2019/06/10

Una visión nacional sin prejuicios

Por pura casualidad visité recientemente el rastro de Emaús en el barrio de Belartza de Donostia, en el que se pueden adquirir libros interesantes a precios muy económicos. Un euro con cincuenta me costó el libro Los vascos, de Roger Collins, historiador medievalista británico, especialista en el periodo visigótico. 


Lo compré por su título, evidentemente, ya que al autor no lo conocía de nada. Sin embargo, tras su lectura, me vienen a la cabeza algunas cuestiones que conviene reseñar. Es triste que a estas alturas del siglo XXI haya que hacerlo, pero da la impresión de que no nos queda otro remedio.

El libro es ya de por sí interesante, porque recoge testimonios sobre la presencia de los vascos desde épocas anteriores a la era cristiana hasta la alta edad media. Periodos que por lo general son poco tratados en este tipo de manuales. Huelga decir que Collins rebate la idea de que el contacto del pueblo vasco con los romanos fuera accidental, sino que por el contrario fue amplio, en especial en algunas zonas del territorio vascón. 


No obstante, y pese a las escasas citas existentes sobre los vascos en la documentación histórica que se conserva, bien sea en textos originales o bien en copias y reseñas, lo cierto es que existe un continuus por el que se puede seguir la trayectoria del citado pueblo durante esos siglos. Según Collins "los vascos están siempre presentes, aunque no siempre bien perfilados, como actores en los grandes dramas de la historia de la península desde el periodo romano en adelante".

Pero no es esa la cuestión que más me ha llamado la atención, sino que la principal derivada de la lectura es que según la visión de Collins no hay dudas sobre la existencia de un pueblo vasco asentado a ambos lados de los Pirineos Occidentales, a lo largo de un territorio que abarca asentamientos como la actual Calahorra, Iruña-Veleia, Armentia, Iruñea-Pamplona, Tudela o Lapurdum (Baiona). 

Y Collins habla de ello con total naturalidad, sin ninguna prevención política, como nos tienen acostumbrados tantos historiadores hispánicos de renombre, empeñados en falsear la realidad y en negar la existencia de un único pueblo vasco, dejando a un lado las distintas administraciones por las que ha discurrido su evolución. 

Por ejemplo, Collins admite que una parte del territorio vasco figura desde el siglo XII bajo administración castellana, pero esa circunstancia no le impide proseguir con su relato, al igual que lo hace con los territorios vascos al norte de los Pirineos, incluida Gascuña, o en lo que hoy conocemos como Nafarroa Garaia.

Tiene que ser alguien ajeno a la cultura hispana, pese a ser un hispanista destacado, quien trate estos asuntos con la naturalidad de un científico y no con los prejuicios de un militante del españolismo más rancio, como estamos tan acostumbrados a padecer, salvo en contadas ocasiones.

Probablemente a estas alturas no son necesarias comprobaciones ajenas para confirmar la existencia inequívoca del hecho nacional vasco. Pero tampoco está demás que de vez en cuando contrastemos ideas con personas ajenas al país, que puedan aportar sus conocimientos en el incierto camino hacia un reconocimiento político de ese hecho socio-cultural indubitable. ⧫

Collins, Roger: Los vascos, Alianza Universidad, Madrid, 1989



   

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