Felipe González. Foto: Público |
El informe parcialmente desclasificado de la CIA viene a confirmar algo que todos sabíamos desde hace muchos años. La guerra sucia del Estado español contra el independentismo vasco discurrió por cauces gubernamentales que se remontan al almirante Luis Carrero Blanco, primer gran muñidor de las cloacas. Luego vendrían, en tiempos de Adolfo Suárez, el BVE y la Triple A, y posteriormente, tras la victoria del PSOE en octubre de 1982, los GAL.
Pero no voy a dedicar este apunte a hablar de la guerra sucia en sí, sino al manto de impunidad y al pacto de silencio que funciona al respecto, al igual que ha funcionado hasta hace muy poco en relación con el monarca borbón que se dice en llamar Juan Carlos I. Que sea un diario conservador, muy cercano al PP, el que destape el asunto ya es significativo, pero mucho más lo es que la inmensa mayoría de los medios oculten el tema en sus páginas y emisiones. Y ahí incluyo no solo a los medios tradicionales del establishment, como La Vanguardia o El País, sino a otros medios que se autoproclaman progresistas y que no se han dignado en ofrecer ni un refrito de la información adelantada por el diario de Marhuenda. A excepción de Público, que ha dado relevancia al asunto, otras cabeceras como eldiario.es o infolibre, han dado la callada por respuesta. La verdad es que tras leer la indecente carta que Ignacio Escolar le dedicó a José María Calleja, no deberíamos sorprendernos mucho. Por cierto, El Salto tampoco ha reaccionado hasta el momento.
Esta situación atípica, consistente en ocultar una noticia de alcance como la acusación de la CIA contra Felipe González, enlaza de manera directa con los pactos secretos que se configuraron en la llamada Transición, en los que la izquierda de postal financiada por la socialdemocracia alemana, léase PSOE, y la izquierda antifranquista agrupada en torno al PCE, abjuraron de sus principios republicanos y rupturistas y tragaron con la reforma pergeñada por la derecha neofranquista, convertida por arte de birlibirloque en demócrata de toda la vida.
Porque más allá del juego político convencional, de los dimes y diretes cotidianos, existe una corriente de fondo, profundamente antidemocrática, que protege las columnas básicas del Estado, las que no se pueden tocar de ningún modo: la Guardia Civil, el Ejército, la iglesia católica, la monarquía, la Judicatura y, en este caso, el líder carismático del PSOE durante muchos años, el famoso señor X.
Cuando estuvo al mando de la nave, FG protegió a quienes le eran fieles, no solo en la izquierda política. Posteriormente le regalaron puestos poco esforzados y bien remunerados en consejos de administración de empresas fetén. Ahora, agradecidos por el trato recibido, cursan la orden de no publicar nada que le enoje. Así funcionan las cosas y así seguirán funcionando, mientras el Régimen del 78 continúe vigente. ⧫
[Documento parcialmente desclasificado de la CIA. 1984-1-19]
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