A Pepe Rei, in memoriam
El reciente fallecimiento del compañero Pepe Rei me lleva a reflexionar en público sobre el actual periodismo. Un periodismo de última hora, de última novedad, que rivaliza con los programas de espectáculos, sin profundizar en los acontecimientos. Que destaca la anécdota sobre la categoría, que prima la declaración sobre el hecho, porque la velocidad a la que vive se traduce en un periodismo volátil, de vuelo corto.
Pepe Rei. |
Una de las funciones principales del periodismo, amén de informar a la población, consiste en realizar una labor fiscalizadora del Poder, de todos los poderes. Servir de contrapeso a los todopoderosos, sean políticos, empresarios o eclesiásticos. Lo que no debe hacer el periodismo es convertirse en un servil ayudante del poderoso, facilitándole sus maniobras, inyectando tinta de calamar para disimular sus abusos, ocultando sus vergüenzas.
Un periodismo, el actual, en el que la mayor parte de las noticias que se venden como grandes exclusivas, no son sino filtraciones interesadas desde los aledaños del poder para facilitar el buen funcionamiento de sus engranajes. Cuando un poderoso "facilita" una información golosa a un medio de comunicación es menester de ese medio, de esos periodistas, contrastar los hechos, valorar en sus justos términos la situación y obrar en consecuencia. Escribir al dictado no es sino un espurio modo de denigrar la sagrada función periodística, que debería centrarse en defender al débil de los abusos de los que más tienen.
No hace falta que adjunte la lista, todos conocemos a los fenómenos mediáticos que viven a la sombra del poder, bien sea de un banquero, de un empresario de la construcción incrustado en el negocio del fútbol o de un presidente de una compañía eléctrica. Algunos de los que presumen de progres a los mandos de sus magacines televisivos, comen y cenan a mantel puesto con esos poderosos y no tienen escrúpulos en dejarse acompañar por periodistas mercenarios que ejercen su oficio en digitales financiados por las cloacas.
Pero hay más. Tenemos en nuestro pequeño país diarios de gran tirada que pasaron de la defensa numantina del franquismo a impartir lecciones de democracia a golpe de primera página y editorial. Periódicos que jamás han entonado el mea culpa por su apoyo descarnado al golpe de fuerza del 17 de julio de 1936. Ni han contemplado la posibilidad de admitir que la guerra y el fascismo que la siguió estuvo mal. Ni tan siquiera se han molestado en recordar los miles de víctimas que causó el franquismo durante la posguerra, los fusilamientos, los encarcelamientos, las perpetuas violaciones de los derechos humanos.
Son medios que han practicado y practican un periodismo de combate contra las ideas libertarias y de defensa del común. Un periodismo en el que se ensalza a diario a la patronal y sus tentáculos financieros, Un periodismo que fomenta la división entre los vascos de un territorio u otro, azuzando las bajas pasiones, amparándose en rivalidades deportivas.
Un periodismo que pregona la inviolabilidad del jefe del estado, la vigencia absoluta de la carta magna producto de la transacción entre tardofranquistas y "demócratas", la consistencia del Régimen del 78, la conveniencia de la monarquía y la superioridad de lo privado sobre lo publico y de lo cristiano sobre lo laico.
Ante este periodismo rastrero y manipulador, que no se cansa de embaucar a los ingenuos, se situó, entre otros tantos periodistas de vocación, nuestro Pepe Rei. Denunció la corrupción, la monarquía, los abusos de la Guardia Civil, la distribución de drogas utilizadas para adormecer la rebeldía juvenil, los chanchullos inconfesables de nuestro PRI regionalista y, en general, los abusos desde el Poder, con mayúsculas.
Posiblemente, a veces, le podía su vehemencia, sus ansias de justicia, su espíritu rebelde e indomable, pero si hacemos un balance sin prejuicios de su labor periodística, habrá que convenir que fue un adelantado de su tiempo, que supo ver antes que nadie de qué iba esta democracia apolillada y de baja calidad que seguimos sufriendo después de tantos años.
Hoy en día, con muy pocos medios, hay periodistas que siguen su estela, denunciando injusticias, escribiendo sobre las conexiones tóxicas entre políticos y empresarios, poniendo en su sitio las trayectorias corruptas de quienes viven bajo la sombra del Poder, acumulando fortunas a base de distraer del común. Por eso habrá que pensar que hay esperanza, que todavía queda espacio para un periodismo que ejerza con la verdad por delante, que diga alto y claro que el rey está más desnudo que nunca y que el Régimen del 78 que lo ampara y protege no es más que el innoble enmascaramiento de lo que dejó atado y bien atado "el jefe del Estado del anterior régimen". ⧫
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