2021/05/17

Nombres y postdatas

Durante las últimas semanas ha estado danzando en el alambre de la actualidad una serie de nombres que no conviene pasar por alto. Empezamos el repaso.

Isabel Díaz Ayuso. La flamante presidenta de la Comunidad de Madrid, una autonomía uniprovincial creada ex novo entre las dos Castillas pero fuera de ellas, ha logrado, amén de arrasar en las elecciones y ayudar a la jubilación anticipada de Iglesias, poner en el diapasón el nacionalismo madrileño. Se trata de una evolución del nacionalismo español, adecuándolo a las condiciones objetivas del terreno a trabajar. Hay un estilo de vida a la madrileña, una mezcla entre la derecha chulapona y el mucho viajar cosmopolita, que seduce a la mayoría de la población del territorio central. Ayuso ha construido la cuadratura del círculo, un movimiento centrífugo que se aleja del Madrid que percibimos desde Euskal Herria y Catalunya, ese Madrid de la Administración y los funcionarios, sustituyéndolo por el Madriz de las terrazas y las cañas, el Madriz de San Isidro y la Plaza Mayor, el Madriz de la Libertad. Construir un nuevo nacionalismo periférico desde el kilómetro cero de la Puerta del Sol tiene mucho mérito. Entretanto la izquierda, o eso a lo que llamamos izquierda, sigue entretenida con la ley trans y las visitas a la peluquería. 

Postdata. la Comunidad de Madriz tiene bandera e himno, este último con letra del anarquista Agustín García Calvo, autor de un celebre manifiesto contra el nacionalismo de cuya autoría respondía la autodenominada Comuna Antinacionalista de Zamora. Otro anarquista en excedencia, Fernando Fernández Savater, dio públicamente su voto a Ayuso. La letra de García Calvo es un manual de estrategia para el madrileñismo de la presidenta: "¡Viva mi dueño/ que solo por ser algo/ soy madrileño!".

Agustín García Calvo | foto: Ultima Hora


Joe Biden. El recién ascendido a presidente de los Estados Unidos de América, un político profesional desde su más tierna juventud, podrá defraudar a la izquierda exquisita europea, pero no al pueblo norteamericano, que es de lo que se trata. El presidente de USA no es demócrata o republicano, es presidente de Estados Unidos, y eso es lo importante. Por lo tanto, ante la escalada de crímenes perpetrados por el ejército del Estado de Israel, Biden no se va a equivocar y seguirá apoyando el supuesto derecho de Israel a defenderse de ataques terroristas, que es como plantean la cuestión los forofos del Estado judío. Que Israel, con el consentimiento de la comunidad internacional, acabe con la vida de civiles, muchos de ellos niños, debe ser algo natural en la vida de esta amalgama de hipócritas. 

Lo cierto es que Israel es el caballo de Troya de Estados Unidos en Oriente Medio, un contrapeso frente e Irán, y un socio económico privilegiado. Eso es lo determinante, que viole los derechos humanos es una pequeña anécdota. Ellos también han violado los derechos humanos en Irak, en  Afganistán, en Vietnam y en tantos otros lugares, y no pasa nada. Todo sea por la mayor gloria del Imperio.

Postdata: Benjamin Netanyahu es un genocida, además de un político corrupto en riesgo de ir a prisión. Cómo no consigue sacar adelante su gobierno, tras la enésima cita electoral, promueve una escalada violenta, confiando en que el ruido de las armas silencie sus otras fechorías. No digo nada nuevo si le encumbro al puesto de primer ministro más vomitivo del planeta Tierra.

Carles Puigdemont. Desde las últimas elecciones catalanas, hace ya tres meses, ha intentado sabotear la formación de un Govern de la Generalitat presidido por un republicano, en este caso, por Pere Aragonés, el enemigo a batir. Parece que hoy mismo se ha desbloqueado el asunto y ha cejado en su empeño, por el miedo de Junts a que en unas nuevas elecciones, los votantes les culpen a ellos del fracaso de no formar gobierno y de la consiguiente convocatoria de comicios, y se hundan con todo el equipo. 

Algunos amigos me matarán por escribir esto, pero no me puedo aguantar. Puigdemont saltó a la palestra gracias a que la CUP vetó a Artur Mas. Aprovechó muy bien su oportunidad y, por un momento, un escasísimo momento, proclamó la independencia de Catalunya. Al día siguiente se fue al fútbol y a comerse unos pinchos por Girona. Después desapareció, para emerger en diversos países europeos y finalmente recalar en Waterloo. Su "carlismo" me come los nervios. Su pretensión de que el Consell per la República tutele al Govern de la Generalitat es una astracanada, por no decir algo peor. Debería comprender que su tiempo político ha pasado y que haría bien en reunirse con Jordi Pujol, Artur Mas y Quim Torra para jugarse al mus una copita de Mascaró.

Postdata. Carles Riera. Pongo su nombre pero me refiero a todo el colectivo en general, las CUP. Que un movimiento asambleario, municipalista, anticapitalista y antiautoritario se dedique a hacer de pegamento entre Junts y Esquerra es para hacérselo mirar. Que un colectivo de izquierda radical juegue a la estabilización no encaja con su ADN. A veces, solo a veces, les asoma una pizca del "carlismo", del todo o nada, que en general suele acabar en nada. Tal vez deberían hablar más con la gente del común, de la base, y menos con los políticos profesionales que intentan homologarles, en el mal sentido de la palabra. David, ¿dónde te has metido?⧫    


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