Navarra Suma logró la victoria en Nafarroa Garaia. Foto: Europa Press |
¿Podemos o no podemos los vascos transitar hacia la soberanía política?¿Se pueden sumar los votos de EAJ-PNV y EH Bildu con ese fin? ¿Y los de Podemos? Todas las preguntas, dicen, tienen una respuesta. El problema es dar con ella. Confieso que yo no la tengo en estos momentos, aunque me atrevo a adelantar una aproximación.
Las pasadas elecciones han demostrado unas cuantas cosas, pero hay dos que son incontestables. La hegemonía del PNV en la CAPV, lo que ellos llaman Euskadi, y la hegemonía de la derecha foral y española en Nafarroa Garaia, ahora bajo la enseña de Navarra Suma. Tomando siempre en consideración los datos registrados en las elecciones forales de los cuatro territorios, tenemos que el bloque formado por PNV y Geroa Bai suman un total de 494.461 votos. Seguidamente se sitúa EH Bildu con un total de 317.447. En tercer lugar aparece el PSOE (PSE+PSN) con 262.759 apoyos. En cuarto lugar se sitúa la derecha española (UPN+PP+Cs) con un total de 222.420, más otros 12.353 de Vox. Por último, en quinto lugar tenemos a Podemos con un total de 127.842 apoyos (y otros 10.472 de Izquierda-Ezkerra.
A partir de ahí se pueden realizar diferentes sumas y restas, pero no conviene mezclar en esas operaciones las peras con las manzanas. Suponer que todos los votos a PNV/Geroa son soberanistas es mucho suponer, cuando ha quedado demostrado que una parte del voto al PP ha ido precisamente a apuntalar las mayorías jeltzales, véase el ejemplo de Gasteiz. Tampoco se puede decir que la totalidad de los apoyos a Podemos se traducirían en un hipotético referéndum en votos a favor de la autodeterminación, ya que cada proceso tiene sus mecanismos de respuesta ciudadana.
Es evidente que se puede hacer un ejercicio de voluntarismo y agregar a los votos soberanistas de Bildu los de PNV y Podemos y establecer que existe una mayoría teórica de apoyo al derecho a decidir. Otra cosa es el ámbito de la consulta, que en principio no sería el de los territorios del sur vasco-navarro, sino el de cada comunidad por separado. En definitiva, podemos realizar los ejercicios teóricos que queramos, satisfacer todas nuestras expectativas, pero ello no quiere decir que exista una masa crítica suficiente para emprender el camino soberanista con un mínimo de garantías de éxito.
La mejor demostración de que no se pueden sumar peras con manzanas es que los pactos postelectorales en ayuntamientos y diputaciones pueden volver a estar protagonizados por la combinación PNV-PSOE, con la posible variante navarra PSN-Geroa. Por lo tanto, pasar de la mesa de trabajo a la realidad los resultados del 26 de mayo es una tarea harto complicada, por no decir imposible.
Queda, pues, mucho trabajo por hacer en torno al fortalecimiento de un eje soberanista potente. La derrota del cuatripartito navarro es, en ese sentido, un tropiezo considerable que nos indica que la tarea que resta por realizar es hercúlea, o como diría el otro, homérica. ⧫
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