Argazkia: Paki Kamino Aizpurua
Joxerra Bustillo | periodista de EGIN
Joxerra Bustillo | periodista de EGIN
Esta mañana me he bajado en el apeadero de Hernani para acercarme a pie, por el camino de Osinaga, al polígono Eziago, donde duerme un diario al que no le dejaron cumplir 21 años. Hacía sol y por la orilla izquierda del asfalto he alcanzado el puente de madera sobre el Urumea, que tantas veces crucé para ir al trabajo.
La papelera de Zikuñaga no es la misma, ha crecido muchísimo, y rodeando sus instalaciones he llegado hasta el pabellón que albergó EGIN. Daban las once y media de la mañana y dos operarios se apresuraban para sacar del edificio un grupo electrógeno, meterlo en una furgoneta, y largarse rápidamente. Vete a saber que habrían estado haciendo allí dentro.
Las zarzas y la maleza cubren la fachada del edificio y en un contenedor que descansa en la parte delantera ha crecido un arbolito. El abandono es patente. Viendo la cara exterior puedo imaginarme como estará el interior de las instalaciones, las mesas de la redacción, las carpetas con fotografías que colgaban de los armarios, la propia rotativa... Lo único que reluce en todo el paisaje descuidado por el administrador judicial es la caseta que alberga al guarda de seguridad, recién estrenada parece.
Pero no es esta una crónica para la nostalgia, sino para el recuerdo. Según caminaba hacia EGIN me iba acordando de los ausentes, que son muchos, y mientras esperaba la llegada de la caravana de coches que salió de Martin Ugalde Parkea contaba muertos, enfermos, presos... Ya sé que se me olvidarán muchos, pero al menos lo voy a intentar.
De Xabier Galdeano sé lo que me ha contado Juan Mari Arregi, en persona y en sus artículos. Fue uno de los pioneros, junto a José Luis Elkoro, al que saludé el sábado, alegre como siempre, en medio de la adversidad y aquejado por la enfermedad. A Josu Muguruza le recuerdo con su flequillo imposible escribiendo un sábado por la tarde su crónica semanal de política que salía los lunes, compensando tanto y tanto deporte. De Ina Zeberio, guardo el grato recuerdo de verla en la cocina, siempre animosa y el momento en que nos tuvo que dejar para dedicarse a otras tareas. Su muerte nos sobrecogió a muchos.
Y cómo no acordarme de Joserra Goikoetxea Ardotxi, compañero del alma en las páginas de laboral, siempre quejoso, pero batallando al lado de los trabajadores, escribiendo las últimas gestas de nuestra clase obrera. ¡Ay, esas son palabras mayores! Los debates en Epele con él y con Silver Arregi, intentando arreglar el país, menudos tiempos. De Manu Aranburu podría escribir mucho, pero no tengo espacio. Le conocí cuando estaba de abogado en LAB, luego como gerente y también en Gaindegia. Manu siempre aportaba, siempre era positivo y nunca se rendía ante la dificultad, por muy grande que ésta fuera. ¡Qué accidente tan estúpido!
A Andoni Murga le conocí en el pequeño piso de Barakaldo que hacía de redacción de Ezkerraldea, en la calle Pormatxeta. Hacía sus primeros pinitos escribiendo crónicas de balonmano. Allí conocí también a su padre, Patxo, que a veces venía a recogerle. Ahora están los dos encarcelados, al igual que Isidro Murga, tío y hermano, laudiotarra de pro, siempre con el EGIN en la cabeza. Y de ese mismo pueblo, que algo conozco, Pablo Gorostiaga, que debía ser alcalde perpetuo del mismo y sin embargo lo tenemos preso en Burgos. Con Andoni nos quitaron de la redacción de Hernani a otro vizcaino, Fernando Alonso, que me llevó en su viejo citroën a Urnieta, para conocer el pueblo en el que vivo desde hace 15 años. Le conocí en la redacción de Bilbao, cuando empezó a colaborar en el equipo de investigación. Allí trabajó también, siguiendo lo que acontecía en el Ayuntamiento bilbaino, Josune Saiz, que empezó de corresponsal en Portugalete para la edición de Ezkerraldea, y que murió en plena juventud.
Pese a todos los pesares, también me acordé esta mañana de Ramón Uranga, de aquellas asambleas multitudinarias en los primeros noventa, tiempos agridulces, recuerdos que no sabes bien como domesticar. Y que decir de Pepe Rei, aquellas comidas de los sábados en el Txintxua, frente a la papelera, o escondido en aquella especie de zulo que hacia de redacción de investigación o cuando te llamaba a Barakaldo para pedir una crónica de deportes que se antojaba imposible.
A Teresa Toda la conocí cuando aterrizó en Bilbao, meses después del atentado del Hotel Alcalá en el que murió Josu y resultó malherido Iñaki Esnaola. Luego coincidimos en la redacción de Hernani y en Urnieta, de la que somos vecinos, aunque ella esté ahora presa en Salamanca. Jabier Salutregi me cambió la vida cuando me llamó para decirme que iba a ser jefe de economía. Dejé Bilbao por Gipuzkoa y hasta puede que haya salido ganando. Es tan majo Salu que en vez de contestarte las cartas, aparece en persona con la respuesta.
Y me olvidaré de muchos más, de Iñaki Gonzalo Kitxu, otro vizcaino que enredaba por la radio; de Carlos Trenor, abogado laboralista, ahora preso en Puerto; de José Ramón Aranguren, valioso ejemplo a seguir, informador de lujo para la sección; de Xabier Alegria, Josean Etxeberria, Manuel Intxauspe, Jesús Mari Zalakain...
Aquellos cuatro locos que nos juntamos un buen día a comer, para ver la forma de que el décimo aniversario del cierre de EGIN no pasase desapercibido, podemos darnos por satisfechos. Con la lectura del manifiesto delante de la sede central del diario hemos dado por concluida esta etapa de reivindicación de la trayectoria de un periódico y una emisora de radio y de la libertad de expresión en su sentido más amplio y hermoso. Sin cortapisa alguna, como debe ser.
Permitirme que agradezca, en nombre del grupo, a todos los que han echado una mano su generoso esfuerzo y a los medios de comunicación que nos han hecho un poco de caso, eskerrik asko. Nos seguimos viendo en el blog.
La papelera de Zikuñaga no es la misma, ha crecido muchísimo, y rodeando sus instalaciones he llegado hasta el pabellón que albergó EGIN. Daban las once y media de la mañana y dos operarios se apresuraban para sacar del edificio un grupo electrógeno, meterlo en una furgoneta, y largarse rápidamente. Vete a saber que habrían estado haciendo allí dentro.
Las zarzas y la maleza cubren la fachada del edificio y en un contenedor que descansa en la parte delantera ha crecido un arbolito. El abandono es patente. Viendo la cara exterior puedo imaginarme como estará el interior de las instalaciones, las mesas de la redacción, las carpetas con fotografías que colgaban de los armarios, la propia rotativa... Lo único que reluce en todo el paisaje descuidado por el administrador judicial es la caseta que alberga al guarda de seguridad, recién estrenada parece.
Pero no es esta una crónica para la nostalgia, sino para el recuerdo. Según caminaba hacia EGIN me iba acordando de los ausentes, que son muchos, y mientras esperaba la llegada de la caravana de coches que salió de Martin Ugalde Parkea contaba muertos, enfermos, presos... Ya sé que se me olvidarán muchos, pero al menos lo voy a intentar.
De Xabier Galdeano sé lo que me ha contado Juan Mari Arregi, en persona y en sus artículos. Fue uno de los pioneros, junto a José Luis Elkoro, al que saludé el sábado, alegre como siempre, en medio de la adversidad y aquejado por la enfermedad. A Josu Muguruza le recuerdo con su flequillo imposible escribiendo un sábado por la tarde su crónica semanal de política que salía los lunes, compensando tanto y tanto deporte. De Ina Zeberio, guardo el grato recuerdo de verla en la cocina, siempre animosa y el momento en que nos tuvo que dejar para dedicarse a otras tareas. Su muerte nos sobrecogió a muchos.
Y cómo no acordarme de Joserra Goikoetxea Ardotxi, compañero del alma en las páginas de laboral, siempre quejoso, pero batallando al lado de los trabajadores, escribiendo las últimas gestas de nuestra clase obrera. ¡Ay, esas son palabras mayores! Los debates en Epele con él y con Silver Arregi, intentando arreglar el país, menudos tiempos. De Manu Aranburu podría escribir mucho, pero no tengo espacio. Le conocí cuando estaba de abogado en LAB, luego como gerente y también en Gaindegia. Manu siempre aportaba, siempre era positivo y nunca se rendía ante la dificultad, por muy grande que ésta fuera. ¡Qué accidente tan estúpido!
A Andoni Murga le conocí en el pequeño piso de Barakaldo que hacía de redacción de Ezkerraldea, en la calle Pormatxeta. Hacía sus primeros pinitos escribiendo crónicas de balonmano. Allí conocí también a su padre, Patxo, que a veces venía a recogerle. Ahora están los dos encarcelados, al igual que Isidro Murga, tío y hermano, laudiotarra de pro, siempre con el EGIN en la cabeza. Y de ese mismo pueblo, que algo conozco, Pablo Gorostiaga, que debía ser alcalde perpetuo del mismo y sin embargo lo tenemos preso en Burgos. Con Andoni nos quitaron de la redacción de Hernani a otro vizcaino, Fernando Alonso, que me llevó en su viejo citroën a Urnieta, para conocer el pueblo en el que vivo desde hace 15 años. Le conocí en la redacción de Bilbao, cuando empezó a colaborar en el equipo de investigación. Allí trabajó también, siguiendo lo que acontecía en el Ayuntamiento bilbaino, Josune Saiz, que empezó de corresponsal en Portugalete para la edición de Ezkerraldea, y que murió en plena juventud.
Argazkia: Jon Urbe
Pese a todos los pesares, también me acordé esta mañana de Ramón Uranga, de aquellas asambleas multitudinarias en los primeros noventa, tiempos agridulces, recuerdos que no sabes bien como domesticar. Y que decir de Pepe Rei, aquellas comidas de los sábados en el Txintxua, frente a la papelera, o escondido en aquella especie de zulo que hacia de redacción de investigación o cuando te llamaba a Barakaldo para pedir una crónica de deportes que se antojaba imposible.
A Teresa Toda la conocí cuando aterrizó en Bilbao, meses después del atentado del Hotel Alcalá en el que murió Josu y resultó malherido Iñaki Esnaola. Luego coincidimos en la redacción de Hernani y en Urnieta, de la que somos vecinos, aunque ella esté ahora presa en Salamanca. Jabier Salutregi me cambió la vida cuando me llamó para decirme que iba a ser jefe de economía. Dejé Bilbao por Gipuzkoa y hasta puede que haya salido ganando. Es tan majo Salu que en vez de contestarte las cartas, aparece en persona con la respuesta.
Y me olvidaré de muchos más, de Iñaki Gonzalo Kitxu, otro vizcaino que enredaba por la radio; de Carlos Trenor, abogado laboralista, ahora preso en Puerto; de José Ramón Aranguren, valioso ejemplo a seguir, informador de lujo para la sección; de Xabier Alegria, Josean Etxeberria, Manuel Intxauspe, Jesús Mari Zalakain...
Aquellos cuatro locos que nos juntamos un buen día a comer, para ver la forma de que el décimo aniversario del cierre de EGIN no pasase desapercibido, podemos darnos por satisfechos. Con la lectura del manifiesto delante de la sede central del diario hemos dado por concluida esta etapa de reivindicación de la trayectoria de un periódico y una emisora de radio y de la libertad de expresión en su sentido más amplio y hermoso. Sin cortapisa alguna, como debe ser.
Permitirme que agradezca, en nombre del grupo, a todos los que han echado una mano su generoso esfuerzo y a los medios de comunicación que nos han hecho un poco de caso, eskerrik asko. Nos seguimos viendo en el blog.
[Texto publicado en el blog de ex trabajadores de Egin: http://egin10.info]
Soy portugués y desde Portugal escribo estas líneas. Aunque todos los días pueda escuchar y ver los informativos y las tertulias radiofónicas y televisivas del Estado español, resulta difícil mirar con toda claridad por la ventana nublosa hacia Euskal Herria. Me tengo que conformar con algunos sitios web, con Gara, con tu blog...
ResponderEliminarÁnimo. Tu crónica de ausentes les hizo presentes, aunque por momentos, a tus ex compañeros de Egin.
Lo siento, pero no logro ver nada distinto en este blog a aquello que decís combatir- ¡que perfecta sería España, la mala madrasta en su maldad¡-¿ no son las cosas algo más complicadas? ¿ No había oñacinos y beaumonteses?. Quisiera ver alguna vez a algún independentista explicar a los Odiados españoles que no los odia, que comprende la o las historias y las motivaciones pero que quiere algo distinto, para hacernos todos más ricos ( espiritualmente claro)y más hermanos. Ánimo amigos intentadlo o seguid con lo de siempre, pero creo que será reeditar la conmemoración de Noain otros 500 años más sino cambiais el disco
ResponderEliminarLo siento, pero verifico que muchos españoles si que no cambian el disco, al no admitir jamás que el pueblo vasco pudiera tener un Estado independiente. Desde mi posición alejada, puedo decir, con toda honestidad, que no odio (faltaría más!) a mis vecinos españoles. Al contrario, les admiro y soy amigo de muchos. Pero esa amistad no impide que yo constate la ciega irreductibilidad del Estado español hacia los deseos independentistas de los vascos. Y desde fuera, repito, uno se cuestiona: dónde estaría la tragedia de ver un Estado vasco?
ResponderEliminarTengo a Portugal como modelo, al ser la única entidad de la península Iberíca que ha conseguido ser independiente de Castilla. Necesitaríamos una Aljubarrota social y popular para poder ser libres como ellos. Para poder ratarnos de igual a igual a Portugal, a Castilla, a los Países Catalanes...
ResponderEliminarSoñar no cuesta dinero, por ahora