Los líderes de todos los partidos abertzales y democráticos de Euskal Herria habían convocado a los medios en el Hotel Carlton de Bilbao para el día siguiente, uno de agosto. Sí, el mismo que fue sede del Gobierno de Euzkadi en 1936. Existía una enorme expectación por saber que irían a decir los convocantes, entre los que se incluía el lehendakari Ibarretxe. En las redacciones se especulaba con una declaración solemne, con un desafío a Madrid, incluso con una petición de mediación a la Corona española. Todo eran rumores, pero no había ninguna pista concreta.
Tampoco habría que esperar tanto. La cita era a las doce del mediodía y resulta que cuando los medios se iban acercando al lugar, veían sorprendidos que la balconada del hotel estaba engalanada como en los grandes días, que había una bandera vasca enorme en el centro, junto a una enseña navarra. No se trataba de una rueda de prensa al uso, ni siquiera de una comparecencia sin preguntas, lo que se iba a producir era una declaración desde la propia balconada.
Emulando al lehendakari Agirre, su sucesor se acercó, acompañado de los representantes de los partidos y sindicatos vascos, así como de asociaciones profesionales y económicas, y, sin más preámbulos, tomó el micrófono y pronunció estas escuetas palabras: "En Bilbao, a uno de agosto de 2008, declaro en nombre de la mayoría de la ciudadanía de Euskal Herria y a todos los efectos legales que correpondan, la independencia de nuestro país. Gora Euskal Herria Askatua".
La noticia se extendió como la pólvora a través de los medios de comunicación. Por fin las fuerzas vascas se habían puesto de acuerdo en un programa mínimo y habían dado un paso adelante, tras tantos y tantos amagos malgastados.
Efectivamente, querido lector. Todo fue un sueño. Debe de ser la mala influencia de las aguas del Bidasoa que he frecuentado estos días.
Lo que ocurrió en realidad viene en los periódicos de hoy. Cuatro partidos han pedido al presidente español que les haga el favor de recibir en su palacio, que sino se van a enfadar mucho con Zapatero. Y es que Urkullu, Zabaleta, Bilbao y Ziarreta son un póquer de ases que puede dar mucho juego.
Toda la ciudadanía vasca se encuentra expectante ante el próximo paso que darán en caso de que ZP no les reciba. Después de la durísima carta que le han leído desde la lejanía, igual se atreven a mandarle un e-mail a la Moncloa para ponerle de vuelta y media. Quien sabe, se les ve tan enfadados que dan miedo. ¿o será pena?
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