2020/05/10

Vergüenza

La brutal crisis desatada por la pandemia originada por el llamado Covid19 nos ha desbordado a todos. Lo inesperado ha invadido nuestra vida cotidiana, mutando nuestro modo de vida y obligándonos a estar encerrados en casa durante semanas. Las consecuencias están por ver, aunque algunas son ya evidentes. Cambios en nuestro comportamiento social y, sobre todo, una nueva crisis económica que todo hace pensar que será catastrófica en la vida de cientos de miles de personas.



Sin embargo, dado que soy profano en la materia, me conformo con escuchar las opiniones de los expertos, guardándome la mía para mi entorno más cercano. En estos tiempos líquidos todo el mundo parece entender de todo, lo que es imposible, lo que facilita la emisión de muchas opiniones instrumentalizadas y alejadas de la realidad científica. 

Llevo tiempo sin escribir en el blog, absolutamente nada tras lo ocurrido en Zaldibar el 6 de febrero, donde los cuerpos de Alberto Solaluze y Joaquín Beltrán siguen sin aparecer, tras haber transcurrido tres meses largos desde el derrumbamiento del vertedero. No es mucho consuelo, pero sus familias deben seguir confiando en que aparezcan y en que aún quedan personas que les recordamos, pese al tiempo que ha pasado. Los responsables del desastre deberán pagar por ello, sin duda.

Y entro en materia, Desde que estalló la epidemia del coronavirus, muchas otras cuestiones han quedado minimizadas o incluso desplazadas de los medios de comunicación. Sería muy larga la lista para recordarla ahora en este comentario. Me voy a centrar en una sola, la que estos días más me ha hecho reflexionar. Probablemente muchos lectores desconocerán la noticia. Este pasado jueves ha muerto en Estambul un músico turco, tras casi un año de mantener una huelga de hambre en protesta por la represión ejercida por el Gobierno de Erdogan. Se trata de Ibrahim Gökçek, el tercer integrante de la banda musical Grup Yorum que fallece por huelga de hambre. El pasado 3 de abril falleció la cantante de 28 años Helin Bölek y el 27 de abril lo hacía el músico Mustafa Koçak, de 28 años. Ambos llevaban casi 300 días de huelga de hambre por los mismo motivos.

Grup Yorum se creó en 1985 y está conformado por docenas de músicos. Realiza una música de fusión entre los folklores turco y kurdo y el rock, con mensajes reivindicativos y de denuncia social. Es muy popular en Turquía. En el año 2016, acusado de tener relación con un partido de izquierdas DHKP-C, considerado por el Gobierno como organización terrorista, fueron detenidos y encarcelados siete componentes de la banda y clausurados locales culturales de carácter popular y reivindicativo en los que realizaban actuaciones. 

Sabíamos de sobra que Turquía no era una democracia, que su régimen exterminó a cientos de miles de armenios y sigue persiguiendo con saña al movimiento kurdo. Sus violaciones de los derechos humanos son cotidianas. Sin embargo tiene algunas prerrogativas de defensa como su pertenencia a la OTAN o su impagable labor de contención de refugiados hacia Europa. Es un fiel aliado de Occidente y por tanto no es conveniente molestarse en denunciar sus continuas violaciones y actos represión contra la población en general y la minoría kurda en particular.

La pandemia del coronavirus va a seguir distrayéndonos de otras realidades durante los próximos meses, facilitando así que Gobierno genocida como el turco prosigan en sus tareas de limpieza sin mayores impedimentos. Y mientras la mayoría de nuestra población seguirá debatiendo con ardor cómo es el pase a la Fase 1 de la maldita desescalada, dejando a un lado luchas extraordinarias y ejemplares como las protagonizadas por los componentes de Grup Yorum.   


  

  


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