2011/09/05

Va a ser que no

Tras un mes desaparecido, a uno le cuesta entrar en materia a la hora de abordar la actualidad del país, pero este asunto de hoy me resulta conocido. El adelanto de las elecciones legislativas españolas al 20 de noviembre, debido a la debacle del Gobierno Zapatero, obliga a acelerar los tiempos a todos los actores, incluidos los vascos. La irrupción de Bildu el pasado mes de mayo y su incontestable éxito electoral no ha hecho sino aumentar los temores existentes en el seno del PNV por el posible final de su liderazgo político. Retirado Ibarretxe a la universidad, sin lideres carismáticos y con Iñigo Urkullu como único referente fiable, el partido de Sabino y Luis Arana no se siente seguro.

Ese temor no es nuevo, ya que nació hace ya más de cincuenta años, cuando un grupito de jóvenes universitarios de Bilbao y Donostia se reunieron con el fin de acabar con la indolencia que dominaba en el escenario vasco tras la derrota en la guerra de 1936. Esos jóvenes, que primero se llamaron Ekin y posteriormente Euzkadi ta Azkatasuna (ETA), pusieron en cuestión algo intocable durante décadas: la primacía del nacionalismo sabiniano en el movimiento patriótico vasco. Es cierto que en los años treinta había surgido Acción Vasca, pero la guerra y la represión habían dejado exagüe a ese agente político.

Fue el histórico líder del PNV, Juan Ajuriagerra, quien optó en aquel momento decisivo por no dar crédito a las demandas de los jóvenes abertzales. Pensó que aquello sería flor de un día. Se equivocó. Pasados más de cincuenta años de aquella encrucijada, PNV y Bildu se reconocen como adversarios políticos de tamaño semejante, lo que favorece las desconfianzas mutuas. Parece estar en juego el futuro liderazgo abertzale y cualquier pequeño error de cálculo puede ser fatal.

De cara a las elecciones del 20N, los grupos que conforman Bildu han lanzado una oferta de colaboración electoral a PNV y Aralar, con el propósito de concurrir juntos a las elecciones a Madrid, en calidad de representantes de una mayoría social de Euskal Herria, que negocie como pueblo ante las autoridades españolas. Se anuncia una próxima reunión exploratoria, pero la postura del PNV es nítida. No se mezclarán con los herederos políticos de aquellos jóvenes rebeldes de finales de los cincuenta.

No lo harán por muchas razones, pero la principal es que el PNV mantiene una postura estratégica incompatible con la de Bildu. Mientras que la izquierda abertzale, en su sentido más amplio y plural, siempre ha defendido una lucha de liberación nacional frente a los Estados español y francés, el PNV abandera el camino institucional, de acuerdos y compromisos con la metrópoli, que no va a abandonar a estas alturas de su dilatada historia.

Más allá de las diferencias programáticas, de las enemistades personales, de las luchas cainitas, se encuentra el concepto central que anida en ambos agentes políticos. Un concepto diferente, sino enfrentado. Para la izquierda abertzale las siglas son lo de menos, lo importante es sumar en el proceso soberanista; para el PNV las siglas son sagradas y todos sus militantes se deben a ellas. Transigir ahí sería el principio del fin.

Si el PNV aceptase la candidatura unitaria con Bildu y Aralar, estaría aceptando de facto que su estrategia nescafé, de tacita a tacita, trasferencia a trasferencia, ha sido un error histórico. Se estaría plegando a la estrategia de liberación nacional de los jóvenes rebeldes que tantos dolores de cabeza ocasionaron a Ajuriagerra.

Por lo tanto, por muchos esfuerzos de conciliación, de gestos de buena voluntad, que realicen los representantes de Bildu, la respuesta final del PNV va a ser que no. Porque como decía Iñigo de Loyola, en tiempos de turbación no se deben hacer mudanzas. Es mejor hacerse fuerte en lo conocido, en lo que se tiene y a partir de ahí planificar los futuros pasos. Es cierto, y lo saben, que corren el riesgo de sufrir el sorpasso por parte de Bildu. Pero ese posible escenario lo gestionarán cuando toque, si es que llega a darse. Mientras tanto, como en sus mejores años tras la muerte de Franco, Batasuna ta Indarra.

Beste iritziak:

1 comentario:

  1. Coincido contigo en que"va a ser que no", pero discrepo de tu análisis. Tampoco comparto la idea de Bildu y el PNV como fuerzas semejantes, pese a que en las últimas elecciones y por una conyuntura excepcional propiciada por la torpeza represiva de Madrid, se aproximase en representación.
    Respecto a la idea que expresas cuando afirmas que "la postura del PNV es nítida. No se mezclarán con los herederos políticos de aquellos jóvenes rebeldes de finales de los cincuenta", convendría dejar de esgrimir esa idea tan romántica como falsa y poner sobre la mesa las cosas como son: no se trata de herederos de jóvenes rebeldes de los 50´, sino de herederos, simpatizantes y encubridores de pistoleros psicópatas de los 80´y 90´, de gente que ha asesinado en nombre de una patria que no es suya sino de todos los que nos sentimos vascos, y todavía, en el mundo de Batasuna, se tienen que haser muchos deberes y será un camino largo.
    Así que ese discurso de haber dado carpetazo y aquí todos somos demócratas de toda la vida, pacifistas y la hostia -con perdón-, pues no nos convence a muchos de los que siempre apostamos por vías no violentas.
    Primero habrá que ver cómo se termina con ETA, qué será de EA y de su pistya de aterrizaje para la IA, qué pasará con los restos de EB, y, sobre todo, si la IA seguirá sin desviarse del camino emprendido.
    Muchos interrogantes, demasiados. Esperemos que ya no tengamos más ilegalizaciones y cada uno pueda presentarse con sus siglas y su estrategia. Luego ya se verá.

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