2008/07/05
Cada uno en su sitio
El nombramiento de Josu Jon Imaz como presidente ejecutivo de Petronor no es una broma. Ni siquiera un chiste malo. Se trata de la confirmación, una vez más, de algo que todos sabemos. En este país existe una tupida maraña de intereses político-empresariales que conecta directamente con Sabin Etxea. Ya sea mediante empresas como Euskaltel o BBK, ya sea por medio de Iberdrola o Gas Natural, lo cierto es que destacados personajes del nacionalismo tibio encuentran acomodo en los consejos de administración de grandes empresas sin mover una ceja.
Todos conocemos casos como los de José Antonio Ardanza o José Alberto Pradera, recompensados, tras sus servicios en la primera línea política, con golosos puestos y espléndidos honorarios. Sin embargo, puede que en el caso de Imaz las cosas sean aún más retorcidas y la operación esconda algo más. Y es que el salto de la política a la empresa lo ha dado en muy poco tiempo, tal vez mediante un engrase catalán. Ya se sabe que Imaz y Artur Mas son grandes amigos y que CiU tiene grandes intereses en empresas de largo aliento como Repsol, Gas Natural o La Caixa. Imaz ha jugado un activo papel en proyectos de fusión del sector energético, en especial en relación aI Iberdrola, así como en la operación de compra de Scottish Power por la eléctrica bilbaina.
Pero aún hay más. El aterrizaje de Josu Jon Imaz en Petronor, una empresa que está absolutamente controlada por la multinacional española Repsol y cuyo perfil vasco debe consistir en lo de Petróleos del Norte, había estado precedido de la llegada a la misma, como jefe de comunicación, de Luis Alberto Aranberri Amatiño. Para quien no lo conozca, hay que decir que Amatiño es un periodista jelkide de larga trayectoria, que ya acompañó a Imaz en la consejería de Industria de Lakua y en Sabin Etxea. Ha sido concejal en su Eibar natal, encabezando la lista del PNV, y conoce muy bien las entretelas de la política vasca.
Otra cuestión a considerar es que en estos momentos Repsol-Petronor aborda un proyecto de ampliación de sus instalaciones de Muskiz y Abanto, con el fin de añadir a las misma una planta de coke. Un proyecto que ha sido muy criticado por los vecinos de la zona, cansados de vivir al lado de semejante complejo petroquímico, el segundo del Estado español. Ahora bien, la agenda de contactos de Imaz puede que sirva para allanar el camino a la ampliación de las instalaciones, ya que, como ha señalado su antecesor en el puesto, conoce muy bien el tejido económico y social vasco. Vaya que si lo conoce.
Al final, el tiempo pone a cada uno en su sitio. A Joseba Arregi en el PSOE y a Josu Jon Imaz en Petronor. Puede seguir esforzándose haciendonos creer que su dedicación principal es "hacer país", pero nosotros sabemos perfectamente que su mayor preocupación vital es engordar el bolsillo y dotarse de un saneado patrimonio, gracias a las relaciones tejidas en 13 años de dedicación a la alta política.
Con razón se queja ahora Arzalluz de que el de Imaz es un mal ejemplo para los jóvenes. La pena es que cuando él estaba al frente del partido no parece que hizo demasiados esfuerzos en segarle la hierba a toda esta generación de egitxus, convertidos hoy en día en ejecutivos agresivos al servicio de un nacionalismo de corto alcance. Urkullu, Bilbao, Ortuzar... son de la misma pasta que Imaz y para todos ellos la palabra consulta antes les remite a echar una ojeada a su cuenta corriente, que a la idea de un referéndum por la autoderminación.
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