
Al final, como casi siempre, ese mismo sistema es que el triunfa, con un aumento piramidal de los gastos en alimentación (no necesaria), en regalos, en diversiones, en bebidas, en fin, en todo aquello que se relaciona con la Navidad y que, en realidad, no tiene nada que ver con la religión, sea esta católica o luterana. Es el fin del año, tal vez hemos tenido algunos disgustos a lo largo de los doce meses, y ahora toca ahogar las penas en un mar de champán, cordero asado y dulces varios. Un atracón de estupidez colectiva de la que se hace bastante difícil escapar.
Sin llegar a la hipocresía que denuncio aquí, reconozco que al final yo también bebo una copa de cava aunque sea abstemio, me fumo un puro la última noche del año (otra convención absurda) y como más dulces de lo aconsejable. Pero la perspectiva general desde la que enfoco estos acontecimientos viene a ser la de intentar reducir en lo posible los fastos (y los gastos), sin llegar a la continencia de los cartujos del convento de Grenoble Chartreuse.
Abordemos pues esta prueba del nueve con la sabiduría de lo conocido, sin hacer demasiadas tonterías, sabiendo lo complicado que es que no te arrastre la ola, pero sabiendo también que si queremos ir aparcando en la cuneta tantas estridencias, debemos poner algo de nuestra parte. Pasátelo como quieras, consume lo imprescindible, y, si es posible, menos que el año anterior. Ni en la Religión con mayúsculas, ni en la religión de la anti-religión está el punto de equilibrio. Zorionak!
Gabon Jai zoriontsuak izan eta adorez eta osasunaz hasi Urte Berria.
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