2020/06/12

Neonormalidad

El lenguaje se adapta como un guante a las situaciones nuevas que se van originando. La palabra desescalada, que no figura en el DRAE, es la mejor demostración de esta tendencia innata a la adaptación que supone, probablemente, la mejor cualidad del ser humano, la que le ha permitido sobrevivir en el Ártico, en la selva amazónica o en el desierto africano. Ahora toca adaptarse a un virus muy contagioso y con un alto índice de letalidad, al que se le ha puesto el nombre de Covid19. 

Neonormalidad en Metro Bilbao. deia.eus
Existe un debate de fondo sobre si la crisis apocalíptica que estamos apenas superando nos va a cambiar, si cabe la posibilidad de que nos haga mejores personas. La actriz Rosa María Sardá, en una de sus últimas apariciones públicas antes de fallecer por un cáncer linfático, lo tenía claro. No vamos a ser mejores, la riqueza se acumula cada vez en menos manos, la mayoría de la gente sufre de la injusticia social, este mundo tiene mal arreglo. ¿Seremos mejores?, le pregunta el periodista. "No, lo siento. No saldremos mejores. Seguirán vendiendo armas, seguirá existiendo la explotación del hombre por el hombre. Seguiremos recibiendo pateras de gente que no quiere nadie. Seguirán existiendo los campos de refugiados. Seguiremos exactamente igual".
Estoy, en lo sustancial, de acuerdo con Rosa María, a la que deseo que la tierra le sea leve. Por lo menos ella pasó por la vida haciéndonos reír, que no es poca cosa.

La actitud de dirigentes políticos como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Boris Johnson, por nombrar a los mas destacados nos está diciendo que si hay una mínima posibilidad de que las cosas vayan a peor, irán a peor. Tal es así que no se puede descartar una nueva victoria de Trump en las próximas elecciones de noviembre. Sería horroroso, de acuerdo, pero su contrincante, un tal Biden, tampoco es de fiar. Huele a naftalina.

Pero no corramos tan deprisa. Estamos en junio de 2020, recién salidos del confinamiento y preparándonos para la adaptación a la nueva normalidad. Hubo quienes dijeron que lo de Wuhan era una simple gripe, que no había que alarmarse. Son los mismos que denostaron el estado de alarma, que protestaron contra el Gobierno de Sánchez y quienes denunciaron ante el juez a los responsables de autorizar las manifestaciones feministas del 8M. Tampoco merece mucho la pena detenerse en ellos, en general son escoria social y política.

 A lo que íbamos. Llevamos ya unos días experimentando con la neonormalidad. Volviendo a ir al trabajo y dejando a un lado el maldito teletrabajo, acudiendo a los lugares cerrados con mascarilla, lavándonos las manos continuamente con jabón o gel desinfectante y, en general, manteniendo la distancia de seguridad para evitar contagios. Se han ido normalizando los bares y terrazas, los comercios, la vida vuelve a fluir por las calles. Pero nada es igual y nada será igual, Se juegan partidos de fútbol sin público, se ofrecen conciertos de rock televisados, con cuatro espectadores intentando dar ambiente al evento, los teatros abrirán con un patio de butacas parecido a un campo de minas. Aquí no se puede sentar usted, guarde la distancia, no se toque, no se salude, no se mire, guarde la distancia.

La pretendida gripe de febrero se ha llevado por delante a decenas de miles de personas en todo el planeta. Ya sé que teniendo en cuenta que somos siete mil millones de terrestres, esas cifras no van a ningún lado, Pero que se lo digan a las familias de los fallecidos, En especial a quienes han perdido a un familiar en una residencia de mayores, sin poder acompañarle, sin siquiera poder despedirse en condiciones.

A diario se informa de noticias que luego son desmentidas sobre la apertura de fronteras, la llegada de turistas, el uso de playas y parques, el regreso de los estudiantes a las aulas. Nada está claro. Todo son dudas e incertidumbres. Pisamos terreno resbaladizo, desconocido. Tenemos muchas cuestiones que resolver, muchas incógnitas que despejar. Amigos que se dedican al teatro de calle que llevan meses sin poder actuar y sacarse unos euros para seguir tirando. Quedan suspendidas todas las fiestas hasta nuevo aviso. Dicen que la Feria de Durango está en el aire, que tal vez sea este año on line. Lo que faltaba. 

Esto, por lo que se va viendo, va para largo, para muy largo, No ha sido un resfriado sino una pulmonía, y las consecuencias sociales, económicas y hasta psicológicas que va a arrastrar son todavía impredecibles. Las iremos viendo poco a poco. La crisis socioeconómica puede ser de época. Y eso sin que en otoño se produzca el temido rebrote. Porque si llega a ocurrir, un segundo confinamiento parece, a día de hoy, inviable. Habría que pasar la segunda ola a pelo, armados de mascarillas, distancia social y paciencia. Esperemos que no tengamos que sufrirla. ⧫    

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