Amable lector, quede advertido de que la errata del titular no es tal, sino una adaptación formal para denominar a un fenómeno que viene a ocurrir cuando un partido permanece demasiados años ocupando puestos ejecutivos en las instituciones, El "amiguelismo" hace referencia al caso "De Miguel" en el que se han visto salpicados varios dirigentes y responsables institucionales afines al PNV, todos ellos peligrosamente amigos entre sí y con notable querencia al dinero mediante el cobro de comisiones.
De Miguel, tras Arzalluz e Ibarretxe, en una asamblea. Foto: elDiarioNorte.es |
Para abordar la cuestión partimos de una constatación refrendada una y otra vez en las urnas. El skyline partidista que más se asemeja al skyline mayoritario de la sociedad vasca es el del PNV. Le podremos dar muchas vueltas a la cuestión, pero la conclusión no va a diferir un tanto de esta, Se trata de un perfil que recoge un talante más bien conservador, pero no reaccionario en lo social, sin remilgos vaticanistas, amante del buen comer y beber y de la fiesta dentro de un orden. Un perfil centrista, pero que tiene muy en consideración el papel de los empresarios como creadores de riqueza y que no tiene tan buenos ojos para con la actividad sindical. Un perfil en el que la corrupción se mira con cierta despreocupación y en algunos casos con admiración hacia quien ha sabido sacar beneficio de su astucia.
Recientemente el PNV ha dado a conocer las conclusiones generales de un proceso de reflexión interno, denominado "Entzunez eraiki". En él, aparte de enjabonar la trayectoria institucional del partido, se desliza una ligera autocrítica en el apartado correspondiente a lo que piensa un grupo de expertos sobre la imagen que genera el propio partido. El párrafo dice literalmente: "No es un partido asociado a la corrupción, pero debe contrarrestar cierta imagen de "amiguismo" que ha podido calar tras tantos años de gestión pública".
Apenas dos semanas después de esta tímida confesión, el Tribunal Supremo español ha corroborado la sentencia de la Audiencia Provincial de Araba sobre el llamado caso "De Miguel", en referencia al principal implicado en la trama corrupta que obligaba a diferentes empresas a abonar importantes cantidades de dinero con el fin de engrasar proyectos y adjudicaciones varias. Una trama de corrupción de la que el partido dice ser ajena como institución, pero en la que se han visto condenados unos cuantos dirigentes del PNV y solo de ese partido. ¿Casualidad?
Cuando saltó la noticia, allá por 2010, la reacción del partido, presidido a la sazón por Iñigo Urkullu fue timorata, por no decir contemporizadora, en especial con la persona de Alfredo de Miguel, número dos del partido en Araba. Todos recordamos el cariñoso abrazo que Joseba Egibar, portavoz parlamentario y presidente del GBB nada menos, ofreció a De Miguel a la vista de todo el mundo.
El caso "De Miguel", con ser grave, no es el único que ha salpicado al partido nacionalista en los últimos años, sino que es uno mas de una larga lista de corrupciones, muchas veces propiciadas por la simbiosis que a menudo se da entre la militancia en el PNV y la gestión en las instituciones. La débil frontera entre uno y otro ámbito se traspasa con demasiada frecuencia. En algunos ayuntamientos, como el de Alonsotegi, con hasta tres alcaldes imputados, todo un récord.
Dicen los expertos consultados, y en eso se equivocan, que el PNV no se ve como partido asociado a la corrupción, cuando es evidente que sí lo es. al menos tanto como lo son el PP, el PSOE y la CDC de Pujol y compañía. Hablan de contrarrestar esa imagen de amiguismo, pero no ofrecen ninguna receta para ello. Un partido que acumula en sus filas tanta responsabilidad institucional, en Gobierno Vasco, tres diputaciones forales y muchos ayuntamientos, debería disponer de mecanismos disuasivos para que no ocurran casos como el de Alfredo de MIguel. ¿Tan difícil es detectar una trama corrupta en la que se mueven tantos altos cargos del partido o es que se mira para otro lado?
Volvemos al principio. El perfil mayoritario de la sociedad vasca, por lo visto en sus actitudes a la hora de votar, no penaliza a quienes se ven envueltos en la corrupción. La maquinaria partidista consigue superar estos tropiezos de imagen edulcorando las situaciones con toneladas de propaganda disparada desde sus fortalezas mediáticas. Estoy convencido que la sentencia del caso De Miguel y el ingreso en prisión de varios de sus protagonistas, apenas va a tener repercusión en los resultados de las próximas elecciones de mayo. Si es así, se volverá a constatar la escasa salud democrática de una amplia franja de la población que resta gravedad a estos comportamientos, colocando por encima del interés general y de unas instituciones limpias, el interés partidista en busca del beneficio particular. ⧫
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