La versión oficial de Madrid sigue siendo la misma. Nada ha cambiado. "O ETA lo deja o Batasuna deja a ETA". El problema es que algo sí ha cambiado. ¿Se acuerdan de los periódicos de septiembre? El primer comunicado no era suficiente; del segundo ni hablaban. En cambio ahora están todo el día abriendo sus primeras planas con el asunto. "El Mundo", los diarios de Vocento, "El País", Grupo Noticias... diariamente dando la lata en primera plana con un tema que no guardaba mayores novedades. ¿Cómo puede ser posible?
Resulta que el trabajo callado de militantes independentistas, encarcelados algunos todavía, empieza a dar sus frutos. Que lo que parecía ser una burda maniobra de engaño para presentarse a las elecciones, se convierte en un movimiento "interesante". El PSOE cambia de Gobierno y lanza mensajes sobre avances, pese a seguir ordenando detenciones y negar la mayor. El PP intenta no quedarse al margen de lo que pueda suceder, como le ocurrió en el anterior proceso. Su propia posición de "firmeza" refleja un reconocimiento implícito de que algo se está moviendo. Llamazares (IU) hace de nuevo el ridículo negándose a reunirse con los apestados, mientras otros (ERC, ICV) lo hacen sin mayor apuro y el propio Eguiguren acudirá como testigo de la defensa al juicio contra Otegi, Permach y Alvarez, por el acto de Anoeta del 14 de noviembre de 2004.
Si hemos convenido en que estamos ante un "proceso", es característica esencial del mismo que se desarrolle con un ritmo proporcionalmente acelerado, mientras no se produzca algún incidente que lo ralentice. Es un mecanismo similar al de un automóvil o un tren. Una vez que se arranca y se pone la primera marcha, sigue subiendo en intensidad hasta situarse en la velocidad de crucero, situación a la que se puede llegar antes de fin de año, según han señalado diversos analistas.
Nos encontramos ahora frente a dos pasos encadenados y una derivada. Por un lado la organización clandestina debería mostrar de forma indubitable su voluntad de que el actual cese de acciones ofensivas se mantenga de forma indefinida y verificable internacionalmente, "como expresión de voluntad para un denitivo abandono de su actividad armada", como refleja el Acuerdo de Gernika signado por las principales fuerzas de la izquierda soberanista. El segundo paso consistiría en la relegalización de una formación política de izquierda independentista que pueda recoger los votos de esa ideología en los próximos comicios forales y locales a celebrar en mayo de 2011. El número dos de Zapatero ya ha aclarado que serán los jueces quienes decidan sobre el particular, tal vez intentando arrojar tinta de calamar sobre una decisión de Estado de primera magnitud. Es cierto que el Tribunal Constitucional mantuvo el tipo en el caso de la candidatura europea de Iniciativa Internacionalista, pero confiar en milagros no suele ser el mejor de los métodos para obtener resultados tangibles. Eta gero gerokoak, se suele decir.
Me refiero a que existe una derivada tremendamente importante y de la que casi nadie ha hablado. Se trata de la reconfiguración de la izquierda independentista en una nueva organización, de la que apenas sabemos lo publicado el jueves en "Gara". La importancia estriba en que del acierto o no en esa tarea se puede lograr un cambio del escenario político o simplemente una readecuación del mismo. Como bien dice Mario Zubiaga en entrevista concedida al semanario Argia, el actual modo de hacer política en este país está obsoleto. La del profesor de la UPV es una referencia general, pero aplicada a la izquierda independentista vendría a significar que el modelo organizativo debe variar de forma apreciable, ser mucho más abierto y participativo, además de que debe tener en cuenta los nuevos modos de relacionarse y de comunicarse que han traído las nuevas tecnologías de la información. Pero ya habrá tiempo de tratar esos nuevos desafíos en próximos comentarios.
Como ya comentamos en el anterior post, es evidente que fuego hay. Ahora queda distinguir la llama del humo y no dejarse llevar por éste último. A veces resulta difícil separar lo importante de lo accesorio. En este momento es fundamental hacerlo, teniendo en cuenta que el viaje emprendido no tiene precedentes en la reciente historia del país.
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