Corría el año 1975 cuando el trío de folk progresivo Tilburi publicó el tema "Lost in your own mistake". No fue un hit, pero se escuchó en algunas emisoras de radio. Desde la primera vez que oí la canción me enganchó y desde entonces sigo escuchándola de vez en cuando, va para 46 años. Pero tranquilos, no he reconvertido el blog en una página de música. El tema del grupo mallorquín viene a cuento porque su título es toda una definición generacional. Perdido en tu propio error. Está todo dicho.
En nuestro país los jóvenes, una mayoría clara, defendía posturas revolucionarias, había decenas de partidos marxista-leninistas. Llamarle a uno socialdemócrata era poco menos que insultarle. Todo el mundo era rojo e incluso renacía el anarquismo. La Facultad de Económicas de Sarriko hervía de izquierdistas de toda clase y condición. Muerto Franco, las calles empezaron a ser tomadas por quienes habían sido sojuzgados por la dictadura.
Estábamos esperando, de un momento a otro, "que la tortilla se vuelva, que los pobres coman pan y los ricos mierda, mierda", como cantara Víctor Jara. Y ahora cabe asumir que estábamos equivocados. Que aquella espuma rebelde y antiautoritaria, ha acabado siendo un aterrizaje forzoso en la cruel realidad cotidiana. La Euskadi roja y atea que dibujaron algunos sociólogos como el fortín revolucionario de Europa, que volvería a sacar a pasear por nuestras calles el fantasma del comunismo, era lo más parecido a un espejismo. El perfil social dominante en la Euzkadi del día a día se parece, con pocos matices, al alma política que representa el PNV. Un movimiento conservador pero moderno, suave en las formas pero sólido en sus principios fundamentales, que impide que florezcan otras derechas en los territorios forales de la CAPV. Hay otra derecha, la de UPN, pero es que en Nafarroa Garaia el PNV es un proyecto más que una realidad que pueda hacer sombra a los ultramontanos navarreros.
La fiebre antifranquista de los setenta y la espiral de luchas de los ochenta nos hicieron olvidar el esqueleto conservador y hasta reaccionario que sobrevive en nuestro país hasta nuestros días. El error de cálculo nos ha llevado a equivocar el diagnóstico en el ámbito social y en el nacional, las dos caras de la famosa moneda que reflejaba por un lado la lucha por el socialismo y por el otro la lucha de liberación nacional. En el mundo del trabajo sigue siendo hegemónica la vieja Soli, la STV de Robles Arangiz, enmascarada hoy en día en la ELA republicana y rupturista de Lakuntza. Va de desestabilizadora pero es uno de los pilares que sustentan el estatus quo vasco. Y lo va a seguir siendo pese a sus incendiarios discursos antisistema.
En el ámbito nacional, la hegemonía se mantiene en Sabin Etxea, que gestiona la inmensa mayoría de las instituciones sin grandes apuros. Un movimiento que amagará con tirarse al monte un par de días al año, en el Alderdi Eguna y en Sukarrieta, pero que el resto del año seguirá calentito junto a la estufa ojeando fotos de los viejos gudaris en las trincheras del 36, que ellos cambiaron por una lucha diplomática fracasada en plena posguerra. Una apuesta atlantista y errada que nos llevó al derrumbe nacional de los cincuenta y propició el surgimiento de nuevas iniciativas más coherentes con la situación de agonía que se vivía en la época.
Ahora que tanto se habla del relato, de la historia reciente de este país a lo largo de las últimas seis décadas, podríamos ponderar los errores de análisis de unos y de otros, que nos han llevado a no aprovechar ninguna de las ventanas de oportunidad que se fueron abriendo y cerrando sin solución de continuidad. ¿Alguien se acuerda de Txiberta?
Estamos donde estamos, en medio de una Europa que se desmorona por falta de liderazgo y de proyectos creíbles, con una importante parte de la población alejada de la política y de las urnas y con una ultraderecha sin complejos que come terreno a los partidos tradicionales. Primera constatación a realizar, dentro de la Unión Europea no es posible un camino al socialismo mediante el voto, ese recorrido queda invalidado en sus Tratados. Segunda constatación, dentro de la Unión Europea es imposible un camino pacífico a la independencia para levantar un Estado propio autónomo. Los Tratados lo impiden, véase el caso Catalunya.
A partir de esas dos contundentes constataciones se recogen apuestas para emprender una estrategia asentada, viable y coherente. Si en el 75 nos perdimos con Tilburi en nuestro propio error, que no nos ocurra lo mismo en el 2025, medio siglo después. Sabiendo de verdad dónde estamos, podremos intuir hacia dónde nos debemos mover, El resto es melancolía. ⧫
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