea o la ONU.

De este modo se evitaría, de facto, la ruptura del Estado español, esa amenaza que paraliza las mentes de los nacionalistas españoles, a la vez que se daría paso a un altísimo grado de soberanía para las naciones ahora sometidas a la férrea disciplina estatal. 

Pensará el lector que la salida confederal, que no federal, es una boutade sin mayor recorrido, pero si de mi dependiera se transformaría en una propuesta formal a poner encima de la mesa al próximo presidente español. Si, a pesar de los pesares, no la tomase en cuenta, sería el momento de poner todos los huevos en el cestillo de la independencia. ⧫ 




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