2020/11/08

Espíritu comunal

Hace unos días recibí en la oficina la visita inesperada de un viejo compañero de trabajo que se ha pasado los últimos 24 años de su vida entre rejas, lejos de su país. Lo vi sereno, entero, con un espíritu joven pese a todo. Tomando un café con él y otros amigos, me atreví a preguntarle por cómo veía el país un cuarto de siglo después de haber sido apresado y llevado a cárceles lejanas. Más prudente de lo que acostumbraba a ser cuando los dos trabajábamos en Hernani, me reconoció que Euskal Herria estaba distinta, cambiada. No supo aclararme si para bien o para mal, pero yo le leí entre líneas una cierta decepción. 

Le detuvieron en 1996 y ha salido hace una semanas. En este largo periodo de tiempo ha cambiado todo y no ha cambiado nada, según cómo se mire. Está claro que las calles están más tranquilas, que no hay atentados, que la crispación social ha disminuido, que el clima político es más relajado, pero también es cierto que, pese a lo que digan algunos illuminati, no estamos más cerca del ejercicio del derecho de autodeterminación, al contrario, estamos más lejos. Del socialismo, ni hablamos.

Tras el breve encuentro con él, que incluyó un auténtico abrazo como los de antes de la maldita pandemia, me dio por pensar en el país que teníamos y en el que tenemos, Y la conclusión que saqué no es muy alentadora. Me cuesta explicarlo, pero traslado el argumento. Desde que concluyó el siglo anterior, por lo menos, nuestro país carece de un elemento catalizador que estimule el desarrollo del proceso de liberación. No se trata de una organización determinada, ni de un partido político, ni de una plataforma ciudadana, se trata de una especie de espíritu comunal, de un vínculo que une voluntades hacia un mismo objetivo. El mejor ejemplo que se me ocurre data de finales de los sesenta y principios de los setenta y se le dio en llamar frente obrero

Por la experiencia que he tenido, en contacto con personas que se movieron en torno a aquel espíritu, algunas ya fallecidas, he podido comprobar que no había estructuras, ni cargos como se entiende habitualmente. Que cuando un compañero fallaba otro le sustituía, sin más complicaciones, y que la acción de propaganda o la huelga salían adelante, pues eso era lo importante, lo decisivo. Nadie se apuntaba el tanto, nadie se colgaba medallas.

Algo parecido sucedió en los orígenes del movimiento de las ikastolas, de las primeras empresas cooperativas, de entidades como AEK, de las primeras asambleas de mujeres feministas. Todos ellos son modelos diferentes, pero semejantes, de autoorganización popular que nos dan pistas de cómo se pueden sacar adelante iniciativas que parecen, a primera vista, inalcanzables, gracias a ese elemento catalizador que impulsa el trabajo colectivo hacia adelante.

En estos últimos años la izquierda ha depositado demasiada responsabilidad en el trabajo institucional y se ha dejado un tanto de lado la activación catalizadora del pueblo. Puede que haya sido un movimiento pendular después de muchos años de dinámica extenuante, agotadora, y fuertemente reprimida. No se trata solo de decisiones estratégicas, también intervienen en el asunto las inevitables inercias. Nada ni nadie es perfecto.

Y se preguntará el lector, ¿cómo demonios se sale del atolladero? No existen fórmulas mágicas, y por lo tanto hay que empezar desde abajo, trenzando voluntades, planteando objetivos humildes, no grandes epopeyas irrealizables a medio plazo. En las pequeñas iniciativas locales, comarcales, de base, puede prender la mecha para abordar proyectos más ambiciosos en el futuro, Sin dirigismos, con herramientas como la asamblea y el auzolan, dando prioridad al común y a la defensa de lo público sobre lo privado en todos los órdenes. 

En todos los procesos nacionales de liberación nacional y social hay flujos y reflujos, pasos adelante, parones e incluso pasos hacia atrás. Todo es asumible, todo es discutible, se puede hablar de ritmos, de prioridades, de velocidades. Lo que no se debe permitir es dejar a un lado historias de dignidad y lucha como la de tantos compañeros de trabajo que ha habido en este país.⧫    

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